Congreso de Laicos
Ana Medina y Antoni Vadell durante la ponencia final (foto: Nacho Arregui) |
«La
sinodalidad, la vamos a hacer juntos», así lo ha dicho esta mañana Ana
Medina, periodista de Trece y una de los dos comunicadores de la ponencia
final. Junto a ella, el obispo auxiliar de Barcelona Antoni Vadell, que ha
incidido en lo mismo. «Vosotros, queridos laicos y laicas, no estáis solos.
Sentíos acompañados por el Señor, el Espíritu, la Virgen, la Iglesia, y también
por vuestros pastores», ha dicho.
Esta
ponencia final lleva detrás un equipo de gente que la fue preparando y, además,
había dejado un espacio en blanco. Ha sido para recoger las conclusiones del
día de ayer en los grupos de reflexión que se formaron después de los grupos
formativos. Y, ciertamente, las ideas han sido abundantes y buenas, explicadas
por Medina y Vadell.
Además,
Medina y Vadell contaron con la ayuda directa de varios de los
asistentes. Habían plantado semillas debajo de algunos asientos,
donde se recogían algunas de las propuestas salidas de este congreso. Una de
ellas, la número 6, cayó justo debajo de la silla del arzobispo de Barcelona,
el cardenal Juan José Omella.« Teniendo como prioridad primera a los
pobres», leyó. Otras de las ideas que fueron surgiendo: amarnos y conocernos,
abrir las puertas de la Iglesia, cuidar lo pequeño, anunciar el Evangelio sin
descanso, o estar cerca de la gente. Y, por supuesto, el encuentro.
Quitar las sillas
Una
de las ideas clave de este congreso está siendo la salida, el huir de la zona
de confort. Por ejemplo, Vadell ha explicado a través del relato de la
multiplicación. «El Señor nos invita a sentarnos en el suelo. ¿Por qué el
evangelista nos lo dice? Pensé, pues porque así se pueden sentar en el suelo y
desaparecen las sillas, que impiden la sinodalidad», aseguró y añadió que «la
silla, en el fondo, es nuestro propio ego».
Lo
hizo precisamente, haciendo referencia a todas esas sillas que
significan cargos, o lugares fijos que nos hacen cerrarnos en nosotros mismos e
impiden una Iglesia en salida. A ello, Medina añadió que «la conversión parte
de que estemos dispuestos a convertirnos y de la humildad; que nos sentemos en
el suelo».
También
hablaron del sueño que Dios tiene para cada persona. «¿Habéis dormido, habéis
llegado a la fase REM? Pues hay alguien que seguro que ha soñado con nosotros:
Dios», afirmó. El sueño «de una película de acción en la que los laicos no
somos actores de reparto, sino los protagonistas».
Renovado Pentecostés a
fuego lento
Durante
la ponencia final se destacaron las que se han considerado en este congreso las
actitudes más destacadas de los cristianos. Vadell ha mencionado la
receptividad a dejarse mover por el Espíritu Santo, algo repetido en los
grupos. «El Espíritu nos envía en el primer anuncio, es el formador de
formadores, es el que acompaña, muchas veces a través de los hermanos. Y es el
que mantiene viva nuestra identidad para nuestra presencia. Es el renovado
Pentecostés», ha enumerado el obispo auxiliar de Barcelona.
Medina
ha subrayado, además, que «el Espíritu es fuente de comunión, que nos une y nos
pone en relación con los demás». Una comunión que no siempre es fácil ni mucho
menos rápida, tal y como ha explicado Vadell poniendo como ejemplo el grupo de
reflexión en el que participó ayer por la tarde: «Nos costaba concretar
actitudes, cada uno quería poner su cucharada, esto es comunión, escucharnos,
compartir, incluso sufrir. Buscar el consenso, lo que nos une. A veces se
nos urge la rapidez, y los procesos de comunión son fuego lento».
Revista
Ecclesia