Las
palabras no cambian la realidad, pero sí formulan ideas y sueños que encienden
el corazón
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By sun ok/Shutterstock |
¿Cuál
es el sentido de la vida? ¿Qué cosas merecen mi preocupación y qué cosas no son
tan importantes? Me pregunto muy a menudo qué sentido tiene todo lo que hago.
Todo lo que sueño y espero de la vida.
Hay
cosas que tienen un valor inmenso. Suelen tener que ver con el mundo real de
los vínculos, del amor que se entrega y se recibe. Y otras cosas pierden importancia. Son
pasajeras. Son superficiales.
La vida se juega en lo
concreto. Se entrega, se da, se regala. Y el
corazón se ata. Entonces tiene sentido todo lo que vivo. Cuando no es así carece de
sentido.
En la obra Don Quijote de la Mancha escrita por Miguel de Cervantes, hay dos personajes que destacan sobre el resto.
En la obra Don Quijote de la Mancha escrita por Miguel de Cervantes, hay dos personajes que destacan sobre el resto.
Don Quijote, un hombre
soñador que ve realidades no reales. Cultiva la afición de leer libros de
caballería donde se narran aventuras fantásticas de caballeros y princesas.
Este hidalgo caballero sin
fortuna se entrega a estos libros con tanta pasión que acaba perdiendo el
contacto con la realidad. Se cree que él puede emular a sus héroes de ficción.
Y su
compañero de batallas es un labrador, Sancho Panza, que será su escudero.
Sancho, al contrario que Don Quijote, es hombre ignorante y práctico, pero poco
a poco quedará contagiado por los sueños de su señor. El fiel Sancho está atado
a la tierra, a lo concreto.
Don Quijote vive de
ensoñaciones, de fantasías. Ama un mundo no real. Está enamorado de una
doncella, Dulcinea, que sólo existe en su imaginación.
Las aventuras de estos personajes me confrontan con un
mundo real duro y cruel tantas veces. Y una vida llena de fantasías que vive en
el corazón de
los protagonistas.
A veces vivo en sueños de mi
fantasía eludiendo la realidad. Tejo historias que no son reales. Y me cuesta
aceptar mi vida en su crudeza.
Evadirme me lleva a soñar con
mundos mejores que no llegarán a ser verdad. La realidad y la ensoñación. Lo que sí es verdad y real
en mi vida. Y lo que sólo tiene lugar en mi imaginación.
En mí
vive un Don Quijote soñador y aventurero. Y un Sancho Panza que me confronta
con la realidad de mi vida. Los dos son necesarios en mi corazón.
El primero me saca de lo
concreto para imaginarme mundos mejores. Y me hace soñar con cosas grandes, con
conquistas maravillosas, con amores imposibles. El segundo me aterriza, me enfrenta
a mi vida como es, a mi verdad.
Los dos viven en mí. Yo
decido si quiero vivir en sueños que nunca suceden o si me quedo sólo en una
realidad rutinaria y sórdida. La combinación de ambos corazones en el mío
engrandece mi vida.
Me llamarán quijotesco en
ocasiones cuando sueño con imposibles que no parecen reales. Pero no me
desanimo y salgo de nuevo a emprender aventuras.
Tiene sentido y vale la pena
luchar por metas lejanas. Necesitaré a mi lado algún Sancho realista que me
aterrice y me saque de mis sueños.
Sólo sé que las
palabras no cambian la realidad, pero sí formulan ideas y sueños que encienden
el corazón. Y
con ese corazón enamorado sí puedo cambiar el mundo que me rodea.
La
palabra que sí cambió la historia fue la palabra de Dios hecha carne en María. Un sueño imposible para
los hombres, pero no para Dios. Un sueño inalcanzable que se hizo posible por
el sí de una niña virgen que creyó en las palabras del Ángel y pronunció su
hágase.
Del mismo modo yo quiero no
conformarme con lo que veo. Puede ser todo mejor. De mi mirada depende. No me quedo en lo que
todos ven.
Deseo tener una
mirada más profunda, más aguda para ver el sueño de Dios escondido detrás de aparentes
obstáculos.
¿Cuál es el sentido de mi vida?
Sólo
si tengo un sentido podré luchar contra las adversidades con esperanza. Alguien que cree en
mí. Una Dulcinea que está esperando a que yo la rescate. Un mundo más pleno que
sólo necesita mi sí para hacerse realidad.
El sentido de la vida me da
la fuerza que no poseo. Me levanta desde mi indigencia y me pone en camino.
Como dice Viktor Frankl:
“El
talante con el que un hombre acepta su ineludible destino y todo el sufrimiento
que le acompaña, la forma en que carga con su cruz, le ofrece una singular oportunidad
incluso bajo las circunstancias más adversas para dotar a su vida de un sentido
más profundo. Sólo unos pocos prisioneros conservaron esa
fortaleza de la libertad y aprovecharon los atroces sufrimientos para una
madurez interior”.
En medio de una realidad
dura y desgarradora yo puedo tener una mirada más profunda. Puedo
elegir vivirlo todo con sentido, con altura, con dignidad. Soñando con un mundo
mejor. Con un cielo mejor.
Mi vida tendrá sentido en
esa entrega silenciosa y consciente. Sabiendo que lo que Dios quiere de mí es
que viva cada minuto como si fuera el último, con alegría y paz. Ese es el
sentido de mi vida. Y no dejar que los
días se me escapen entre los dedos sin soñar, sin querer más, sin desear el
cielo aquí en la tierra.
Carlos
Padilla Esteban
Fuente:
Aleteia