18 Enero - Lunes de la II semana del Tiempo Ordinario
Evangelio según Marcos 2, 18-22
En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos
estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús:
«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los
tuyos no?».
Jesús les contesta:
«¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con
ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar.
Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel
día.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza
tira del manto —lo nuevo de lo viejo— y deja un roto peor.
Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres,
y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».
PALABRAS DEL SANTO PADRE
¡Ese es el ayuno que el Señor quiere! Ayuno que se preocupa
por la vida del hermano, que no se avergüenza - lo dice Isaías - de la carne
del hermano. Nuestra perfección, nuestra santidad camina con nuestro pueblo, en
el que somos elegidos e incluidos. Nuestro acto de santidad más excelente lo
realizamos justo en la carne de nuestro hermano y en la carne de Jesucristo, y
consiste en no avergonzarnos de la carne de Cristo que viene aquí hoy! Es el
misterio del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Es ir a compartir el pan con los
hambrientos, cuidar a los enfermos, a los ancianos, a los que no pueden darnos
nada a cambio: ¡eso es no avergonzarse de la carne de Cristo! (Santa Marta - 7
de marzo de 2014)
Vatican News