Ayer
por la mañana tuvo lugar la apertura del 91 año judicial del Tribunal de la
Ciudad del Vaticano
2020.02.15 Apertura del 91 Año Judicial del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano
(Vatican Media)
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El
Papa se dirigió ayer en la mañana a los miembros del Tribunal de la Ciudad del
Vaticano. Para el Pontífice, la justicia debe ir acompañada de las virtudes
cardinales, las que actúan como bisagras: prudencia, fortaleza y templanza. Y
sobre los cambios en las leyes, habló de los cambios que está experimentando la
legislación vaticana en el sector penal.
Ayer
por la mañana tuvo lugar la apertura del 91 año judicial del Tribunal de la
Ciudad del Vaticano. El Papa Francisco en su discurso les recordó a los
presentes, que para promover la justicia es necesario tener una actitud
particular no sólo intelectualmente, sino también moral y deontológicamente.
Las palabras de Jesús, dijo el Papa, pueden ayudarnos en esto: "Con la
medida con que juzguéis, seréis juzgados".
“El
Evangelio nos recuerda que nuestros intentos de justicia terrenal siempre
tienen como horizonte último el encuentro con la justicia última, la de Dios.
Estas palabras no deben asustarnos, sino animarnos a cumplir nuestro deber con
seriedad y humildad”.
Muchos
de los presentes, están involucrados en instituciones responsables de la
administración de la Justicia y la protección de la ley y el orden. A ellos les
exhortó a continuar en su esfuerzo diario de establecer la justicia.
Comprometiéndose cada uno a ser conscientes de sus importantes
responsabilidades. Abrir espacios y nuevos caminos para la aplicación de la
justicia para la promoción de la dignidad humana, de la libertad, en
definitiva, de la paz.
Francisco
recordó que quienes están llamados a juzgar, lo deben hacer con criterios
humanos, porque la justicia, no fluye tanto de la perfección formal del sistema
y las reglas, sino de la calidad y la rectitud de las personas, in primis de
los jueces.
Antes de juzgar al otro
encontrar la justicia interior
El
Evangelio, señaló, nos enseña una mirada más profunda a la mentalidad mundana,
y nos muestra que la justicia propuesta por Jesús no es un simple conjunto de
reglas aplicadas técnicamente, sino una disposición del corazón que guía a los
que tienen responsabilidad.
Pero
antes de juzgar al otro, el Papa dijo que es necesario establecer la justicia
dentro de nosotros, luchando con fuerza para marginar la cizaña que nos habita.
Pero la vigilancia sobre nosotros mismos, con la consiguiente lucha interior,
nos ayuda a no dejar que el mal se apodere del bien. En este sentido, invitó a
todos a sentirse involucrados no sólo en un compromiso externo que concierne a
los demás, sino también en un trabajo personal dentro de cada uno de nosotros:
nuestra conversión personal. ¡Esta es la única justicia que genera justicia!
Las virtudes cardinales de
la mano de la justicia
Pero
para el Pontífice, la justicia por sí sola no es suficiente, debe ir acompañada
también de las otras virtudes, especialmente las virtudes cardinales, las que
actúan como bisagras: prudencia, fortaleza y templanza.
“La
prudencia, nos da la capacidad de distinguir lo verdadero de lo falso y nos
permite atribuir a cada uno lo suyo.
La
templanza como elemento de moderación y equilibrio en la evaluación de hechos y
situaciones nos hace libres para decidir según nuestra conciencia.
La
fortaleza nos permite superar las dificultades que encontramos, resistiendo las
presiones y las pasiones. Especialmente les puede servir de ayuda a ustedes en
la soledad que a menudo experimentan al tomar decisiones complejas y
delicadas”.
La
tarea de juzgar, dijo, requiere no sólo preparación y equilibrio, sino también
pasión por la justicia y conciencia de las grandes y obedientes responsabilidades
del juicio.
Los cambios de la
legislación vaticana
Un
segundo punto sobre la justicia son las leyes que regulan las relaciones
interpersonales y, por tanto, su legalidad, pero también los valores éticos que
constituyen el trasfondo. En su discurso, el Papa recordó los cambios que está
experimentando en el último decenio la legislación vaticana, en particular en
el sector penal. Con el objetivo no sólo de alcanzar una modernización, pero
sobre todo por la necesidad de respetar los compromisos internacionales que la
Santa Sede ha asumido también en nombre del Estado Vaticano. Compromisos que
conciernen sobre todo a la protección de la persona humana, amenazada en su
propia dignidad, y a la protección de los grupos sociales, a menudo víctimas de
nuevas y odiosas formas de ilegalidad.
Para
concretar este compromiso, la Santa Sede ha iniciado un proceso de adaptación
de su legislación a las normas del derecho internacional y, en el plano
operacional, se ha comprometido especialmente a luchar contra la ilegalidad en
la esfera de las finanzas a nivel internacional. Con ese fin, ha fomentado las
relaciones de cooperación y el intercambio de políticas e iniciativas de
aplicación de la ley, creando espacios internos de vigilancia e intervención
capaces de llevar a cabo controles estrictos y eficaces.
A
raíz de estas acciones, se han descubierto “situaciones financieras
sospechosas”, que más allá de la posible ilegalidad, no se ajustan a la
naturaleza y los objetivos de la Iglesia, y han generado desorientación y ansiedad
en la comunidad de los fieles. Estos hechos han sido señalados a la atención
del poder judicial y aún no se han aclarado en los perfiles de relevancia
penal.
Aunque
si no es aún el momento para ampliar esta información, como dijo Francisco, en
todo caso, dada la plena confianza en la labor de los órganos judiciales y de
investigación, y sin perjuicio del principio de la presunción de inocencia de
las personas investigadas, un hecho positivo, afirmó, es que precisamente en
este caso, los primeros informes fueron realizados por autoridades internas del
Vaticano, activas, aunque con competencias diferentes, en los sectores
económico y financiero. Esto demuestra la eficacia y la eficiencia de las
medidas de represión, como lo exigen las normas internacionales.
La
Santa Sede está firmemente decidida a continuar por el camino emprendido, no
sólo en lo que respecta a las reformas legislativas, que han contribuido a una
consolidación sustancial del sistema, sino también mediante el inicio de nuevas
formas de cooperación judicial tanto a nivel de los órganos de investigación
como de los organismos de investigación, en las formas previstas por las normas
y la práctica internacionales. En este campo, el Cuerpo de Gendarmería también
se ha distinguido por su actividad de investigación en apoyo de la Oficina del
Promotor de la Justicia.
Patricia
Ynestroza-Ciudad del Vaticano
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