“En
este año tan especial, la luz del resucitado es más necesaria que nunca para
iluminar tantas enseñanzas del momento que vivimos”
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Imagen referencial. Crédito: Pixabay. |
Mons.
José Ignacio Munilla, Obispo de San Sebastián (España) compartió su
felicitación de pascua centrada en 10 puntos y pidió a la Virgen de Aránzazu
que “nos ayude a transformar las ‘espinas’ de este momento en semillas de
resurrección”.
Según
explicó el Prelado, con la “llegada la Pascua de Resurrección los cristianos
acostumbramos a felicitarnos, al igual que en la Nochebuena. Lo hacemos desde
la luz que el misterio de Cristo proyecta en nuestras vidas”.
“En
este año tan especial, la luz del resucitado es más necesaria que nunca para
iluminar tantas enseñanzas del momento que vivimos”, destacó y compartió este
“anuncio pascual a modo de decálogo”.
1.- Lo pequeño e
invisible puede llegar a ser determinante: Y esto es así, no solo por lo que
respecta a un microorganismo que puede resultar mortal para la vida del hombre,
sino también por lo que narra el Evangelio sobre el grano de mostaza (Mc 4,
30-32). Con frecuencia, la gracia de Dios se transmite a través de lo pequeño y
escondido.
2.- Somos frágiles y
vulnerables.
No nos salvamos solos: El “seréis como dioses” que resonó en el pecado original
de Adán y Eva, es la gran mentira que conduce al hombre al abismo. La
aceptación de los propios límites es el principio de la sabiduría.
3.- ¡Somos uno! La emancipación es
una quimera: No es verdad eso de que mi libertad termine donde empieza la del
prójimo, o que la suya termine donde empieza la mía. Lo cierto es que nuestras
libertades están entrelazadas, y que tenemos que aprender a convivir con ello.
4.- El futuro del
mundo depende en buena medida de nuestro compromiso. Es posible vivir de otra
manera: Estamos en un mundo globalizado, cuyo futuro depende de un cambio de
actitud, que incluya la conversión de nuestros hábitos de vida desordenados.
5.- El miedo o pánico
puede llegar a ser nuestro mayor enemigo: La irresponsabilidad comunitaria es letal, pero
el pánico también lo es. Es importante cultivar el dominio de nosotros mismos,
para poder vivir en paz interior sin dejarnos arrastrar por los miedos
irracionales.
6.- La soledad puede
ser o no ser buena:
La soledad de un cristiano está llamada a ser una soledad ‘habitada’. En no
pocas ocasiones nuestro sentimiento de soledad es la expresión de una carencia
de ‘intimidad’… Sin embargo, Dios ha querido que vivamos en comunión; de modo
que la ‘soledad habitada’ del cristiano es mucho más hermosa cuando se tiene
con quién compartirla…
7.- Es necesario parar y
pensar hacia dónde vamos. La pregunta por el sentido es determinante: Lo más duro no
es tener que sufrir en la batalla de la vida, sino hacerlo sin encontrarle un
sentido… Es triste cuando a alguien se le pregunta: "¿A dónde te
diriges?", y él se limita a responder: "No tengo ni idea. Camino por
la inercia de los que van por delante, y empujado por los que vienen por
detrás".
8.- Para poder mirar
hacia adelante, hay que mirar arriba: La tierra es redonda, de modo que los vigías de
los veleros suben a lo alto del mástil para poder ver más allá… Sin la
transcendencia no es posible descubrir el sentido de la vida. El sentido de la
vida solo puede ser conocido desde la Revelación de Dios.
9.- La compasión es
el sentimiento clave que nos permite esperar un mundo mejor: El concepto de
‘compasión’ (‘padecer con’) integra el concepto de ‘solidaridad’ y lo supera,
abriéndose al núcleo central del Evangelio que es la ‘misericordia’, revelada
en el Corazón abierto de Cristo.
10.- La última
palabra no es ‘muerte’, sino ‘resurrección’. Cristo nos enseña que la vida vence a la
muerte: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha
resucitado." (Lc 24, 5-6). La victoria de Cristo es también la nuestra,
puesto que Él es el ‘primogénito’ de entre los muertos: «Por tanto, si habéis
resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está
sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la
tierra. Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en
Dios." (Colosenses 3, 1-3).
Mons.
Munilla terminó felicitando la Pascua a todos y pidió "que nuestra Madre
de Aránzazu nos ayude a transformar las ‘espinas’ de este momento en semillas
de resurrección".
Fuente:
ACI Prensa