A
los 13 años rompí mi relación con Dios por una historia de amor que ocurrió con
una chica
Dimitri Conejo Sanz / Crédito: Cortesía de Dimitri Conejo Sanz |
Una
historia peculiar sobre cómo la Virgen María salvó de la indigencia, la
orfandad y el suicidio a un exitoso desarrollador web católico, fue relatada
por su protagonista para dar a conocer el testimonio de la acción de Dios
cuando parece que se ha perdido toda esperanza, inclusive la de seguir
viviendo.
El
desarrollador web de 30 años, Dimitri Conejo Sanz, creador de iniciativas
como Cathopic, Mater Coeli y
actualmente Holydemia, relató en una entrevista con ACI
Prensa las diferentes etapas de su vida y cómo fue su proceso de conversión.
A
lo largo de su historia tuvo que sobrellevar el abandono de sus padres, sobrevivir
con su hermana en las calles de una ciudad rusa tras la caída del comunismo,
vivir por varios años en un abusivo orfanato hasta su adopción, crecer y
adoptar el libertinaje como modo de vida hasta, finalmente, ser transformado
por Dios y convertirse en un gran evangelizador.
Dimitri
nació en una localidad pobre a 500 kilómetros de Moscú (Rusia) el 27 de junio
de 1989. Sus padres biológicos le pusieron de nombre Dmitri Sóbolev, el cual
cambiaría años después.
El
joven católico contó que sus padres eran alcohólicos y que, “por su
enfermedad”, lo abandonaron en las calles junto a su hermana.
“Yo
me dediqué a sobrevivir. Vivíamos en una chabola a punto de caer. Recuerdo
tener que ir a mendigar a un mercadillo con mi hermana en brazos, que en ese
entonces era un bebé. Como vivíamos cerca de un bosque, me dedicaba en
temporada de setas a recogerlas, también recoger frutos silvestres o pescar.
Fue supervivencia máxima”, relató Dimitri.
Luego
de la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, Dimitri recuerda que
a principios de los años noventa “había demasiada pobreza”.
“El
comunismo dejó el país totalmente roto, empobrecido y con muchos niños como yo:
abandonados. Esa situación hacía que la gente bebiera, se metiera en el
alcohol, y mis padres biológicos eran fruto de eso. Rusia tiene el clima muy
frío y yo he llegado a ver gente muerta en la calle. Bebían tanto que al final
se tumbaban en el suelo y no despertaban porque durante la noche se
congelaban”, relata.
Dimitri
explica que solo tiene recuerdos desde los 4 años y medio de edad. Recuerda que
a los seis años, una profesora lo encontró mendigando en el mercadillo y lo
llevó, junto a su hermana Marina, a un orfanato de la localidad.
“Yo
creía que el orfanato supondría un cambio radical en mi vida, porque lo único
que buscaba era poder comer con mi hermana. Yo creía que al llegar al orfanato
todos nos iban a tratar bien, que no iba a haber broncas, que nadie nos iba a
pegar como mi padre alcohólico, pero solo sucedió por un mes, porque éramos la
novedad”, lamentó.
“Al
final –continuó– la realidad del orfanato era completamente distinta y
empezaron los malos tratos. Muchas de las cuidadoras no estaban allí por
vocación real, sino por buscar un trabajo; nos maltrataban psicológicamente
diciendo que ‘esa sería nuestra vida, no seríamos nadie, nunca saldríamos de
allí porque nadie nos quería’.
Dimitri
narra que así vivió durante 4 años hasta el inicio de la década del 2000,
cuando se enteró que él y su hermana serían finalmente adoptados. En ese
entonces, tenía aproximadamente 10 años.
“La
primera vez que vi a mis padres me lancé a ellos. Solamente con verlos ya sabía
que eran mis padres, porque yo llevaba dos años pidiéndole a Dios conocerlos.
Cuando les vi fue la respuesta de Dios a mis oraciones, en aquel tiempo en el
que me escondía para poder rezar en el orfanato, por estar mal visto”, narra
Dimitri.
Luego
de su respuesta, se le preguntó cómo sabía de la existencia de Dios, quién le
había enseñado y cómo decidió empezar a rezarle, debido a que no había mencionado
algo sobre el creador hasta este punto.
