Dios ha soñado una vida perfecta para ti
![]() |
RG-vc | Shutterstock |
¿Qué cosas no quiero olvidar yo en mi camino? Temo
un día perder la memoria o desorientarme y olvidarlo todo. Pero no quiero
olvidar nunca lo importante.
Si está en mi mano no quiero olvidar muchas
cosas.
No quiero olvidar el amor que Dios me tiene, porque
a veces me parece que no lo veo tan cerca. No quiero olvidar su promesa cuando
me llamó a una vida plena.
No quiero olvidar mis deseos de niño de salvar el
mundo. No quiero olvidar esa pretensión ingenua de
entregarme por entero en todo lo que hago.
No quiero olvidar las cosas pequeñas de
cada día, esas que a veces pasan desapercibidas: un abrazo, un saludo lleno de
cariño, un te quiero dicho con voz queda, una mirada profunda llena de sonrisas.
No quiero olvidar ningún día la obligación que tengo de dar gracias
alabando a Dios por lo que me ha dado.
No quiero olvidar el perdón en mi alma.
Perdonarme a mí mismo por tantos errores cometidos. Perdonar a los que sin
querer o queriendo han difamado mi nombre o me han herido.
Perdonar a los que no me han querido como
yo esperaba que lo hicieran, simplemente porque no querían o no sabían hacerlo.
Perdonar a ese Dios de mi vida que no me ha
dado tantas cosas que yo esperaba y le había pedido con confianza ingenua.
No me quiero olvidar de sonreír siempre
también en medio de tormentas, cuando los miedos son poderosos dentro del alma.
No quiero olvidar la confianza y pensar que
Dios y los hombres me han dejado solo en medio del desierto.
No quiero olvidar la decisión que tomo de
comenzar de nuevo cada mañana, incluso después de haber
caído y haber llorado amargamente la derrota.
No quiero olvidarme de pedir disculpas cuando
no hago las cosas como yo creo que debería y hiero sin darme cuenta, o
sabiéndolo.
No olvido esas pequeñas sorpresas de cada
día por las que tengo que aprender a dar tantas gracias.
No me quiero olvidar de acabar el día de rodillas contemplando
al Dios que se hace fuerte en mis entrañas.
No quiero quitarme la sorpresa de niño
dibujada en mis ojos grandes y profundos, ingenuos, ante tantas cosas que me
llenan el alma.
No quiero dejar en el olvido esos recuerdos que guardo en fotografías,
en canciones, en palabras, en abrazos silenciosos que viven dentro de mi
corazón.
Porque no quiero dejar de pensar que Dios ha soñado una vida perfecta para mí,
imperfecta entre mis manos, pero sagrada y valiosa ante sus ojos.
No quiero olvidarme de llorar y emocionarme por
las cosas más sencillas de la vida, porque no quiero que mi corazón se ponga
duro y se olvide de las lágrimas.
No quiero olvidar a aquellas personas que han
dejado su huella profunda en mi corazón para siempre. No quiero descuidar esos vínculos
que Dios ha tejido con lazo firme dentro de mi propio cuerpo.
No quiero olvidar a los que ya han partido y me esperan
alegres al otro lado de mi mar, en la otra orilla, Susurrando
mi nombre cada noche para que confíe y siga caminando.
No quiero olvidar ese deseo hondo que siempre tuve en mi alma
de ser fiel, de ser alegre, de ser profundo.
No quiero olvidar a los que han formado
parte de mi historia y que a lo mejor ahora están más lejos, porque son retazos
de mi vida soñada en las manos de Dios. Y yo soy lo que soy gracias a tantos
que me han querido, han rezado por mí, han sido fieles.
No quiero olvidar los pasos dados, algunos en falso.
No quiero olvidarlos porque forman parte de mi historia santa, de mi camino por
el desierto.
No quiero olvidar los pecados cometidos, o aquellos que se
vuelven reincidentes, porque sé que mi miseria es la llave que abre la puerta
de la misericordia.
No quiero pensar que Dios me quiere más
cuando hago las cosas perfectas. Y me quiero un poco menos cada vez que cometo
algún desliz.
No quiero olvidarme de las veces en que he sido perdonado porque
esa es la roca sobre la que construyo mi vida tan frágil.
No quiero olvidar que soy capaz de caminar
sobre las aguas cada vez que dejo de pensar que todo depende de mis fuerzas.
Y que incluso cuando me hundo puedo alargar
la mano desde la oscuridad del océano profundo y tocar esa mano firme que me
saca de las aguas y me dice con voz tierna y trémula: ¿Por qué has dudado?
No quiero dejar de confiar nunca. Ni
siquiera cuando me hayan fallado tantas veces. Prefiero confiar antes que
controlar. Prefiero confiar y volver a confiar, aunque me hayan hecho daño.
Porque me gusta que confíen en mí y crean en esa luz que tengo oculta dentro de
mi alma.
No quiero nunca olvidar a aquellas personas que creyeron en mí cuando
yo no creía. Y a aquellos
que con paciencia me enseñaron a dar los primeros pasos en
mi vida.
No olvido a los que me han amado de forma incondicional cuando
yo ni siquiera sabía escribir la palabra amor con mis torpes manos.
No quiero olvidar ese silencioso estar junto a mí en
medio de la noche y mis debilidades. Porque me han mostrado con esos ojos
llenos de sonrisas que la vida merece la pena y que hay un Dios muy grande que
me sostiene siempre. Y que no hay miedos ni pesadillas que puedan vencer el
amor más grande que el hombre ha conocido.
Pero no quiero olvidar que soy niño, hijo, padre, hermano, amigo,
hombre, débil, inocente, enamorado, pobre. No quiero olvidar el amor que Dios me tiene
y que sostiene cada uno de mis pasos. No lo olvido.
Carlos
Padilla Esteban
Fuente:
Aleteia