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Getty Images |
Muchos no saben que Bryant, nacido en Filadelfia
en 1978, creció
en una familia católica y que a los seis años su familia
se trasladó a una hora de Roma, tanto que el campeón de la NBA siempre conservó
el dominio del italiano.
Con
23 años, Bryant se casó con Vanessa Laine, de 19 años, también católica. En
2003 nació su primer hijo.
Ese mismo año, ocurrió algo que dañó su reputación
–muchos patrocinadores lo abandonaron por ello-, su matrimonio –su mujer le
pidió el divorcio años después- y a él mismo profundamente.
Bryant fue acusado de violar a una muchacha en su habitación de hotel mientras se encontraba en Colorado para una cirugía de rodilla.
El jugador admitió haber
mantenido relaciones con la chica y se disculpó públicamente, pero negó la
violación.
Sentía mucho miedo a ir a la cárcel. En 2004 un
juez archivó las acusaciones por violación, pero la mujer presentó una demanda
civil contra Bryant, que se resolvió fuera de los tribunales.
Aunque Bryant y su esposa
permanecieron juntos durante algunos años tras las acusaciones, y tuvieron
incluso un segundo hijo, en 2011 la mujer le pidió el divorcio.
Pero la
historia no termina aquí…
En una entrevista a GQ el
pasado febrero, Bryant explicó cómo su fe católica lo ayudó a enfrentar el mal
momento provocado por su infidelidad.
“Lo único que me ayudó
realmente durante ese proceso –soy católico, crecí como católico, mis hijos son
católicos– fue hablar con un sacerdote”, asegura.
“Fue casi divertido. Me miró y me dijo: ‘¿Lo has
hecho?’, y yo dije ‘Obviamente no’. Luego preguntó: ‘¿Tienes un buen abogado?’,
y dije ‘Sí, es muy bueno’. A lo que él respondió solamente esto: ‘Déjalo ir,
sigue adelante. Dios no te dará nada que tú no puedas enfrentar, y ahora todo
está en sus manos. Es algo que no puedes controlar, por lo tanto, déjalo
estar’. Y ese fue el punto crucial”.
En 2013, Bryant y su mujer
anunciaron su reconciliación y haber suspendido la cuestión relacionada
con el divorcio.
Es importante recordar queser una
sagrada familia no es una abstracción, sino una realidad concreta.
Una sagrada familia no está hecha de ángeles sino
de pecadores,
cuyo amor por Dios y cuyo amor recíproco no permiten que la muerte provocada
por el pecado impida buscar la vida resucitada que deriva del perdón.
Muchas personas han crecido en la fe católica, se
han casado con un católico según la Iglesia católica y están buscando
permanecer fieles a sus votos y educar a sus hijos como católicos.
Actualmente es difícil lograr hacer todo esto. El pecado y
la falta de perdón no hacen más que aumentar la oscuridad que
muy a menudo lleva a la muerte de matrimonios y familias.
Bryant y su esposa eran evangelizadores católicos
que a través del ejemplo de su vida enseñaban a otros esposos y a otros padres
que vivían un momento oscuro y estaban al borde de la desesperación a percibir la
luz en la oscuridad y a aprender de esta experiencia y a
nacer nuevamente en Cristo como esposos y padres, según la voluntad de Dios.
Fuente: Aleteia