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No hay carrera universitaria sobre la comunicación en el
mundo que no contemple entre los autores de referencia al autor de uno de los
axiomas más decisivos y a la vez ignorados: el medio es el mensaje.
McLuchan quiso que su obra dedicada a explorar su teoría se
titulara formalmente El medio es el masaje. Pero un error de impresión, según
adujo, la tituló inicialmente con “el mensaje”.
Visionario de la comunicación
Baste para ratificar su visión con preguntar a cualquier
persona cuánto tiempo navegó en las redes sociales la última semana, y a
preguntarle, más allá de ese tiempo, qué contenidos consumió en ellas.
La rutina de consumo de la red social transforma más al
hombre que los contenidos que en las redes consume.
Cómo llegó al catolicismo
Aunque ha sido discutido, e incluso motivo de reflexión
académica, el propio McLuchan entendía su trabajo como el resultado de la
reflexión de un católico.
Converso a los 26 años, explicó en una ocasión que por esos
años fue siendo introducido a la Iglesia por la lectura de Chesterton,
Dawson y Maritain,
entre otros.
En una ocasión relató que un amigo le dijo que ya que no
creía en Cristo, que le pidiera a Dios Padre, para que le mostrara el camino. Y
así fue. Él no tenía problemas, decía. No tenía fe, pero no tenía problemas.
Pero luego de esa oración casi sin intención, recibió una señal.
Estaba discutiendo de religión con un grupo de estudiantes
una noche en Wisconsin, y uno de ellos me interrogó: ¿Por qué no eres católico?
Yo me callé porque no sabía. Hasta ese momento, nunca se me había ocurrido que
podría convertirme en un católico. Pero fui rápidamente ‘atrapado´. Me convertí
en unos pocos días.
Enamorado de la Virgen María
Su fascinación por la Iglesia fue completa. Fue
profundamente mariano, de Misa casi diaria y como recordaba su hijo Eric,
rezaba en familia el rosario prácticamente todas las noches. Como buen hombre
de letras, leía el Evangelio en distintos idiomas.
Su fe le generó alguna controversia entre colegas. Incluso
se llegó a escribir en una revisión de su obra que no era un científico social
serio y que era un católico que quería introducir la mirada católica en la
teoría de la comunicación.
Pero él estaba convencido de que su fe no solo no era una
contradicción ni una desventaja, o algo que no debía involucrarse en su
trabajo.
Al contrario, creía que “una de las ventajas de ser católico
es que confiere una completa libertad intelectual para examinar cualquier y
todo fenómeno con la absoluta certeza de su inteligibilidad”.
Una útil enseñanza de McLuhan a los católicos
Sobre la relación con ese mundo que rechaza la fe, e incluso
a los cristianos, una idea suya bien puede servir de inspiración para los
tiempos que corren, e incluso es aplicación lógica de su principal legado
comunicacional.
En una carta al editor de la revista católica América,
McLuhan sugería:
“Debemos confrontar con el mundo secular en sus
manifestaciones más confidenciales, y en sus propios términos y postulados,
para llamarles la atención de su confusión, su iliteracidad y la terrorífica
deriva de su lógica. No hay necesidad de mencionar al cristianismo. Debiera ser
suficiente el que sepan que el operador es un cristiano”.
Su reflexión y propuesta de acción para un académico,
independientemente de la discusión, parece estar absolutamente consustanciada
con el mensaje cristiano.
McLuchan enseñaba con figuras, así como Cristo enseñaba en
parábolas; entendía que el medio era tan importante como el mensaje así como un
hombre de ley (que puede ser el medio) que no vive la ley (que podríamos
entender como el contenido) no es el modelo que Cristo propone.
Y como buen académico, buscaba la verdad. La verdad los
hará libres reza su epitafio.
Esteban Pittaro
Fuente: Aleteia