Dimitri
explica que cuando tenía cerca de seis años e ingresó al orfanato, no creía en
Dios.
“Un
día a los 7 años y medio, más o menos, un pope (un sacerdote
ortodoxo) vino a darnos una charla voluntaria sobre Dios. Fuimos solo tres a
esa charla y él nos habló de un Padre que nos amaba y estaba siempre con
nosotros”, comenta.
Al
escucharlo, Dimitri se enojó al notar sus propias condiciones de vida y pensó
que Dios lo había abandonado. El pope le pidió que se acercara
después de la charla; Dimitri lo hizo y el religioso le obsequió unas imágenes,
unas velas y un libro azul. Luego le dijo que debía rezar a Dios con mucha fe
para que le conceda los deseos de su corazón.
“Así
empecé a encerrarme al baño a rezar cada noche, porque eso estaba de cierto modo
mal visto”, dijo, y añadió: “Lo único que me traje del orfanato a España fueron
esos iconitos de los santos que me dio el pope y que todavía los sigo
teniendo”.
“Son
como una reliquia”, aseguró.
A
inicios de la década del 2000, Dimitri y Marina fueron adoptados por Hubaldo
(54) y Rosa (53), dos españoles católicos no practicantes.
Según
Dimitri, una de las cosas que les sorprendió a sus padres fue que, en su mesa
de noche, colocaba a las imágenes de los santos.
“Luego
de dos o tres años después de la adopción, empezó a sentir que ya no necesitaba
a Dios y que ya tenía todo lo que había deseado: Que era tener una familia. A
los 13 años rompí mi relación con Dios por una historia de amor que ocurrió con
una chica. Me enfadé y pensé que Dios me castigaba. Hasta ese momento yo
pensaba que había un Dios castigador”, contó.
Según
Dimitri, desde ese momento tiró los íconos de los santos y empezó a llevar una
vida alejada de Dios y de la Iglesia.
“Fiestas,
chicas, fumar de todo, escaparme de casa, fui muy egoísta y mis padres
sufrían”, dijo.
Pasaron
los años y los padres de Dimitri decidieron llevar un curso de cristiandad; al
concluirlo, se convirtieron verdaderamente a la fe católica.
“Todos
los años que estuve alejado de la Iglesia ellos rezaron mucho por mí”, contó.
En
el 2011, cuando tenía cerca de 22 años, Dimitri realizó servicio en el ejército
español por un periodo de dos años. Fue en aquel tiempo en el que estuvo a
punto de cometer suicidio.
“Una
noche me di cuenta que seguía tan vacío como a los 13 años cuando dejé a Dios
de lado. Es decir, que en esos ocho años que había estado alejado yo no había
crecido en nada. Todo eso me llevó a querer suicidarme. Yo había alejado a
todos de mi vida”, relata.
Sin
embargo, antes de intentar acabar con su vida, Dimitri recibió la llamada de
una amiga y una invitación inesperada.
“Justo
cuando iba a cortarme las venas me acuerdo de Dios y yo le digo: ‘Dios por qué
estás en silencio conmigo’. Empecé a llorar e inmediatamente me llama una amiga
y me dice: ‘Dimitri te llamo para invitarte a un cursillo de cristiandad’. En
ese momento yo tiro la navaja y empecé a reírme al darme cuenta de la tremenda
estupidez que iba a cometer. Me di cuenta que Dios me tendía nuevamente la mano
y asistí al curso de cristiandad”, narra.
Volver a casa
Luego
de estar alejado de Dios aproximadamente ocho años, y haber realizado el curso
de cristiandad en el 2011, Dimitri comenzó a tener una gran devoción a la
Virgen María.
Un
día, cuando reabrió el cajón donde había dejado las imágenes “de los santos”
que le obsequió el pope en Rusia, descubrió que, en realidad, quienes
estaban representados en las estampillas eran figuras de la Virgen María.
“Ella
estuvo desde el principio en mi vida y no me había dado cuenta. Fue allí donde
entendí que la Virgen actúa de tal forma que siempre queda en segundo plano,
porque el que siempre debe destacar es Jesús”, destacó.
