Algunas reflexiones personales sobre la “figura extraordinaria” de San José, “tan cercana a nuestra condición humana”
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El Papa Francisco. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa |
El Santo Padre ofrece en este
documento algunas reflexiones personales sobre la “figura extraordinaria” de
San José, “tan cercana a nuestra condición humana”.
En la Carta Apostólica, el
Pontífice destaca que San José estuvo “siempre dispuesto a hacer la voluntad de
Dios manifestada en su ley y a través de los cuatro sueños que tuvo”.
Recuerda que “para proteger a
Jesús de Herodes, permaneció en Egipto como extranjero. De regreso en su
tierra, vivió de manera oculta en el pequeño y desconocido pueblo de Nazaret,
en Galilea, lejos de Belén, su ciudad de origen, y de Jerusalén, donde estaba
el templo”.
“Después de María, Madre de Dios,
ningún santo ocupa tanto espacio en el Magisterio pontificio como José, su
esposo”, hace hincapié el Santo Padre.
El Papa Francisco ofrece en su
Carta Apostólica una reflexión sobre San José como padre amado, padre en la
ternura, padre en la obediencia, padre en la acogida, padre de la valentía
creativa, padre trabajador y padre en la sombra.
Padre amado
Francisco subraya que “la
grandeza de san José consiste en el hecho de que fue el esposo de María y el
padre de Jesús”.
“Por su papel en la historia de
la salvación, san José es un padre que siempre ha sido amado por el pueblo
cristiano”. También recuerda que “como descendiente de David, de cuya raíz
debía brotar Jesús según la promesa hecha a David por el profeta Natán, y como
esposo de María de Nazaret, san José es la pieza que une el Antiguo y el Nuevo
Testamento”.
Padre de la ternura
Según enseña francisco en esta
Carta Apostólica, “Jesús vio la ternura de Dios en José”. “José nos enseña que
tener fe en Dios incluye además creer que Él puede actuar incluso a través de
nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad. Y nos enseña
que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a
Dios el timón de nuestra barca. A veces, nosotros quisiéramos tener todo bajo
control, pero Él tiene siempre una mirada más amplia”.
Padre de la obediencia
El Papa señala que “así como Dios
hizo con María cuando le manifestó su plan de salvación, también a José le
reveló sus designios y lo hizo a través de sueños que, en la Biblia, como en
todos los pueblos antiguos, eran considerados uno de los medios por los que
Dios manifestaba su voluntad”.
“José estaba muy angustiado por
el embarazo incomprensible de María”, recuerda el Obispo de Roma, pero “con la
obediencia superó su drama y salvó a María”.
Tras huir a Egipto para salvar a
la Sagrada Familia de la maldad de Herodes, “José esperó con confianza y
paciencia el aviso prometido por el ángel para regresar a su país”.
“Y cuando en un tercer sueño el
mensajero divino, después de haberle informado que los que intentaban matar al
niño habían muerto, le ordenó que se levantara, que tomase consigo al niño y a
su madre y que volviera a la tierra de Israel, él una vez más obedeció sin
vacilar”.
De esa manera, “en la vida oculta
de Nazaret, bajo la guía de José, Jesús aprendió a hacer la voluntad del
Padre”.
Padre en la acogida
“José acogió a María sin poner
condiciones previas”, afirma el Pontífice. “Confió en las palabras del ángel”.
“José deja de lado sus
razonamientos para dar paso a lo que acontece y, por más misterioso que le
parezca, lo acoge, asume la responsabilidad y se reconcilia con su propia
historia”.
En ese sentido, “la acogida de
José nos invita a acoger a los demás, sin exclusiones, tal como son, con
preferencia por los débiles, porque Dios elige lo que es débil”.
Padre de la valentía creativa
La valentía creativa, explica
Francisco, “surge especialmente cuando encontramos dificultades. De hecho,
cuando nos enfrentamos a un problema podemos detenernos y bajarlos brazos, o
podemos ingeniárnoslas de alguna manera. A veces las dificultades son
precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni
siquiera pensábamos tener”.
Por eso, aunque “el Evangelio no
da ninguna información sobre el tiempo en que María, José y el Niño
permanecieron en Egipto. Sin embargo, lo que es cierto es que habrán tenido
necesidad de comer, de encontrar una casa, un trabajo”.
“No hace falta mucha imaginación
para llenar el silencio del Evangelio a este respecto. La Sagrada Familia tuvo
que afrontar problemas concretos como todas las demás familias, como muchos de
nuestros hermanos y hermanas migrantes que incluso hoy arriesgan sus vidas
forzados por las adversidades y el hambre”.
“A este respecto, creo que san
José sea realmente un santo patrono especial para todos aquellos que tienen que
dejar su tierra a causa de la guerra, el odio, la persecución y la miseria”.
Padre trabajador
Hay un aspecto de San José que
tradicionalmente se ha destacado, y es “su relación con el trabajo”.
“San José era un carpintero que
trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús
aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan
que es fruto del propio trabajo”.
Esa identificación de San José
con el trabajo digno se hace hoy más necesaria que nunca: “En nuestra época
actual, en la que el trabajo parece haber vuelto a representar una urgente
cuestión social y el desempleo alcanza a veces niveles impresionantes, aun en
aquellas naciones en las que durante décadas se ha experimentado un cierto
bienestar, es necesario, con una conciencia renovada, comprender el significado
del trabajo que da dignidad y del que nuestro santo es un patrono ejemplar”.
Padre en la sombra
El Papa destaca que José es para
Jesús “la sombra del Padre celestial en la tierra: lo auxilia, lo protege, no
se aparta jamás de su lado para seguir sus pasos”.
“Nadie nace padre, sino que se
hace. Y no se hace sólo por traer un hijo al mundo, sino por hacerse cargo de
él responsablemente. Todas las veces que alguien asume la responsabilidad de la
vida de otro, en cierto sentido ejercita la paternidad respecto a él”.
Francisco explica que “en la
sociedad de nuestro tiempo, los niños a menudo parecen no tener padre. También
la Iglesia de hoy en día necesita padres”.
En ese ámbito, el Papa recuerda
otro apelativo que recibe José, el de “castísimo”.
“No es una indicación meramente
afectiva, sino la síntesis de una actitud que expresa lo contrario a poseer. La
castidad está en ser libres del afán de poseer en todoslos ámbitos de la vida.
Sólo cuando un amor es casto es un verdadero amor. El amor que quiere poseer,
al final, siempre se vuelve peligroso, aprisiona, sofoca, hace infeliz”.
José “fue capaz de amar de una
manera extraordinariamente libre. Nunca se puso en el centro. Supo cómo
descentralizarse, para poner a María y a Jesús en el centro de su vida”.
Puede leer el texto completo de
la Carta Apostólica AQUÍ.
Fuente: ACI Prensa