12 - Martes de la I semana del Tiempo Ordinario
Evangelio según Marcos 1, 21-28
En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entra
Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les
enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había precisamente en su
sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar:
«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has
venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Jesús lo increpó:
«¡Cállate y sal de él!».
El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte,
salió de él. Todos se preguntaron estupefactos:
«¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad.
Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen».
Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de
Galilea.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
El Señor perdonaba los pecados y
sanaba porque estaba cerca: entendía, acogía, sanaba y enseñaba con cercanía.
Lo que da autoridad a un pastor o despierta la autoridad que le da el Padre, es
la cercanía: cercanía a Dios en la oración. Un pastor que no ora, un pastor que
no busca a Dios pierde también la cercanía con el pueblo. Y el pastor que se
separa del pueblo no es capaz de llevar el mensaje de la salvación al pueblo.
La cercanía de la cual surge la unción del pastor es doble: con la primera se
conmueve en la oración por el don de Dios, y con la segunda, se deja conmover
por los pecados, por los problemas, por las enfermedades de la gente. (Santa
Marta - 9 de enero de 2018)
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