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Cena de Navidad © Casa de Alianza, Schoenstatt |
Por
primera vez la Casa de Alianza, en Schoenstatt, Alemania, abrió sus puertas
para recibir a todas las personas que buscan una comunidad donde celebrar
Navidad. Para los anfitriones fueron unos «días maravillosos, de
encuentros y de ir al fondo de esta celebración donde todos los corazones se
vuelven a renovar en el nacimiento de nuestro Salvador».
Desde
que se aceptó el proyecto (diciembre 2018) para que la
casa sea un centro de formación católico hispanohablantes, «no teníamos duda
que para las fiestas cristianas la gente podría acudir aquí y las puertas
estarán abiertas», indican los organizadores.
La
casa está administrada por familias, tanto su sostenimiento y mantenimiento es
llevado acabo con trabajo de voluntarios que ofrecen su tiempo, talentos y
capacidades para darle mayor vida a la estancia.
El
centro «Casa de Alianza» se encuentra en Schoenstatt y tiene un gran valor
histórico, ya que está muy arraigada a los inicios de la historia
del Movimiento de Schoenstatt. Aquí mismo el sacerdote José Kentenich (actualmente en proceso
de canonización) comenzó con sus retiros espirituales dirigidos a familias,
jóvenes y sacerdotes durante la primer y segunda guerra mundial. La casa
mantiene este piso històrico para las personas que deseen visitar la habitación
y la capilla donde rezaba el fundador.
Acogida a los peregrinos
Los
primeros en anotarse fueron Francely (Nicaragüense) junto con su esposo
Carlos (argentino) y su hija pequeña. Ellos viven en Stuttgart y son un pilar
fuerte en la re-construcción de esta casa, narra uno de los matrimonios que
viven en la casa.
Luego
desde Kiel, norte de Alemania y diáspora católica, se unieron un matrimonio de
Bolivia: Willy y Evelyn, junto con su hija Samantha, quienes viajaron todo el
día por las autopistas para llegar un día antes y ayudar en la preparación de
Noche Buena, cuentan los organizadores de la cena.
Los
voluntarios que actualmente están en la casa son: Romario de Brasil, Angelina
de Uruguay y Eva de Argentina. Ellos ayudaron con mucha alegría al orden y
limpieza de la casa, narra Jorgelina, una de las personas implicadas en el
proyecto, y anfitriona en la Casa de Alianza. «¡Han estado en cada detalle para
acoger al peregrino! ¡Y a quienes les volvemos a dar las gracias por tanta
disposición!».
Comer «bien y rico»
Para
muchos realmente llegar a Casa de Alianza, «fue como llegar a Belén ¡Una
verdadera peregrinación!», expresan. Una familia y amigos salvadoreños que no
vivían más que a 40 km de la casa, se les hizo muy complicado tomar la decisión
de venir porque no pasaban buses seguidos. «Gracias a Dios lograron venir y fue
así que la comida se multiplicó y fue lo que nunca faltó… comer y bien rico».
La
invitación no solamente era para hispanohablantes, indican los anfitriones,
«también para alemanes que quieran estar acompañados en noche buena ya que se
publicó una invitación publica en el diario de la ciudad». Y fue así que se
sumaron dos hombres alemanes que se integraron muy bien leyendo poemas y
cantando durante el encuentro.
También
asistió una mamá con sus dos hijos pequeños que son de Medio Oriente y viven
hace un año en Alemania, ellos llegaron para poder vivir la Navidad con
cristianos, «de otra forma hubiese sido imposible», matiza Jorgelina. «Nos
contaba esta mamá que estuvo viviendo su primer tiempo en Haus Tabor donde le
ayudó mucha gente en su primer tiempo y fue una verdadera alegría volver a
Schoenstatt para celebrar Navidad».
Del campo de refugiados
También
llegaron latinos que salieron unos días del campo de refugiados y asistieron a
las celebraciones de Nochebuena y en Navidad, estas personas (al igual que
cientos de latinos en este país) han pedido asilo al gobierno alemán y hasta
que no se inserten en el mercado laboral deben depender de las instalaciones
que le ofrece el gobierno. Por lo tanto, «salir para vivir el nacimiento del
Señor en comunidad ¡ha sido un gran regalo!», asegura la voluntaria argentina.
Otro
joven salvadoreño testimonió que tuvo que abandonar Italia debido a que no
conseguía trabajo, la situación le fue difícil y decidió probar suerte en
Alemania, tiene esperanzas en este país aunque cuenta que su mayor miedo es
aprender bien el idioma. «Nos sorprendió que la Navidad pasada fue invitado por
el mismísimo Papa Francisco a comer en el Vaticano en una cena de Nochebuena
para inmigrantes. Y ahora con nosotros en Casa de Alianza…», recuerda
Jorgelina.
Villancicos al Niño
Todos
los que pasaron la Navidad en la Casa, la vivieron de forma muy especial ya que
muchos por primera vez podían vivirla celebrando al centro de la fiesta: el
nacimiento de Jesús. Después de la rica cena con comida latina y española,
hicieron una procesión por la casa llevando al Niño Jesús a la pequeña capilla,
donde le cantaron y adoraron. «¡Un hermoso momento lleno de alegría donde los
niños se mostraron muy emocionados!».
«La
casa es grande y ofrecía espacios para conversar, bailar, jugar al ping pong»
(recientemente donado) y al metegol, también una pieza de juegos para los más
pequeños y los largos pasillos de la casa permitían que los niños correteen
toda la noche. En el fondo nadie se conocía, «pero el anhelo por festejar la
navidad nos unía a todos en un mismo espíritu».
Misa de Navidad
La
noche del 24 al 25, algunos durmieron en la Casa, y por la mañana desayunaron
juntos. Aprovecharon la mañana para hacer un tour por Schoenstatt y al
llegar de nuevo a la casa los esperaba un rico asado. A la tarde se preparó la
Misa de Navidad en español celebrada por el Padre Joselo, sacerdote chileno,
quien pertenece a la comunidad de los padres de Schoenstatt. «Todos los que lo
conocemos sabemos cuánto amor le tiene a esta casa y lo crucial que es Él en la
vida que va surgiendo», añade Jorgelina.
Todo
culminó con otro encuentro para comer y conversar, pero esta vez ya se
multiplicó la gente. Se habían sumado los peregrinos hispanos que estaban
albergando en otras casas de Schoenstatt y también los hispanos que viven en la
cercanía.
Rosa
Die Alcolea
Fuente:
Zenit