La Eucaristía es el lugar privilegiado de presencia de la Santísima Trinidad
El misterio de
la Santísima Trinidad está más presente de lo que nos imaginamos, en cada una
de nuestras oraciones, ahí estamos invocando al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo. Y un lugar privilegiado de la presencia de la Santísima Trinidad
es en la santa Eucaristía. Hoy te quiero resaltar 4 momentos
particulares.
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Invocación inicial
Toda Santa Misa no podemos iniciarla si no es
invocando a la Santísima Trinidad, de hecho el sacerdote la inicia diciendo “en
el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu”. Es decir que la
Eucaristía ya desde el inicio está presente la Santísima Trinidad.
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Epíclesis consecratoria
Epíclesis significa literalmente invocación
sobre. En el vocabulario litúrgico, la epíclesis, que acontece una vez
finalizado el canto del Sanctus, es la invocación del Espíritu
Santo, sobre las ofrendas, “de manera que sean para nosotros el cuerpo
y la sangre de Jesucristo, nuestro Señor” (plegaria eucarística II),
es decir que en ese momento se pide al Padre que envíe su Espíritu
Santo para que convierta el pan y vino en el Cuerpo y Sangre de Jesús. Para
que nos entendamos, esto sucede cuando el sacerdote impone ambas manos sobre
las ofrendas. Ahí es un lugar privilegiado en donde está presente la Santísima
Trinidad.
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Doxología final
La palabra “doxología” viene del griego “doxa”, que
significa “gloria”. Doxología, por tanto, significa glorificación. Esta sucede
en el momento en el que el sacerdote toma el Cuerpo y Sangre de Jesús (ya no
son “pan y vino”), y lo presenta a Dios, diciendo: “Por Cristo, con Él
y en Él, a ti Dios Padre Omnipotente, en la Unidad del Espíritu Santo, todo
honor y toda gloria por los siglos de los siglos”, y el pueblo responde “Amén”.
Si vemos, ahí está presente la Trinidad: al Padre se ofrece, lo que se ofrece
es el Hijo por medio del Espíritu Santo.
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Bendición final
Así como la Eucaristía inicia invocando a la Santísima
Trinidad, también esta concluye con la invocación a la Santísima Trinidad. En
la bendición final se bendice al pueblo diciendo “y la bendición de
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les
acompañe siempre”. Acá le estamos pidiendo a la Santísima Trinidad que
acompañe y bendiga a cada uno de los presentes.
Como
vemos, la Eucaristía es el lugar privilegiado de presencia de la Santísima
Trinidad. Es oportuno
que sepamos descubrir su presencia, y que los momentos antes mencionados los
vivamos aún con más reverencia, sabiendo que estamos invocando al misterio más
grande y más sublime, el de la Santísima Trinidad.
Por: P. Samuel Bonilla
Por: P. Samuel Bonilla
Fuente:
PadreSam.com