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Gentileza |
Vive en España desde hace tres años y cuenta que
el sueldo mínimo en su país que es “el equivalente a 20 euros mensuales”. Para
que te hagas a la idea, en Cuba una cerveza cuesta un euro. Si en España el
sueldo mínimo son 900 euros, el equivalente nuestro a tomarte una cerveza en
Cuba sería gastarte 30 euros. Por una cerveza.
Carlos “no tenía futuro en Cuba. Ni social, ni
económico y sobre todo no había un futuro de libertades. Por ello, y la cultura
familiar que tengo, que es de oposición al régimen comunista, tenía claro que
quería abrirme horizontes”.
Carlos trabaja un año en una empresa cubana, 365
días en los que ya toca techo. En un cuarto de siglo ya había cumplido
todo a lo que se puede aspirar en Cuba profesionalmente, y le da difícilmente
para mantenerse. Y pagarse un avión a la JMJ de Cracovia,
ni te cuento. Lo consigue gracias a la ‘FE’ (Familia en el Extranjero).
El sueño
Pero Padilla es un soñador, no lo puede evitar:
“Siempre he deseado ir a la Jornada Mundial de la Juventud. Mi familia es
católica y desde que conozco esta realidad, siempre me ha encantado”. Y
curiosamente la Providencia quiso que en el año 2015, llegaran a su país unas
jóvenes misioneras españolas. “Ellas nos dieron la idea de que si algún cubano
llegaba a Madrid, el Movimiento de Schoenstatt -la realidad a la que ellas
pertenecen- se encargaría de llevarnos en bus a Cracovia. Esto me abrió los
ojos a una oportunidad que nunca habría soñado”.
Y Carlos, estas cosas, se las toma muy en serio.
Poco después, providencialmente acude a una cena “en La Habana, porque era la
toma de posesión del arzobispo de la Habana”. En este evento conoce “a un
religioso español y hablando con él sobre los preparativos de la versión cubana
de la JMJ que se iba a celebrar, él me invita y me dice que me paga el boleto
de avión de ida y vuelta a Madrid”.
“No lo tomé como una promesa vana, sino que
enseguida me puse a ello. No sabía si aquello iba a ser algo posible o de
palabra simplemente, pero aposté por ello. Siendo 100 euros lo que costaba
hacerse el pasaporte que ni siquiera tenía. Hice esa apuesta ciega, pedí dinero
a mis padres y fui a la embajada de Polonia para obtener el visado. Me fue
denegado un par de veces, porque no tenía los argumentos suficientes para
justificar que fuera a volver a la isla”.
Para el que tal vez no conozca bien esta
maravillosa isla, o que solo haya podido disfrutar de sus hoteles, para un
cubano salir de su país… es toda una aventura. De hecho todos los años mueren
muchos ciudadanos tratando de ‘escapar’ en pateras a Miami. No son pocos los
que aprovechan cualquier oportunidad para no volver a Cuba y todo lo que ello
conlleva.
Europa y
sus maravillas
“Al final me conceden la visa después de muchos
obstáculos y mucha burocracia. Pude viajar y fui recibido por estos jóvenes.
Era el verano de 2016 y están en Madrid con los preparativos”. Y a Carlos, un
joven cubano que viaja por primera vez en su vida con más de 24 años, le
maravilla todo lo que ve: “Jóvenes súper alegres, dos buses llenos de chicos
que iban a ir a Polonia. Y yo era un cubano que por primera vez salió de Cuba,
de una isla, y se enfrentaba a conocer Europa y todas sus maravillas”.
Carlos Padilla dice después de un silencio: “Me
encantó”. Y recuerda que “parecía un ventilador mirando a todos lados, sin dar
crédito. Y todo me ilusionaba y todo me gustaba. Conocí mucho, me reí mucho,
escuché testimonios, di mi testimonio como cubano. Me dieron un micrófono para
poder hablar para decir lo que yo quisiera, sin tener que hablar en bajo, como
hablaba en Cuba por miedo a que me escucharan”.
“La JMJ fue impresionante, todo me gustó. El
ambiente, esa vigilia, las culturas… todo para mí, que nunca había salido de mi
isla”. Pero no todo era una maravillosa experiencia, porque dentro de esta
vivencia alucinante… también hubo tentaciones: “Estuve tentado a quedarme en España, a no
regresar a Cuba. Y haber usado la Iglesia y la buena fe como un
trampolín para mejorar mi situación en Cuba. No digo que el que lo haga esté
mal, pero el hecho es que yo había prometido al arzobispo de la
Habana que volvería y sobre todo a mi conciencia. Mi familia lo habría
entendido, pero yo no habría podido hacerlo”.
Vuelta a
la realidad
Así que Padilla, después de conocer el mundo,
después de disfrutar de hacerse fotos en un ‘McDonalds’, o alucinar con poder
elegir entre diversas marcas de yogures (yo fui testigo)… vuelve a Cuba.
“Estuve un año trabajando e ideando el cómo volver a España, volver a lo que
tanto me había gustado. Entonces me apunto a un máster en la Universidad
Politécnica de Madrid”.
Para muchos en Cuba, pensar que vas a ser admitido
para estudiar un máster en Madrid es una locura. Hay problemas legales,
económicos, sociales… Pero Padilla es admitido. “Además con esa admisión podía
aplicar a una beca para tener ayudas económicas. Solo se la dieron a 9 personas
y entre ellas estuve yo y pude venir. Tuve que pedir un nuevo visado de
estudiante”.
Hoy, 2020, después de esta odisea “he terminado el
máster gracias a Dios y me dispongo a casarme si Dios quiere dentro de poco.
Creo que Dios me ha sonreído, creo que la Iglesia en Madrid me ha sabido acoger
y estaré eternamente agradecido. He tenido ayudas desinteresadas por todos
sitios. Me crean una especie de deuda, de un agradecimiento eterno, que estoy
dispuesto -aunque no pueda pagar nunca- a pagar con el sembrar de cara a un
futuro”.
Javier
González García