“Cuando
volví a casa (a la Iglesia Católica), me di cuenta que lo que me llevó a hacer
todo ese mal en mi vida fue una gran herida a causa del abandono de mis padres
biológicos. El tema es que los odié tanto que les deseaba la peor de las
muertes. Sin embargo, el Señor me demostró cuán equivocado estuve al enseñarme
que debía respetarles y dar las gracias por una sola acción que realizaron: El
darme la vida”, agregó.
Luego
de tal descubrimiento, Dimitri cuenta que pasaron cuatro años en los que, si
bien iba a Misa los domingos y se sentía como “buen católico”, nunca se formó
en la fe y, en el fondo, no entendía lo que era realmente ser católico.
“Luego
de tener una conversación con una amiga, caí en la cuenta de lo lejos que
estaba de Dios, que me había alejado sin darme cuenta. Yo veía a un Dios
castigador hasta que, de pronto, vi que Dios me amaba con locura y empecé a ver
mi vida como un auténtico milagro. Allí decido volcarme completamente a Él y
dejar mi vida anterior”, narra.
Luego
de pertenecer a las Fuerzas Armadas Españolas entre 2011 y 2013, Dimitri
estudió Ingeniería de Telecomunicaciones. Allí descubrió que sus dones estaban
en el desarrollo web; por ello hizo un grado superior de desarrollo de
aplicaciones web y creó su propia empresa.
“Cuando
dejé a Dios entrar en mi vida, empecé a leer noticias y ver páginas web
católicas, y me di cuenta que había mucha necesidad de saber transmitir el
contenido y, sobretodo, de implementar un buen diseño y modernizar
absolutamente todo, porque había muchos sitios que se había quedado muchos años
luz atrás”, explicó Dimitri.
Fue
en ese momento, que se planteó que la Iglesia debería “estar a la misma altura”
que el mundo y ser “profesionales en este sentido”.
“En
la JMJ Cracovia 2016 me di cuenta que Dios me llamaba a eso: A renovar la
Iglesia en Internet, a través de proyectos de evangelización de calidad,
profesionales y comprometidos con la doctrina”, contó.
Dimitri
dijo que de esa manera nació Cathopic, una plataforma de fotografías católicas
de calidad profesional totalmente gratuitas lanzadas en enero de 2017, donde
además, cualquier fotógrafo podrá aportar sus propias imágenes.
Más
adelante, fundó Mater Coeli, “un proyecto de agradecimiento a la Virgen” en el
que cualquier persona, desde cualquier lugar del mundo, puede prepararse
durante 33 días para consagrarse a la Madre de Dios siguiendo el método de San
Luis María Grignion de Montfort.
“Ahora
tiene más de 3 mil consagrados, pero eso lo hace la Virgen porque yo lo que
hice fue crear un algoritmo matemático que hiciera todos los cálculos. La gente
se inscribe y yo no me entero”, contó Dimitri.
En
la actualidad, el joven nacionalizado español está desarrollando una nueva
plataforma llamada “Holydemia” que abarcará la formación católica remota para
todo nivel y que se lanzará en los próximos meses.
“Siento
un gran llamado del Señor para meterme en ese mundo. Creo que hay muchos cursos
de formación, pero están dispersos. Creo que los católicos no tenemos un centro
de formación al que poder acudir y formarnos en lo que queramos y con
diferentes instructores”, explica.
Además
de este proyecto, Dimitri empezó a formar parte del área de Tecnologías de la
Información del Grupo ACI, del que es parte ACI Prensa.
Al
final de la entrevista Dimitri, contó con alegría que contraerá matrimonio en
los próximos meses. Antes de comprometerse, tuvo un proceso de “purificación”
que duró más de un año, en el que estuvo solo y en el que le pidió a Dios que
lo preparara para el día en que conocería al amor de su vida.
“Cuando
acabé esa etapa de mi vida, Dios me presentó a mi prometida y empezamos un
noviazgo”, dijo.
También
comentó que la relación con sus padres mejoró grandemente y hoy es estupenda.
“Dios
me parece un ‘crack’, porque lo tiene todo tan bien pensado. Mi vida es un
cúmulo de varios errores que Dios los convirtió en algo perfecto. Si tuviera
que ver mi vida en un plano general, diría que es una obra maestra”, concluyó
Dimitri.
Por Diego
López Marina
Fuente:
ACI Prensa