Jesús, siempre presente en los pobres
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Misa en la Casa Santa Marta, 6 abril 2020 © Vatican Media |
“Pienso
en un grave problema que existe en muchas partes del mundo. Me gustaría que hoy
rezáramos por el problema de la superpoblación en las cárceles. Donde hay
hacinamiento – tanta gente allí – existe el peligro, en esta pandemia, de que
termine en una grave calamidad. Oremos por los responsables, por los que tienen
que tomar las decisiones en esto, para que encuentren un camino justo y
creativo para resolver el problema”.
Esta
es la plegaria de oración del Santo Padre en la Misa de la Casa Santa Marta de
hoy, 6 de abril de 2020, que continúa siendo emitida en directo diariamente
debido a la pandemia de coronavirus.
Los pobres
En
su homilía, el Papa Francisco reflexionó en torno al pasaje del Evangelio de
Juan (Jn 12, 1-11) en el que María, hermana de Lázaro, ungió con un precioso
perfume los pies de Jesús, provocando la crítica de Judas.
Ese
perfume, según el que iba a traicionar al Señor, podría venderse y lo recabado
podía ser entregado a los pobres. El evangelista señala que dijo esto no porque
se preocupaba por los pobres, sino porque era un ladrón y, como tenía la bolsa
común, cogía lo que ponían en ella.
Jesús
le respondió: “Déjala hacer, porque ella tenía reservado ese perfume para el
día de mi sepultura. Porque siempre tienen a los pobres con ustedes, pero no
siempre me tienen a mí”.
El
Papa se refirió entonces a los pobres y subrayó las palabras de Jesús: “Los
pobres siempre están con ustedes”. En este sentido, apuntó que los necesitados
son muchos: “Están los pobres que vemos, pero ésta es la parte más pequeña; la
gran cantidad de pobres son los que no vemos: los pobres ocultos. Y no los
vemos porque entramos en esta cultura de indiferencia que es negacionista y
negamos”.
Jesús,
siempre presente en los pobres
Muchos
de los pobres son víctimas de las políticas financieras y de la injusticia
estructural de la economía mundial y se avergüenzan de no tener medios y acuden
a Cáritas en secreto.
“Y
hay tantos, tantos, que nos encontraremos con ellos en el juicio”, señala el
Pontífice. Pues, seremos juzgados por nuestra relación con los pobres, “no
seremos juzgados por el lujo o los viajes que hagamos o la importancia social
que tengamos”, aclaró.
Y
añadió: “Si yo, hoy, ignoro a los pobres, los dejo de lado, creo que no están
ahí, el Señor me ignorará el día del Juicio”.
Finalmente,
remarcó: “Cuando Jesús dice: ‘Tienen a los pobres siempre con ustedes’, quiere
decir: ‘Siempre estaré contigo en los pobres. Estaré presente allí’. Y esto no
es ser comunista, es el centro del Evangelio: seremos juzgados por esto”.
A
continuación, sigue la homilía completa del Santo Padre ofrecida por Vatican
News.
Homilía del Papa
Este
pasaje termina con una observación: “Los jefes de los sacerdotes decidieron
entonces matar a Lázaro también, porque muchos judíos se alejaban de ellos por
él y creyeron en Jesús”. El otro día vimos los pasos de la tentación: la
seducción inicial, la ilusión, luego crece – paso dos – y paso tres, crece y se
contagia y se justifica. Pero hay otro paso: sigue adelante, no se detiene.
Para éstos no fue suficiente con matar a Jesús, sino también a Lázaro, porque
era un testigo de la vida.
Pero
hoy me gustaría detenerme en una palabra de Jesús. Seis días antes de Pascua –
estamos justo en la puerta de la Pasión – María hace este gesto de
contemplación: Marta servía – como en el otro pasaje – y María abre la puerta a
la contemplación. Y Judas piensa en el dinero y piensa en los pobres, pero no
porque se preocupara por los pobres, sino porque era un ladrón y, como guardaba
la caja de dinero, cogía lo que ponían en ella.
