Si hubiera visto a cónyuge como alguien que Dios creó especialmente para mí, nunca la habría faltado al respeto tan a menudo como lo hice
Hace muchos
años, Karen y yo estuvimos una al lado del otro frente al altar del Señor,
prometiendo amarnos y honrarnos el uno al otro "hasta que la muerte nos separe". Les aseguro que yo
no tenía ni idea de en qué me estaba metiendo.
Había hecho (y
roto) promesas antes, y debo admitirlo: esos votos eran poco más que las
palabras que tenía que decir si quería casarme. Estaba repitiendo lo que debía
repetir en el altar. Mi mente estaba centrada solo en la parte divertida de la
boda que estaba por venir. El beso y la luna de miel...
No es que
tuviera la intención de tomar mis votos a la ligera. Comprendí que el matrimonio era
algo sagrado y tenía la intención de mantener mi parte del trato. Después de
todo, yo estaba enamorado de Karen hasta lo más profundo.
Pero el
concepto de Dios uniendo
sobrenaturalmente nuestros corazones y almas en alianza, les confieso que fue
extraño para mí.
Dios fue quien nos unió en matrimonio
Por mucho que
nos amamos, nunca se me
ocurrió que Dios fue quien nos unió. A los ojos de Dios,
nuestra historia fue mucho más significativa que dos niños pequeños que se
enamoraron y decidieron engancharse.
La Escritura nos enseña que Dios está íntimamente involucrado en nuestras vidas. La historia de Adán y Eva nos muestra que nuestro compañero es alguien creado por Dios específicamente con nosotros en mente.
Dios formó a Adán y Eva para
construir una relación de
amor para toda la vida, caminar juntos de la mano en el
jardín, mantenerse mutuamente abrigados por la noche, resolver problemas cuando
no estaban de acuerdo, crecer en amor y aprender a navegar la vida juntos como
una pareja casada.
Dios trajo a
Karen a mi vida con el mismo propósito. Ella fue creada para mí. Yo fui creado para ella. Dios
nos imaginó como una pareja mucho antes de que nos conociéramos.
Dios sabía
exactamente lo que yo necesitaba en una compañera de vida. Él creó a Karen con
los dones, talentos y atributos que yo más necesitaba en una esposa. Él me creó
a mí además para satisfacer las necesidades de ella también y entregarme por
ella.
Dios nos unió y empujó
nuestra relación para lograr las metas que ninguno de nosotros estaba preparado
para lograr por nuestra cuenta. Cuando nos paramos ante Él en el altar, Él unió de manera sobrenatural
nuestros corazones y nuestras vidas en la sagrada alianza
del matrimonio.
Ahora puedo
verlo con mayotr claridad. Pero mirando hacia atrás, veo lo poco preparados que
estábamos, lo inmaduros que éramos y lo poco que entendíamos sobre lo que nos
estábamos metiendo. Apenas sobrevivimos esos primeros años.
Mira a tu cónyuge a través de los ojos de Dios
Pero esto es lo
que sé: si hubiera visto a Karen como alguien que Dios creó especialmente para
mí, nunca la habría
faltado al respeto tan a menudo como lo hice en nuestros
primeros años juntos. Nunca la hubiera tomado por sentado. La habría amado más,
la habría tratado mejor y habría sido más paciente, considerado y tierno.
Hubiera escuchado mejor y hubiera
trabajado más para satisfacer sus anhelos necesidades. La habría apreciado, nutrido,
alentado, atesorado y ayudado a convertirme en lo que Dios quería que fuera.
Si hubiera
visto nuestra relación desde
la perspectiva de Dios, la diferencia habría sido
asombrosa.
Hoy, te
desafío a mirar a tu pareja a través de los ojos del Dios que te unió por una
razón.
Por: Jimmy Evans
Fuente:
Marriage Today // Píldoras de Fe