Segundo
domingo de julio
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Dia del Mar (C) Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral |
Este
domingo se celebra el Día del Mar, como es tradición, el segundo domingo de
julio, cerca de la fiesta de la Virgen del Carmen (16 de julio), patrona de los
marineros, para recordar y rezar, de una manera especial, por la gente de mar
que trabaja lejos de su país, de sus seres queridos y de la Iglesia local.
Por
este motivo, el cardenal Peter K.A. Turkson, prefecto del
Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, ha escrito un
mensaje a los marineros y trabajadores del mar, quienes conscientes de la
difícil situación generada por la propagación del COVID-19 han decidido
posponer la celebración a una fecha posterior.
Este
año, la celebración del Domingo del Mar debería “haber sido un acontecimiento
gozoso”, por la celebración del centenario prevista
para el mes de octubre en Glasgow, Escocia, (ahora aplazada hasta 2021), ha
señalado monseñor Turkson. Sin embargo, “coincide con un momento histórico,
insólito y particularmente difícil”. Por ello, el prefecto lamenta: “Nuestro
sentimiento está con los familiares y los amigos de las innumerables víctimas
del coronavirus (entre ellos muchos marinos) y nos sentimos afligidos y
desorientados por las incertidumbres con respecto al futuro”.
Familias marineras de
Glasgow
El
motivo por el que se iba a celebrar el centenario en Glasgow se remonta a Peter
Anson, un reverendo anglicano que tenía su parroquia en el barrio marítimo de
Glasgow (Escocia), quien padecía y veía padecer aquellas familias marineras que
trabajaban mucho.
Con
largas estancias en la mar sin ver a la familia, con salarios ínfimos, que
apenas daban para subsistir a una familia, el padecimiento de este religioso
–convertido al catolicismo– fue en aumento. El reverendo Anson, conocedor y
seguidor de los postulados de la activista social Mary Richmond aplicó su método y creó
un lugar de ayuda y protección para todos los trabajadores que tienen que ver
con el mundo de la mar.
Apostolado del Mar
En
1920, este reverendo fundó el que seria el primer “Apostolado del Mar” que más
tarde, el 31 de enero de 1997, el Papa san Juan Pablo II, constituiría como
Organización Internacional de la Iglesia Católica (Stella Maris) en su carta apostólica Motu Proprio Stella Maris sobre
el apostolado marítimo.
Las Stella
Maris velan por la atención integral a los marinos y sus familias,
independientemente de su raza, credo, lengua, nacionalidad y género.
Actualmente hay en el mundo 1302 centros dedicados a los marinos, 146 con
residencia y están repartidos en 89 países. En España, de 37 diócesis costeras
el Apostolado del Mar está implantado en diez de ellas.
Mensaje del cardenal Peter
K.A. Turkson
Estimados
hermanos y hermanas en Cristo, queridos capellanes, voluntarios, amigos y
simpatizantes de Stella Maris.
Este
año, la celebración del Domingo del Mar debería haber sido un acontecimiento
gozoso, por la celebración del centenario prevista para el mes de octubre en
Glasgow, Escocia, (ahora aplazada hasta 2021). Sin embargo, coincide con un
momento histórico, insólito y particularmente difícil, que el Papa Francisco ha
descrito con las siguientes palabras: “Al igual que a los discípulos del
Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta
de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al
mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos
necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos”[1].
Nuestro
sentimiento está con los familiares y los amigos de las innumerables víctimas
del coronavirus (entre ellos muchos marinos) y nos sentimos afligidos y
desorientados por las incertidumbres con respecto al futuro.
La
pandemia del COVID-19 obligó a numerosos países a imponer un confinamiento
obligatorio y a cerrar muchas empresas, en un intento de impedir la difusión
del virus. Aun así, la industria marítima prosiguió su actividad, añadiendo una
multitud de retos a la vida de los marinos, que de por sí ya suele ser bastante
problemática, y situándoles en el frente de la lucha contra el coronavirus.
Los
buques, que transportan alrededor del 90% de los productos que nos permiten
llevar una vida normal en estas difíciles circunstancias, como productos
farmacéuticos o equipamientos médicos, siguieron navegando. Antes del cierre
total, la industria de los cruceros intentó convencer a los gobiernos y a las
autoridades portuarias de que mantuvieran abiertos los puertos y permitieran
desembarcar, de forma segura, a sus pasajeros. Al mismo tiempo, intentó
frenéticamente hallar formas de contener la propagación de infecciones entre
los pasajeros y la tripulación de barcos que se habían convertido en
incubadoras del COVID-19.
A
pesar de que los marinos desempeñan un papel fundamental en la economía
mundial, contribución importante y necesaria que las organizaciones e
instituciones han intentado enfatizar durante la crisis del COVID-19, las
actuales legislaciones y la política dominante no les ha otorgado la
consideración que se merecen. Por esta razón, el Domingo del Mar es una
oportunidad, que se nos brinda, para revalorizar el papel de los marinos y
recordar algunos de los problemas que afectan negativamente su vida; problemas
que se ven agudizados por la sospecha y el temor al contagio.
En
una situación de emergencia sin precedentes como la que estamos viviendo, los
miembros de la tripulación, que ya habían transcurrido entre seis y diez meses
embarcados, han tenido que soportar un grave inconveniente: la ampliación de su
período de trabajo. Esto conlleva un aumento de la fatiga personal y una
prolongada ausencia de sus seres queridos y de la comodidad de sus hogares. Los
100.000 marinos que cada mes, según estimaciones, finalizan sus contratos y
están impacientes por regresar a casa, no han podido hacerlo debido al brote de
la COVID-19 y posterior cierre de las fronteras nacionales y cancelación de
vuelos. Igualmente, miles de marinos que estaban preparados para embarcarse con
un nuevo contrato, se quedaron confinados en hoteles y dormitorios en todo el
mundo, teniendo a menudo que depender de instituciones caritativas para
satisfacer sus necesidades básicas, como alimentación, higiene, adquisición de
tarjetas SIM, etc..