Esta
historia del administrador infiel es siempre actual, siempre la hay, incluso a
un alto nivel: pensemos en algunas organizaciones caritativas o humanitarias
que tienen tantos empleados, tantos, que tienen una estructura muy rica en
personas y al final el cuarenta por ciento llega a los pobres, porque el
sesenta es para pagar el sueldo a tanta gente. Es una forma de quitarles el dinero
a los pobres. Pero la respuesta es Jesús. Y aquí quiero parar: “Los pobres
siempre están con ustedes”. Es una verdad: “Los pobres siempre están con
ustedes”. Los pobres están ahí. Son muchos: están los pobres que vemos, pero
ésta es la parte más pequeña; la gran cantidad de pobres son los que no vemos:
los pobres ocultos. Y no los vemos porque entramos en esta cultura de
indiferencia que es negacionista y negamos: “No, no, no son muchos, no se ven;
sí, es así…”, siempre disminuyendo la realidad de los pobres. Pero hay muchos,
muchos.
O
incluso, si no entramos en esta cultura de la indiferencia, existe la costumbre
de ver a los pobres como adornos de una ciudad: sí, están ahí, como estatuas;
sí, están ahí, se pueden ver; sí, esa viejecita mendigando, esa otra… Pero como
si fuera algo normal. Es parte de la ornamentación de la ciudad tener gente
pobre. Pero la gran mayoría son las víctimas pobres de las políticas
económicas, de las políticas financieras.
Algunas
estadísticas recientes lo resumen así: hay tanto dinero en manos de unos pocos
y tanta pobreza en muchos, en muchos. Y esta es la pobreza de tantas personas
que son víctimas de la injusticia estructural de la economía mundial. Y [hay]
tantos pobres que se avergüenzan de mostrar que no llegan a fin de mes; tantos
pobres de la clase media, que van en secreto a Cáritas y piden en secreto y
sienten vergüenza. Los pobres son mucho más que los ricos; mucho, mucho… Y lo
que dice Jesús es cierto: “Porque los pobres están siempre con ustedes”. ¿Pero
yo los veo? ¿Soy consciente de esta realidad? Especialmente la realidad oculta,
los que se avergüenzan de decir que no llegan a fin de mes.
Recuerdo
que en Buenos Aires me habían dicho que, en el edificio de una fábrica
abandonada, vacía durante años, estaba habitado por unas quince familias que
habían llegado en esos últimos meses. Fui allí. Eran familias con niños y cada
uno había tomado una parte de la fábrica abandonada para vivir. Y, mirándolos,
vi que cada familia tenía buenos muebles, muebles de clase media, tenían
televisión, pero iban allí porque no podían pagar el alquiler. Los nuevos
pobres que tienen que dejar la casa porque no pueden pagarla, van allí. Es esa
injusticia de la organización económica o financiera la que los lleva allí. Y
hay tantos, tantos, que nos encontraremos con ellos en el juicio.
La
primera pregunta que nos hará Jesús es: “¿Cómo te va con los pobres? ¿Los has
alimentado? Cuando estaba en prisión, ¿los has visitado? En el hospital, ¿lo
viste? ¿Ayudó a la viuda, al huérfano? Porque yo estaba allí”. Y por eso
seremos juzgados. No seremos juzgados por el lujo o los viajes que hagamos o la
importancia social que tengamos. Seremos juzgados por nuestra relación con los
pobres. Pero si yo, hoy, ignoro a los pobres, los dejo de lado, creo que no
están ahí, el Señor me ignorará el día del Juicio. Cuando Jesús dice: “Tienen a
los pobres siempre con ustedes”, quiere decir: “Siempre estaré contigo en los
pobres». Estaré presente allí”. Y esto no es ser comunista, es el centro del
Evangelio: seremos juzgados por esto.
Antes
de salir de la Capilla dedicada al Espíritu Santo, se cantó la antigua antífona
mariana Ave Regina Caelorum (Ave Reina del Cielo).
Larissa
I. López
Fuente:
Zenit