“El
pequeño ángel custodio de santa Francisca Romana no mostraba menos firmeza, no
más que el de la mística española Marina de Escobar, que acudió a ella bajo la
apariencia de un niño de siete a ocho años”
Generalmente, los ángeles se muestran con forma
humana. No solamente como adolescentes u hombres de una gran belleza, sino que
a veces con rasgos de niños. Así, el ángel custodio de santa Francisca Romana,
y el que preparó a Catalina Labouré (1806-1876) para el encuentro con la Virgen
María en la capilla de la Rue du Bac, la tarde del 18 de julio de 1830 como
declaró sor Catalina:
“Finalmente, a las 11 y media de la tarde,
siento que me llaman por mi nombre: – ¡Hermana mía, hermana mía! Cuando
despierto, miro al lado donde he escuchado la voz que provenía del pasillo.
Quito la cortina. Veo a un niño vestido de blanco, grosso modo de 4 a 5 años,
que me dice: – Levántate con diligencia y ven a la capilla, la santa Virgen nos
espera. (…) Me apresuré a vestirme, y fui al lado de ese niño que había
permanecido de pie, al lado de la cabecera de mi cama. Me siguió, o más bien lo
seguí, siempre a mi izquierda, con rayos de luz donde quiera que pasaba.”
Este
niño demuestra una sorprendente autoridad cuando, en la capilla, Catalina no
parece darse cuenta que se encuentra frente a la Virgen: “Es entonces que ese
niño me habló, ya no como niño, sino como hombre, el más fuerte, con las
palabras más fuertes”.
El ángel de Marina de Escobar
El pequeño ángel custodio de san Francisca
Romana no mostraba menos firmeza, no más que el de la mística española Marina
de Escobar (1554-1633), que se le presentaba con la apariencia de un niño de
siete a ocho años.
Después de
recibir los estigmas, Marina recibió cuatro, luego sus otros doce ángeles
custodios, que estaban a su servicio para ayudarla en su oración y sus obras
devotas, para cuidarla en sus enfermedades continuas, para darle consuelo en
sus sufrimientos y pruebas. Todos se presentaban con aspecto de niños y uno de
ellos, de una edad que aparentaba los dos años, le dijo un día: “Yo
soy pequeño, pero el Señor me ha dado un poder muy grande”.
La clarisa
boloñesa Camilla Pudenziana Zagnoni (1586-1662) empezó a ver a su ángel
custodio cuando ella tenía cuarenta años: él se le aparecía con aspecto de un
encantador niño de siete a ocho años.
El caso de sor Inés en Japón
En Japón, en relación con los prodigios que
se produjeron del 1973 al 1981 sobre una estatua de la Virgen María en la
comunidad de las Siervas de la Eucaristía de Akita, los ángeles se manifestaron
con forma femenina a la vidente, Inés Katsuko Sasagawa que declaró:
“De repente vi a la derecha de mi cama a
una bella persona que no conocía y que se puso a rezar el Rosario conmigo. Tras
la primera decena, ella añadió una oración desconocida. Sorpresa, yo la repetí
después de ella. Es la siguiente: Jesús mío, perdona mis pecados, protégeme del
fuego del infierno, y llévate al cielo a todas las almas, sobre todo aquellas
que necesitan más tu misericordia”.
En 1973, una herida en forma de cruz apareció en
la palma de la mano izquierda de la hermana Inés. Después de eso, la monja oyó
una voz que provenía de la estatua de la Bienaventurada Virgen María en la
capilla donde ella estaba rezando. Nuestra Señora habló con la hermana Inés
algunas veces y le dio mensajes. Después de eso, algunas de las hermanas
notaron gotas de sangre fluyendo de la mano derecha de la estatua, sudor en la
cabeza y cuello y empezó a llorar, en intervalos intercalados.
Sor Inés es muy firme, el ángel se mostró
como una persona de sexo femenino. Ciertamente no fue la Virgen María, quien no
puede orar rezando la corona: Sor Inés cuenta que una bellísima “mujer”
se le apareció cuando estaba en el hospital en Myoko, que rezó la corona con
ella, le enseñó la oración que la misma Virgen le dio a los pastores de Fátima.
¿Quién es capaz de tal prodigio, sino un ángel? Durante nueve años, esa persona
se le apareció innumerables veces, guiándola, advirtiéndola, a veces incluso
reprimiéndola.
Las visiones de Teresa Musco
El 13 de enero de 1955, cuando Teresa Musco
(1943-1976), con doce años fue internada en el hospital de Caserta donde fue
operada, vio en su cabecera “a una bella niña rubia con las alas de
oro” que, “con voz suave”, le dijo: “Ofrece
todo por los pecadores, sin lamentarte. Yo soy el ángel Gabriel, y estoy
siempre a tu lado. No te preocupes por nada”.
Incluso el
arcángel, quizá para no intimidar o asustar a la muchacha que se encontraba en
condiciones estresantes, se apareció como una niña, pues quizá era más
tranquilizador que como una adolescente. Puesto que el arcángel Rafael se
presentó a Tobias con el aspecto de un joven viajero, sucede que los
ángeles a veces se disfrazan de humanos, no solo por discreción, sino también
para no impresionar o asustar a los humanos a quienes se muestran.
Marcello
Stanzione
Fuente: Aleteia