Debido
a la imposibilidad de obtener licencia para bajar a tierra y del acceso
limitado al puerto para llevar a cabo visitas a bordo, los marinos embarcados
sufren el aislamiento y un grave estrés psicofísico, que lleva a muchas
tripulaciones al borde de la desesperación, llegando incluso a cometer
suicidio.
Nos
llegan noticias de muchos marinos con problemas médicos, graves y
potencialmente letales, no relacionados con el COVID-19. Sin embargo, necesitan
recibir con urgencia atención médica en los hospitales en tierra, tratamientos
que, lamentablemente, se les negaron o se retrasaron hasta que pudieron ser
trasladados en camilla. Además, los marinos que regresaron a casa después de un
largo y dramático viaje, han tenido que someterse a cuarentena, o han sido
víctimas de discriminación en su propio país porque son considerados portadores
del coronavirus.
Debemos
también lamentar el hecho de que, mientras los marinos garantizan, con
dedicación y enormes sacrificios personales, el continuo funcionamiento de las
cadenas de suministro, algunos armadores, agencias de tripulaciones y
directivos sin escrúpulos, utilizan la excusa de la pandemia para ignorar sus
obligaciones hacia estos marinos, negándose a garantizarles sus derechos
laborales, los salarios adecuados y la promoción de un entorno laboral seguro
para todos.
Según
un informe, durante los tres primeros meses de 2020 se ha registrado un
incremento del 24% en el número de ataques e intentos de secuestro por parte de
piratas, con respecto al mismo período de 2019. Al parecer, el coronavirus no
ha logrado detener los robos a mano armada, que siguen representando una
amenaza para los marinos y añaden así ulterior ansiedad y motivo de
preocupación a existencias, ya bajo presión por la incertidumbre causada por el
virus.
Además
de las experiencias antes mencionadas, que describen un medio de subsistencia
peligroso, debemos considerar ahora que los marinos se enfrentan a la real
amenaza de perder este precario medio de vida, ya que para muchos se traducirá
en la pérdida total de ingresos y la incapacidad de asumir responsabilidades
sociales y domésticas, como por ejemplo el pago de facturas, la educación de
las personas a su cargo y el bienestar de la familia.
Habida
cuenta de lo anteriormente expuesto, la celebración del Domingo del Mar,
especialmente por parte de los cristianos, es un llamamiento a la “opción
preferencial por los pobres” marinos, una opción a vivir en solidaridad con
ellos. San Juan Pablo II calificó la solidaridad como una “virtud” y
la definió “un compromiso irrenunciable por el bien del prójimo”. Esta debería
ser nuestra actitud hacia estos marinos, puesto que las personas que son
pobres, no solo porque exponen constantemente su vida al peligro, sino porque
lo hacen para garantizar los movimientos de mercancías en favor de una economía
mundial sana, merecen verdaderamente nuestra estima y nuestra gratitud.
Por
esta razón, deseamos proponeros nuevamente el mensaje del Secretario General de
la Organización Marítima Internacional (OMI),
Kitack Lim: “No estáis solos. No os hemos olvidado”.
No
estáis solos: los capellanes y los voluntarios de Stella Maris están con
vosotros, dondequiera que estéis; no necesariamente sobre una pasarela, sino a
través de una “capellanía virtual” que se mantiene en contacto con vosotros
gracias a las redes sociales, siempre disponibles para responder a vuestra
llamada, para escucharos y rezar por vuestro bienestar y el de vuestras
familias.
No
os hemos olvidado: los capellanes y los voluntarios de Stella Maris estarán con
vosotros durante los próximos meses, cuando se pondrá a prueba vuestra
capacidad de resiliencia, e intentaremos responder a vuestras necesidades
materiales y espirituales. Estaremos siempre a vuestro lado, aliviando vuestras
preocupaciones, defendiendo vuestros derechos y luchando contra la
discriminación.
No
estáis solos. No os hemos olvidado: el próximo mes de agosto, la intención de
la oración universal que expresa la gran preocupación del Papa Francisco por la
humanidad y la misión de la Iglesia, está dedicada al mundo marítimo. Se
invitará a todas las comunidades católicas del mundo a rezar por todos los
que trabajan y viven del mar, entre ellos, los marinos, los pescadores y sus
familias.
Encomendamos
a María, Estrella del Mar, el bienestar de la gente de mar, el compromiso
y la dedicación de los capellanes y de los voluntarios y rezamos a Nuestra
Señora para que nos proteja de todos los peligros, especialmente de la
calamidad del COVID-19.
Cardenal
Peter K.A. Turkson
Prefecto
Prefecto
El Domingo del Mar se
suele celebrar el segundo domingo de julio, para recordar y rezar, de una
manera especial, por la gente de mar que trabaja lejos de su país, de sus seres
queridos y de la Iglesia local. Conscientes de la difícil situación
generada por la propagación del COVID-19, algunas Stella Maris nacionales han
decidido posponer la celebración a una fecha posterior. Por esta razón, este
mensaje se puede utilizar en cualquier otro momento.
Rosa
Die Alcolea
Fuente:
Zenit