La vida de un sacerdote exorcista es una lucha constante contra la acción del demonio en la que la oración es el medio fundamental de combate
![]() |
Imagen referencial / Crédito: Pixabay |
¿Qué reza un exorcista? Así respondió a ACI
Prensa en 2017 el P. Doriam Rocha Vergara, uno de los sacerdotes más jóvenes
del mundo dedicado a este ministerio y que tiene en su haber más de 300
exorcismos realizados en poco más de 7 años.
El
sacerdote de 37 años, Párroco de la iglesia La Inmaculada Concepción en la
diócesis colombiana de Valledupar, contó que, en general, “recibo muchos
ataques. Los días que no hago exorcismos duermo bien y vivo bien. Sin embargo,
los días que tengo sesiones son noches difíciles. Primero, siento una pesadez
física y mucho sueño. Enseguida
tengo que ir al Santísimo.
Me cargo de tal manera que me pongo a la defensiva, el rostro se me desfigura
como si tuviera rabia, me quedo sin voz”.
Ante la acción del demonio que obra
tentando, provocando cambios de ánimo, enfermedad e incluso moviendo objetos,
el sacerdote explicó que a veces le toca hacer “autoexorcismos”, que son oraciones que rezan los
exorcistas para protegerse.
“Me
toca utilizar los sacramentales, cuidarme de no recibir nada que me manden de
la calle. En las noches no puedo dormir, me da taquicardias, se encienden las
luces y otra cantidad de cosas”, continuó.
El
P. Rocha nació el 14 de agosto de 1980 en el pueblo de María Angola, ubicado en
el departamento del Cesar. Estudió el curso de liberación y exorcismo en el
Pontificio Ateneo Regina Apostolorum en Roma, Italia, y luego hizo una
especialización en ángeles y demonios.
“Los exorcistas que conozco realizan un exorcismo por semana. Yo los tengo
permanentemente debido al sufrimiento de la gente”, relata.
“Si
me preguntan ¿qué me llevó a ser sacerdote? Yo respondo: el ver sufrimiento de
la gente. Yo no podría dormir tranquilo sabiendo que un alma se está perdiendo
y el demonio está destruyéndola”, sostuvo.
Su vida espiritual
El
presbítero asegura que no ve televisión en su cuarto, no tiene computadora, no
bebe alcohol ni consume tabaco, y que las vestiduras clericales lo ayudan
siempre en su misión porque “un
sacerdote no solo debe serlo, sino también parecerlo, como dice el dicho”.
El
exorcista de Valledupar se levanta a las 4:00 a.m. e inmediatamente reza un Rosario,
a las 5:00 a.m. lleva una rutina de ejercicio. A las 6:00 a.m. reza el oficio
solo o en compañía de otros sacerdotes; a las 6:30 a.m. reza laudes e
inmediatamente después celebra la Eucaristía.
“No hay ningún solo día en mi vida que no
celebre la Eucaristía,
con el pueblo o solo. Al lado de mi cuarto tengo una capilla, un oratorio donde
está el Santísimo y la presencia de la Santísima Virgen María”, precisó.
Luego
del desayuno, el presbítero se dedica atender a las personas, “que pueden ser
entre 14 y 20 diariamente”.
“A
las 12:00 p.m. rezo el Ángelus, a las 3:00 p.m. rezo la coronilla de la Divina
Misericordia, a las 5:00 p.m. rezo las vísperas y a las 6:00 p.m. celebro la
Misa de nuevo. Luego de eso estoy con las comunidades. Al finalizar rezo el
Rosario nuevamente. Puedo
rezar entre 3 a 4 rosarios diarios. Luego, voy directo al Santísimo Sacramento”, indicó.
El
P. Rocha especificó que esa rutina sucede en un día normal, “porque los jueves
hay exposición al Santísimo tanto en la mañana como en la tarde”.
“Cuando yo no puedo dormir en mi cuarto, duermo en el Santísimo. Antes de
dormir cada día rezo las completas”, concluyó.
Un llamado
El
sacerdote considera que Dios le ha concedido un don especial: cuando era un
seminarista, él oraba y “la gente caía y se liberaba”. “A mí me daba miedo,
primero que le vayan a decir al obispo, y segundo que no sabía que pasaba. Dios
me había concedido el don de la sanación y la liberación”, aseguró.
Después
de ese suceso, el entonces aspirante el sacerdocio habló con un exorcista que
le aseguró que Dios le estaba mostrando lo que quería para su vida.
“Empecé
a leer libros y prepararme. Luego, nombraron un exorcista oficial en mi
diócesis. Le dije al Obispo la experiencia que había tenido en el pueblo y me
dijo que lo
primero que tenía que hacer era una carrera de santidad: que ayude al padre, al exorcista y haga
carrera en santidad. Hace 7 años me concedió la gracia de ser exorcista y
pertenezca a la Asociación Mundial de Exorcistas”, relató el presbítero.
El
P. Doriam dijo que, a los 30 años, se sentía muy joven para dedicarse al
ministerio del exorcismo pero que, si el Obispo le concedía esa facultad,
entonces debía hacerlo: “si Dios quiere que sea instrumento de gracia, un
instrumento de paz y de salvación, para liberar y ayudar a tanta gente, allí
donde muchos de mis hermanos sacerdotes no creen, allí estaré”.
Para
concluir, el sacerdote dijo que un buen exorcista necesita concentrarse en
cinco aspectos: lo primero, “que sea humilde y que reconozca que no tiene
ningún poder y todo viene de Dios. Segundo, que sea obediente a su Iglesia, a
su obispo, a sus superiores. Tercero, que en su vida haya orden, vida de
gracia, vida de oración, vida de santidad. Cuarto, que en su vida haya
disciplina para comer, hablar, hacer los quehaceres cotidianos. Por último, el
servicio que se presta. Si uno se dedica a la cura de almas, cúrate tú primero,
no vaya a ser que curar la de muchos te terminas perdiendo”.