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| 20-10-2020 Encuentro Internacional por la Oración de la Paz |
Congregados en Roma en el «espíritu de
Asís», la tarde del 20 de octubre el Papa Francisco participó en el 34º
Encuentro Internacional de Oración por la Paz titulado "Nadie se salva
solo. Paz y Fraternidad", organizado por la comunidad de Sant'Egidio que
este año, debido a la pandemia, tuvo lugar en Roma en la Plaza del
Capitolio.
Llamamiento común por la paz
Congregados en Roma en el «espíritu de
Asís», espiritualmente unidos a los creyentes de todo el mundo y a las mujeres
y a los hombres de buena voluntad, hemos rezado todos juntos para implorar el
don de la paz en nuestra tierra. Hemos recordado las heridas de la humanidad,
tenemos en el corazón la oración silenciosa de tantas personas que sufren,
frecuentemente sin nombre y sin voz. Por esto nos comprometemos a vivir y a
proponer solemnemente a los responsables de los Estados y a los ciudadanos del
mundo este llamamiento a la paz.
En esta plaza del Campidoglio, poco
después del mayor conflicto bélico que la historia recuerde, las naciones que
se habían enfrentado estipularon un pacto, fundado sobre un sueño de unidad,
que posteriormente se llevó a cabo: la Europa unida. Hoy, en este tiempo de
desorientación, golpeados por las consecuencias de la pandemia de Covid-19, que
amenaza la paz aumentando las desigualdades y los miedos, decimos con fuerza:
nadie puede salvarse solo, ningún pueblo, nadie.
«¡Nunca más la guerra!»
Las guerras y la paz, las pandemias y el
cuidado de la salud, el hambre y el acceso al alimento, el calentamiento global
y la sostenibilidad del desarrollo, los desplazamientos de las poblaciones, la
eliminación del peligro nuclear y la reducción de las desigualdades no afectan
únicamente a cada nación. Lo entendemos mejor hoy, en un mundo lleno de
conexiones, pero que frecuentemente pierde el sentido de la fraternidad. Somos
hermanas y hermanos, ¡todos! Recemos al Altísimo que, después de este tiempo de
prueba, no haya más un “los otros”, sino un gran “nosotros” rico de diversidad.
Es tiempo de soñar de nuevo, con valentía, que la paz es posible, que la paz es
necesaria, que un mundo sin guerras no es una utopía. Por eso queremos decir
una vez más: «¡Nunca más la guerra!».
Desgraciadamente, la guerra ha vuelto a
parecerle a muchos un camino posible para la solución de las controversias
internacionales. No es así. Antes de que sea demasiado tarde, queremos recordar
a todos que la guerra deja siempre el mundo peor de como lo había encontrado.
La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad.
Trabajar por una nueva arquitectura de
la paz
Requerimos a los gobernantes que
rechacen el lenguaje de la división, que está sostenida frecuentemente por
sentimientos de miedo y de desconfianza, y para que no se emprendan caminos de
vuelta atrás. Miremos juntos a las víctimas. Hay muchos, demasiados conflictos
todavía abiertos.
A los responsables de los Estados les
decimos: trabajemos juntos por una nueva arquitectura de la paz. Unamos las
fuerzas por la vida, la salud, la educación y la paz. Ha llegado el momento de
utilizar los recursos empleados en producir armas cada vez más destructivas,
promotoras de muerte, para elegir la vida, curar la humanidad y nuestra casa
común. ¡No perdamos el tiempo! Comencemos por objetivos alcanzables: unamos
desde hoy los esfuerzos para contener la difusión del virus hasta que tengamos
una vacuna que sea idónea e accesible a todos. Esta pandemia nos está
recordando que somos hermanas y hermanos de sangre.
Seamos con creatividad artesanos de la
paz
A todos los creyentes, a las mujeres y a
los hombres de buena voluntad, les decimos: seamos con creatividad artesanos de
la paz, construyamos amistad social, hagamos nuestra la cultura del diálogo. El
diálogo leal, perseverante y valiente es el antídoto contra la desconfianza, la
división y la violencia. El diálogo disuelve desde la raíz las razones de las
guerras, que destruyen el proyecto de fraternidad inscrito en la vocación de la
familia humana.
Nadie puede sentirse que debe lavarse
las manos. Somos todos corresponsables. Todos necesitamos perdonar y ser
perdonados. Las injusticias del mundo y de la historia se sanan no con el odio
y la venganza, sino con el diálogo y el perdón.
Que Dios inspire estos ideales en todos
nosotros y este camino que hacemos juntos, plasmando los corazones de cada uno
y haciéndonos mensajeros de paz.
Roma,
Campidoglio, 20 de octubre de 2020.
Ciudad del Vaticano
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