Cuando
un paciente enfermo pide morir, "básicamente está pidiendo alivio del
dolor, tanto físico como moral"
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| Cuidados paliativos |
El
presidente de la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida,
Mons. Mario Iceta, presenta el documento “Sembradores de esperanza. Acoger,
proteger y acompañar en la etapa final de esta vida” dedicado al tema de la
eutanasia y el suicidio asistido.
Mediante
un largo y extenso documento titulado «Sembradores de esperanza. Acoger,
proteger y acompañar en la etapa final de esta vida», los obispos españoles han
tratado el tema de la eutanasia y el suicidio asistido, coincidiendo con un
momento en el que en el país hay un debate sobre el tema nuevamente. De hecho,
existe una propuesta presentada por el Partido Socialista (PSOE) que planea
incluir, en el sistema de salud pública, la opción de recibir “un tratamiento
adecuado para terminar con la vida en los casos en que el paciente enfrenta una
enfermedad incurable que causa condiciones físicas o mentales intolerables”.
Cuando un enfermo pide
morir, en realidad pide alivio del dolor
En
dicho documento, los obispos españoles aseguran que la experiencia muestra que
cuando un paciente enfermo pide morir, "básicamente está pidiendo alivio
del dolor, tanto físico como moral". Una vez que recibe "alivio
físico, apoyo psicológico, cercanía afectiva, atención médica y socio-sanitaria
adecuada, el paciente deja de pedir la muerte”. Sobre todo porque, según el
documento, "la vida humana no es sólo un bien personal, sino también un
bien social, un bien para los demás".
Negar el dolor es
deshumanizar la realidad
Centrándose
en el concepto de muerte, los obispos explican que "el dolor y la muerte
son dimensiones, fases de la existencia humana" y “negarlos”,
transformando la huida de ellos en valor supremo, “significa negar la realidad
humana, deshumanizarla, hacerla frustrante”. También explican que es “natural”
tener miedo de morir, porque "el ser humano está orientado a la felicidad
y la muerte es un trauma". Por lo tanto, frente al debate que
recientemente se ha reavivado sobre la vida humana, la eutanasia y el suicidio
asistido, los obispos españoles desean, mediante los 7 capítulos que forman el
documento, más una introducción y un epílogo, proponer “una mirada de esperanza
en esos momentos que concluyen nuestra vida terrenal”.
Cuidados paliativos como
alternativa a la eutanasia
El
texto episcopal se centra en temas específicos, como la ética médica, los
cuidados paliativos, la ilegalidad de la obstinación terapéutica y la necesidad
de promover una cultura de respeto a la dignidad humana y en él se lee cómo los
obispos destacan algunas distorsiones, por ejemplo: "un concepto de
libertad concebido como una voluntad absoluta, liberado de la verdad sobre el
bien", o “los eufemismos ideológicos y semánticos" que no hablan de
causar la muerte a una persona enferma, sino de "muerte digna, elección
autónoma, liberación del dolor”; “la tendencia a presentar a los defensores de
la vida como retrógrados, intransigentes, contrarios a la libertad individual y
al progreso" así como “la difusión de la idea de que la eutanasia
representa una demanda urgente de la población".
Las objeciones de los
obispos ante aquellos que promueven la eutanasia
En
dicho documento también rebaten los numerosos argumentos presentados por los
promotores de la eutanasia para apoyar sus propias hipótesis, como por ejemplo
cuando se habla de poner fin a los "sufrimientos insoportables" de
los enfermos, los obispos responden recordando la posibilidad de cuidados
paliativos; cuando se dice que la eutanasia es una obra de compasión, los obispos
responden que no es humano causar la muerte, sino que es humano "dar la
bienvenida a los enfermos, apoyarlos y aliviar su dolor"; para aquellos
que se refieren a la "muerte digna", los obispos responden que la
vida humana tiene valor en sí misma y que merece ser vivida independientemente
de su calidad y ante aquellos que ven la aceptación de la eutanasia y el
suicidio asistido como "un signo de civilización", la Iglesia
española recuerda que la civilización se basa en la base de la dignidad de la
persona humana, independientemente de cualquier otra circunstancia (raza ,
sexo, religión, salud, habilidades mentales o económicas).
Mireia
Bonilla – Ciudad del Vaticano
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