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| fot. archiwum prywatne |
La esposa de Frank, Rita, poetisa y autora del
libro «Convicted
by Mercy: The Journey of Frank Simmonds from the Streets to Sanctity» (Convicto
por la misericordia: el viaje de Frank Simmonds desde las calles a la santidad)
comparte su historia con nosotros.
Rita Simmonds: Frank no tenía hogar
y estaba muy delgado. Vivía en el refugio y todavía consumía drogas en aquel
tiempo. Pero su personalidad estaba ahí: era amigable e inteligente. Mi amigo
David, que se marchaba, me preguntó si invitaría a Frank a mi casa
para el Día de Acción de Gracias. Lo hice, pero Frank me miró y
empezó a llorar. Dijo, “ha pasado tanto tiempo desde que alguien me invitó a
algún sitio. Realmente significa mucho para mí, muchas gracias. Estoy muy
conmovido, pero no puedo aceptar la invitación ”. Le pregunté si estaba seguro
y me lo confirmó. Luego Frank desapareció, no vino a trabajar y nos preocupamos
mucho.
¿Qué pasó esa noche?
Salió a la calle, cogió el poco dinero que tenía,
compró crack y sintió que necesitaba más drogas. Pensó en robar a alguien, pero
eran las dos de la mañana, así que no había nadie en la calle. Había vendido su
abrigo, sus zapatos, todo lo que tenía. Estaba sentado sin abrigo, sin zapatos,
sin nada. Era un noviembre frío en Nueva York.
Decidió robar a la próxima persona que se acercara
por la calle. Y la siguiente persona que caminaba hacia él tenía el cuello
blanco. Frank notó que era un sacerdote. Decidió que si el sacerdote pasaba y
no le decía nada, lo dejaría ir, pero de lo contrario le robaría. El sacerdote
se acercó, se volvió hacia Frank y le dijo: «Joven, si crees que Dios va a venir
y se acostará contigo en la cuneta, no lo hará. ¿Sabes por qué? Porque es
santo. Pero si extiendes la mano, Él te sacará «.
Frank se enojó mucho y corrió tras el cura, pero
tan pronto como llegó a la esquina, el cura se había ido. Fue entonces cuando
se sintió fatal consigo mismo. Se dijo a sí mismo: «No me criaron para ser así,
para ser un vagabundo, para comer de los botes de basura y robar a la gente».
Se dio cuenta de lo bajo que había caído y se iba
a suicidar, quería saltar frente al tren, pensando que su vida no valía nada. Y
luego se sorprendió a sí mismo, cuando de repente le dijo a Dios: «Pero si me
salvas de lo que estoy a punto de hacer, te serviré por el resto de mi vida».
Ni siquiera reconoció su propia voz.
Justo en ese momento, vio un teléfono frente a él
y recordó que una vez alguien le dio un número para llamar en caso de que
tuviera problemas. Marcó y dijo que estaba a punto de saltar delante del tren.
El tipo del otro lado prometió que vendría en quince minutos. «Diez o estoy
saltando», dijo Frank.
Se presentaron allí en ocho minutos. Y ese fue el
momento en que Frank comenzó a cambiar su vida.
El amor
de una pareja poco convencional
Parece una escena de
película. Pero sucedió de verdad. En ese momento, tu vida era completamente
diferente a la de Frank. Parecías organizada, seguías las reglas, creías en
Dios, él enfrentaba tantas dificultades… Aún así, no solo pudo comenzar, sino
también mantener su relación con Dios.
Puedes ser un muy buen «católico», seguir todas
las reglas y aun así perderte algo en tu vida. Lo que me faltaba, de lo que
Frank estaba lleno, era la misericordia de Dios. Mientras yo también luchaba,
me atraía mucho la misericordia de Dios. Si solo estás viviendo tu vida para
seguir las reglas, después de un tiempo se vuelve muy difícil.
Tu relación y matrimonio
pueden parecer sorprendentes para muchos. ¿Cómo comenzó todo?
Empezamos como amigos. En aquel tiempo él estaba libre
de drogas, trabajando y viviendo en una residencia. Mi vida comenzó a decaer y
tuve problemas para lograr cosas, pero Frank siempre fue muy amable y
comprensivo. Cuando me sentía muy avergonzada, él fue misericordioso y nunca me
hizo intentar cumplir con algún tipo de estándar. Me conmovió
su amistad.
Tampoco me pedía nunca nada y era muy respetuoso.
Conforme pasaba el tiempo, me di cuenta de que me gustaba estar con él. Era
una persona tan fuerte, inteligente y divertida. Vivía
por algo.
Que empezáramos a salir fue una sorpresa para los
dos, creo. Fue difícil porque Frank vivió una vida muy diferente a la mía y
tenía expectativas diferentes. El cura me dijo que tenía que tener mucho
cuidado porque me iba a ser mucho más fácil a mi estar casada que a él.
El sacerdote que os casó le preguntó a Frank
frente al altar si estaba seguro de su decisión de casarse, ya que aún era
posible cancelar la boda. Si yo fuera tú, estaría asustado en este momento.
Estoy feliz de que lo haya dicho porque entonces
supe que Frank tomó la decisión con total libertad. No haría nada que no
quisiera hacer, pero si tomaba una decisión, lo haría.
Más tarde, Frank se
convirtió en el líder de la comunidad de Comunión y Liberación en Nueva York.
También llevó la cruz sobre el Puente de Brooklyn en una Procesión del Viernes
Santo. ¿Qué significó eso para él?
Durante las reuniones de Comunión
y Liberación, Frank estaba feliz de estar con amigos y
discutir cosas que realmente correspondían con lo que deseaba en su vida.
Estaba tan lleno de entusiasmo y sabiduría que mi cuñado le propuso que
dirigiera las reuniones.
Frank era el líder de servicio, odiaba decirle a
la gente lo que tenían que hacer, porque estaba muy consciente de sus muchos
pecados. Nunca juzgó a la gente. Podrías ir a Frank y contarle el peor crimen
que podrías haber cometido en el mundo y él se apiadaría de ti.
Cargar la cruz sobre el Puente de Brooklyn fue
para él la oportunidad de ofrecer este gesto por el mundo, por las personas que
no conocían a Cristo, por las personas que no tenían a nadie que orara por
ellos. Dijo: “Le pido a Dios que bendiga a todos y si queda algo, le pido que
me bendiga a mí y a mi familia”.
Al final de su vida, Frank
dijo «Soy el hombre cambiado». ¿Qué fue lo que le cambió a él? ¿O más bien
quién?
En 2012, a Frank le diagnosticaron un cáncer que
ya se encontraba en una etapa avanzada. No le gustaba sufrir, se esforzaba
mucho por recuperarse, se tomaba todos los medicamentos, pero era imposible
recuperarse. Lamentó no poder criar a sus hijos y creo que ofreció este
sufrimiento por su familia. Puedo decir que fue un hombre feliz y realizado, y
mantuvo su ofrecimiento. Cristo en su humanidad fue el que lo cambió.
Anna Sosnowska
Fuente:
Aleteia






