7 Lunes. San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia
Un día, estaba Jesús enseñando, y
estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las
aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para
realizar curaciones.
En esto, llegaron unos hombres
que traían en una camilla a un hombre paralítico y trataban de introducirlo y
colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo a causa del
gentío, subieron a la azotea, lo descolgaron con la camilla a través de las
tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Él, viendo la fe de ellos,
dijo:
«Hombre, tus pecados están perdonados».
Y, al punto, levantándose a la
vista de ellos, tomó la camilla donde había estado tendido y se marchó a su
casa dando gloria a Dios.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
La curación física es un regalo,
la salud física es un regalo que debemos apreciar. Pero el Señor nos enseña que
también debemos cuidar la salud del corazón, la salud espiritual [...] Es una
cosa simple que Jesús nos enseña cuando va a lo esencial. Lo esencial es la
salud completa: del cuerpo y del alma. Cuidemos bien la salud del cuerpo, pero
protejamos igualmente la del alma. Y vayamos al Doctor que puede curarnos, que
puede perdonar nuestros pecados. Jesús vino por esto, dio su vida por esto.
(Santa Marta 17 de enero de 2020)
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