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31.1.20
SER TESTIGO DE BODA, UNA MISIÓN PARA TODA LA VIDA
Más
allá del día de la boda, ser elegido como testigo de boda es un privilegio que
implica la presencia y rezar regularmente por la pareja
Shutterstock-Halfpoint
El derecho
canónico asigna
al testigo de boda una función estrictamente administrativa. El testigo es el que atestigua
con su firma en el registro parroquial que los cónyuges han intercambiado su
consentimiento.
Más allá de eso, muchos se
conforman con una función simpática y un tanto obligatoria, limitada a la boda:
preparación
para la despedida de soltero o soltera,
lectura
de un texto o de la oración universal durante la ceremonia,
discursos
durante la celebración de la boda
Sin embargo, el papel del
testigo de la boda también puede tener una mayor importancia, para ayudar a la
pareja y que puede beneficiar a los propios testigos.
La selección de testigos,
una cuestión de afecto
A
menudo se elige a un hermano o hermana como testigo debido a su evidente
cercanía. Luego los amigos: en una época en la que la gente se casa cada vez
más tarde, la red de amistad juega un papel esencial durante los años de
juventud, llegando a ser una especie de “familia de transición”. Una vez
llegada la etapa del matrimonio, se da la oportunidad de sellar la fidelidad
con esta marca de confianza. “Es un compromiso mutuo para continuar la amistad,
aunque sea de una manera diferente”, dice un recién casado.
Los afectos a veces hacen
laboriosa la selección: ¿cómo no ofender a uno u otro de sus familiares? De
ahí, muy a menudo, una cierta profusión de testigos: ya no es raro que haya
siete u ocho.
En cualquier caso, es
importante que el “casting” de los testigos sea muy libre: nadie está obligado
a elegir a tal o cual persona que presentó al cónyuge en una fiesta, ni tampoco
la persona que demostró querer ser testigo desde el anuncio del compromiso.
Un
papel de apoyo y recordatorio de compromiso
En
la Iglesia, el testigo es objeto de una atención cada vez mayor, aunque, en el
fondo, la ampliación de su papel no tiene una base canónica. En representación
de la comunidad, el testigo es un signo de que el matrimonio tiene una
dimensión eclesial, de que este “don mutuo” es también “un don para la Iglesia”
(uno no se casa por sí mismo). El testigo – especialmente si es soltero – es un
beneficiario privilegiado de esta gracia del compromiso.
Además, cuando
tantas familias se están separando, son buenos todos los métodos para promover
matrimonios robustos.
Algunos sacerdotes toman el
tiempo para conocer a los testigos en una cena, o simplemente durante la mañana
antes de la boda.
Otros tratan de implicarlos
en la preparación espiritual del matrimonio.
Algunos incluso piden a los
testigos que escriban una carta explicando por qué han aceptado este papel, es
decir, por qué apoyan este casamiento.
Un
testimonio que puede ayudar también al sacerdote en su preparación,
especialmente en los casos difíciles: el punto de vista de terceros permite
objetivar una situación y, si es necesario, favorecer la ruptura del compromiso.
Los
testigos tienen el papel de apoyar y recordar a la pareja su compromiso a lo
largo de sus vidas.
Una misión que requiere ser
franco desde el momento del compromiso: “Un amigo me pidió que fuera su testigo
de boda, dice Gilles. Pero
tenía la sensación de que su pareja iba a fracasar. Así que le dije mis
reservas. No se puede ser testigo a cualquier
precio: ¡a veces significa arriesgarse en la amistad!”
Los testigos pueden ser
confrontados con casos reales de conciencia: “Los novios de cuya fui
testigo vivieron juntos siete meses antes de la boda”, dice Matthieu.
“Decepcionado, le pregunté a la novia sobre las razones de esta decisión. No
cambió nada, y yo seguí siendo testigo. Pero dije lo que pensaba, y nuestra
relación es más profunda. “
Un
“compañero” de la pareja casada
Después
del matrimonio, algunos no dudan en aportar una
visión externa acerca de la evolución de la pareja. “El testigo debe tener la
libertad de decir las cosas, pero sin interferir en la pareja”, dice Guillaume,
que ha sido testigo de boda seis veces en un matrimonio religioso.
“Los
amigos casados tendían a aislarse. Hablé con ellos sobre eso. Se
quedaron atónitos en aquel momento. Pero un poco más tarde, me llamaron para
decirme que les había ayudado.” ¿No es el valor de la verdad un signo de
verdadera amistad?
Frente
a las turbulencias y rachas de la vida conyugal, el testigo puede sentirse llamado a
estar atento y sobre todo a rezar por la pareja. Como amigo privilegiado,
el testigo está dispuesto a prestar ayuda en caso de necesidad, en la medida en
que la proximidad geográfica lo permita, por supuesto.
“Cuando siento que una de
las parejas de las que soy testigo está un poco más débil o cansada, me ofrezco
para cuidar un día de los niños. Entonces pueden
tomarse un tiempo juntos”, dice Hélène.
Por último, más allá de
escuchar y dar consejos, los testigos y los novios suelen vivir una
larga convivencia,
cada uno según su disponibilidad e imaginación: los novios invitando a sus
testigos a cenar, los testigos felicitando el aniversario de boda, por ejemplo.
“El
testigo participa en las alegrías y los sufrimientos de la pareja”, resume Guillaume. “Es
una especie de hermano espiritual”. No hay obligación, por supuesto. Pero tal
vez haya oportunidades que deban ser aprovechadas.