Ha remitido una carta a los obispos en la que les invita a entregar, junto a sus sacerdotes, una parte de su sueldo o una aportación fija durante un tiempo determinado para ayudar a quienes más sufren la crisis económica. Esta iniciativa se hace extensiva a toda la comunidad cristiana
También
señalan su preocupación por la economía de las diócesis y parroquias ante la
interrupción de las colectas y la previsión de una disminución de los ingresos
habituales y de la asignación tributaria en los próximos ejercicios. Ante estas
circunstancias, llaman a todos a asignar en favor de la Iglesia en la
declaración de la Renta. Además, recuerdan la existencia del portal www.donoamiiglesia.es,
en el que es posible realizar aportaciones económicas de modo sencillo a las
diversas instituciones eclesiales, incluidas las parroquias.
Los
obispos hacen este llamamiento a la “corresponsabilidad” sin olvidar la
generosidad con la que está respondiendo la iglesia “singularmente a través de
la acción de sus Cáritas parroquiales y diocesanas, la presencia de la vida
consagrada en residencias de mayores y servicios sociales, junto con otras
muchas iniciativas de instituciones y organizaciones eclesiales; también con la
participación de tantos católicos en ONGs y asociaciones civiles”.
La
carta termina recordando que estamos en camino “de abrir de nuevo los templos y
ofrecer de manera progresiva la participación en la Eucaristía, alimento de la
Comunión del Pueblo de Dios”.
Texto completo de la carta
de la Comisión Ejecutiva
Anunciamos tu muerte,
proclamamos tu resurrección. ¡Ven Señor Jesús!
Estimado
hermano:
La
pandemia provocada por el COVID-19 y el obligado confinamiento para evitar su
propagación tienen consecuencias de muy diverso orden en la vida social y
eclesial.
Vivimos
un desafío pastoral que refuerza el significado de la Iglesia doméstica y la
creatividad pastoral, pero nos impide congregarnos físicamente en torno al
altar, como pueblo santo de Dios, para vivir plenamente la realidad sacramental
que nos constituye.
Las
consecuencias sanitarias, sociales y económicas se hacen notar con la
preocupación de su evolución en el futuro inmediato. La Iglesia está
respondiendo con generosidad, singularmente a través de la acción de sus
Cáritas parroquiales y diocesanas, la presencia de la vida consagrada en
residencias de mayores y servicios sociales, junto con otras muchas iniciativas
de instituciones y organizaciones eclesiales; también con la participación de
tantos católicos en ONGs y asociaciones civiles.
También
la economía de nuestras Diócesis y Parroquias se resiente con los templos
cerrados y la interrupción de las colectas y otros ingresos. Es, además, fácil
de prever que en el futuro disminuirán los ingresos habituales y la asignación
tributaria se resentirá en los próximos ejercicios ante la probable disminución
de la recaudación por el IRPF, motivada por la crisis económica que se nos
viene encima. En estas circunstancias, estamos llamados a convocar a la
corresponsabilidad de todos en el sostenimiento de la Iglesia y en la
solidaridad con los pobres de cerca y de lejos.
En
estas semanas, hemos pedido dinero para Cáritas y OMP, y comienza la campaña de
la Renta con la invitación a todos a asignar en favor de la Iglesia, recordando
también la existencia del portal www.donoamiiglesia.es, en el que es posible
realizar aportaciones económicas de modo sencillo a las diversas instituciones
eclesiales, incluidas las parroquias.
Creemos
que salir a la plaza pública solicitando esta corresponsabilidad y ayuda, pide
de nosotros, obispos y presbíteros, un paso adelante de generosidad. Por ello,
invitamos a que cada Obispo vea como realizar esta sugerencia al presbiterio de
su Diócesis, proponiendo la entrega de una parte de nuestro sueldo o una
aportación fija durante un tiempo determinado y pidiendo a la comunidad
cristiana que pueda sumarse también a esa iniciativa. El dinero recaudado
podría ser destinado a ayudar a quienes sufrirán más la crisis económica en la
que nos está sumiendo la paralización de la vida económica.
Si
el confinamiento ha desarrollado nuestra imaginación pastoral, también hemos de
crecer en esta expresión de la comunión cristiana de bienes, la
corresponsabilidad en el sostenimiento de la Iglesia y la solidaridad,
especialmente en esta hora, en la que resuena la voz del Resucitado: “lo que
hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” y
el eco de la primera comunidad: “los creyentes vendían posesiones y bienes, y
lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno”. Todo ello en el
camino de abrir de nuevo los templos y ofrecer de manera progresiva la
participación en la Eucaristía, alimento de la Comunión del Pueblo de Dios.
Domingo
19 de abril de 2020, Octava de Pascua, Divina Misericordia
Fuente:
Conferencia Episcopal Española