Desde el comienzo de la humanidad, los demonios se han
empeñado en llevarnos a la condenación eterna
Satanás no está solo en su misión de destruir a la
humanidad. Lo acompañan demonios, espíritus malignos cuya misión principal es
interrumpir el propósito de nuestras vidas y alejarnos de Dios.
El Catecismo
de la Iglesia Católica explica:
“La Escritura y la Tradición de la Iglesia
ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cf.
Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno,
creado por Dios. “El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios
con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos”. La
Escritura habla de un pecado de estos ángeles. Esta “caída” consiste en la
elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e
irrevocablemente a Dios y su Reino” (CIC 391-392).
El libro de
Apocalipsis también muestra que Satanás no estaba solo en su rebelión contra
Dios.
“Entonces se entabló una batalla en el
cielo: Miguel y sus Angeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus
Angeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para
ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado Diablo y
Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a la tierra y sus Angeles
fueron arrojados con él” (Apocalipsis
12, 7-9).
Antes de
estos versículos, el autor escribe cómo la cola del dragón “arrastra
la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra”
(Apocalipsis 12, 4). Esto a menudo se interpreta como una referencia a un
“tercio” de los ángeles en el cielo que se unió a la rebelión de Satanás.
En general,
se cree que hay una gran cantidad de ángeles en el Cielo, un número difícil de
comprender para la mente humana.
Con esto en mente, el número de ángeles
caídos no puede considerarse pequeño y esta es una razón por la cual la
influencia de Satanás se extiende por todo el mundo.
Desde esta
caída inicial al comienzo de la creación, Satanás y sus demonios han tenido
humanos en el punto de mira. El libro del Apocalipsis nuevamente revela algo
sobre el dragón:
“Entonces
despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, los
que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús”
(Apocalipsis 12,17).
Los humanos
son la perla de la creación de Dios y Satanás quiere hacer todo lo que esté en
su mano para destruir esa perla. Esto significa tentarnos a destruirnos
esencialmente, tomando decisiones equivocadas que crean un espíritu de rebelión
en nuestros corazones.
Su juego final es hacer que rechacemos
completamente a Dios, uniéndonos a él en su miseria eterna.
La buena
noticia es que los demonios no tienen poder infinito y técnicamente son
bastante inofensivos para un alma en unión con Dios.
No pueden
hacer nada más que tratar de asustarnos, mientras que podemos invocar el poder
de Dios para expulsarlos de nuestras vidas. Son impotentes en comparación con
la majestad y la gloria de Dios.
Los
demonios ciertamente pueden causar estragos en nuestro mundo, pero solo si
cooperamos con ellos. En
verdad son cobardes, separados de Dios por su tonta elección.
Philip Kosloski
Fuente:
Aleteia