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Unidad de los cristianos-Papa Juan Pablo II 2002 (Foto de archivo) |
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Acabamos de celebrar el Octavario por la unidad de los cristianos, del 18 al 25 de enero de cada año, una iniciativa del Consejo Mundial de Iglesias, a la que se unió la Iglesia Católica después de Concilio Vaticano II. Su objetivo es orar por lo que Jesús pedía a su Padre: “Que todos sean uno” (Jn 17,21).
Desde el Papa San Juan Pablo II,
se realizaron en Asís, Italia, encuentros no sólo de cristianos, sino de muchas
denominaciones religiosas de todo el mundo, para orar por la paz. Nunca
faltaron críticos que dijeran que eso era sincretismo, que eso debilitaba lo
que siempre se había dicho, que la religión católica era la única, y que
reunirse con personas de otros credos era un peligro para nuestra fe. El Papa
Benedicto también participó en estos encuentros y nunca los vio como una
amenaza para nuestra Iglesia, sino un paso más hacia la unidad de los creyentes
de cualquier denominación. También critican al Papa Francisco, cuando se reúne
con musulmanes, judíos, budistas, animistas y practicantes de religiones
indígenas. No se trata de diluir la fe, sino de amarnos como hermanos, que es
el mandato fundamental.
En el año 1992, cuando se
hicieron unos cambios a la Constitución de nuestro país para mejorar algunas
leyes en pro de una mayor libertad religiosa, fundamos el Consejo
Interreligioso de Chiapas, a iniciativa de un pastor adventista. Participamos
los obispos de entonces: Samuel Ruiz (+), Felipe Aguirre y un servidor. Hasta
la fecha, los obispos de esa Provincia de Chiapas siguen reuniéndose, cada
cuatro meses, con líderes presbiterianos, adventistas, bautistas, nazarenos,
mormones, asambleas de Dios, buen pastor y otros. Las reuniones no son para
discutir temas doctrinales, sino para meditar juntos la Palabra de Dios, hacer
oración y programar acciones a favor de la paz social, sobre todo entre
comunidades conflictuadas por cuestiones religiosas, a favor de la familia y la
juventud, en bien de la ecología, en la lucha contra las drogas y el alcohol,
ofreciendo criterios comunes en tiempos electorales, etc. Juntos abordamos la
defensa de la vida y del matrimonio, en diálogo con legisladores locales y
gobernadores de distintos tiempos y partidos. Ha sido una provechosa
experiencia de unidad en favor de la comunidad. Esto no es perder nuestra
identidad católica, sino poner en práctica el deseo de Jesús: la unidad de sus
seguidores.
Pensar
El Papa Francisco, en su
encíclica Fratelli
tutti, afirma: “Las distintas religiones, a partir de la valoración de cada
persona humana como criatura llamada a ser hijo o hija de Dios, ofrecen un
aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la
justicia en la sociedad. El diálogo entre personas de distintas religiones no
se hace meramente por diplomacia, amabilidad o tolerancia. El objetivo del
diálogo es establecer amistad, paz, armonía y compartir valores y experiencias
morales y espirituales en un espíritu de verdad y amor” (271).
“La Iglesia valora la acción de
Dios en las demás religiones, y no rechaza nada de lo que en estas religiones
hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de
vivir, los preceptos y doctrinas que no pocas veces reflejan un destello de
aquella Verdad que ilumina a todos los hombres. Pero los cristianos no podemos
esconder que, si la música del Evangelio deja de vibrar en nuestras entrañas,
habremos perdido la alegría que brota de la compasión, la ternura que nace de
la confianza, la capacidad de reconciliación que encuentra su fuente en
sabernos siempre perdonados‒enviados… Otros beben de otras fuentes. Para
nosotros, ese manantial de dignidad humana y de fraternidad está en el
Evangelio de Jesucristo. De él surge para el pensamiento cristiano y para
la acción de la Iglesia el primado que se da a la relación, al encuentro con el
misterio sagrado del otro, a la comunión universal con la humanidad entera como
vocación de todos” (277).
Y termina su encíclica con unas
palabras que suscribió junto con el líder musulmán, el Gran Imán Ahmad
Al-Tayyeb, el 4 de febrero de 2019, en Abu Dabi: “En el nombre de Dios asumimos
la cultura del diálogo como camino; la colaboración común como conducta; el
conocimiento recíproco como método y criterio” (285).
Actuar
Nos sentimos agradecidos y
convencidos por nuestra fe católica, que tiene su raíz en Jesucristo, pero
apreciamos la acción de Dios en las diversas religiones y tratamos de
conocernos, valorarnos, respetarnos y unirnos en bien de la paz, la justicia y
la armonía social, que es la concretización del Reino de Dios. Oremos por la
unidad de todos los creyentes.
Por el Cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas
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