2 Miércoles de la I semana de Adviento
En aquel tiempo, Jesús, se dirigió al mar de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los ponían a sus pies, y él los curaba.
La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y daban gloria al Dios de Israel.
Él mandó a la gente que se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente.
Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete canastos llenos.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
¿Quién de nosotros no tiene sus «cinco panes y dos peces»?
¡Todos los tenemos! Si estamos dispuestos a ponerlos en las manos del Señor,
bastarían para que en el mundo hubiera un poco más de amor, de paz, de justicia
y, sobre todo, de alegría. ¡Cuán necesaria es la alegría en el mundo! Dios es
capaz de multiplicar nuestros pequeños gestos de solidaridad y hacernos
partícipes de sus dones. ÁNGELUS 26 de julio de 2015






