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Photo by Handout / VATICAN MEDIA / AFP |
Reflexionando sobre el Evangelio
dominical que narra el encuentro de Jesús con sus primeros discípulos en el río
Jordán, el día después de haber sido bautizado, el Santo Padre recordó que
es precisamente Juan Bautista el que señala el Mesías a dos de ellos con estas
palabras: «¡He ahí el Cordero de Dios!» (v. 36).
Encuentro con Jesús: «Hemos
encontrado al Mesías»
Y aquellos dos, fiándose del
testimonio del Bautista, -continuó explicando Francisco- siguen a Jesús que se
da cuenta y dice: «¿Qué buscáis?» y ellos le preguntan: «Maestro, ¿dónde
vives?, a lo que Jesús no contesta: «Vivo en Cafarnaún o en Nazaret», sino que
dice: «Venid y lo veréis» (v. 39).
Tras este encuentro, ambos
regresan ante sus hermanos y recocen «desbordando de alegría»: «Hemos
encontrado al Mesías» (v. 41).
Asimismo, el Papa profundizó
sobre esta experiencia de encuentro con Cristo que nos llama a estar con
Él:
“Cada llamada de Dios es una
iniciativa de su amor. Dios llama a la vida, llama a la fe, y llama a un estado
de vida particular. La primera llamada de Dios es a la vida; con ella nos
constituye como personas; es una llamada individual, porque Dios no hace las
cosas en serie. Después Dios nos llama a la fe y a formar parte de su familia,
como hijos de Dios”
Por otra parte, el Santo Padre
aseveró que Dios también llama a cada uno de nosotros a un estado de vida
particular:
No rechacemos la llamada de Dios
«Nos llama darnos a nosotros mismos
en el camino del matrimonio, en el del sacerdocio o en el de la vida
consagrada. Son maneras diferentes de realizar el proyecto que Dios tiene para
cada uno de nosotros, que es siempre un plan de amor. Y la alegría más grande
para cada creyente es responder a esta llamada, a entregarse completamente al
servicio de Dios y de sus hermanos».
Igualmente, el Papa puntualizó
que frente a la llamada del Señor, «que puede llegar a nosotros de mil maneras,
también a través de personas, de acontecimientos, tanto alegres como tristes»,
nuestra actitud a veces puede ser de rechazo, «porque nos parece que contrasta
con nuestras aspiraciones; o de miedo, porque la consideramos demasiado
exigente e incómoda».
Respondamos a Dios solo con amor
Al respecto, Francisco hizo
hincapié en que la llamada de Dios es amor, «y a ella se responde solo con
amor».
Al principio hay un encuentro,
precisamente, el encuentro con Jesús, que nos habla del Padre, nos da a conocer
su amor. Y entonces, espontáneamente, brota también en nosotros el deseo de
comunicarlo a las personas que amamos: «He encontrado el Amor, he encontrado el
sentido de mi vida. En una palabra: He encontrado a Dios».
«La Virgen María nos ayude a
hacer de nuestra vida un canto de alabanza a Dios, en respuesta a su llamada y
en el cumplimiento humilde y alegre de su voluntad», concluyó el Papa.
Vatican Media
Fuente: Aleteia