![]() |
Imagen de archivo |
“Cuando experimentamos la
fuerza del amor de Dios, cuando reconocemos su presencia de Padre en nuestra
vida personal y comunitaria, no podemos dejar de anunciar y compartir lo que
hemos visto y oído”. Con estas palabras comienza el mensaje del
Santo Padre para la Jornada Mundial de las Misiones, que se
celebra cada año el penúltimo domingo de octubre y que firmó el pasado 6
de enero, Solemnidad de la Epifanía del Señor, en San Juan de Letrán.
“Todo
en Cristo nos recuerda que el mundo en el que vivimos y su necesidad de
redención no le es ajena y nos convoca también a sentirnos parte activa de esta
misión: `Salgan al cruce de los caminos e inviten a todos los que encuentren’.
Nadie es ajeno, nadie puede sentirse extraño o lejano a este amor de compasión”
La experiencia de los
apóstoles
Tras recordar que “la
historia de la evangelización comienza con una búsqueda apasionada del Señor
que llama y quiere entablar con cada persona, allí donde se encuentra, un
diálogo de amistad”, el Papa escribe “el amor siempre está en movimiento y nos
pone en movimiento para compartir el anuncio más hermoso y esperanzador”.
Fratelli tutti
El Santo Padre
escribe que “con Jesús hemos visto, oído y palpado que las cosas pueden ser
diferentes”. Y agrega que “Él inauguró, ya para hoy, los tiempos por venir
recordándonos una característica esencial de nuestro ser humanos, tantas veces
olvidada: `Hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanza en el amor’.
Tiempos nuevos que suscitan una fe capaz de impulsar iniciativas y forjar
comunidades a partir de hombres y mujeres que aprenden a hacerse cargo de la
fragilidad propia y la de los demás, promoviendo la fraternidad y la amistad
social”.
“La
comunidad eclesial muestra su belleza cada vez que recuerda con gratitud que el
Señor nos amó primero. Esa ‘predilección amorosa del Señor nos sorprende, y el
asombro – por su propia naturaleza – no podemos poseerlo por nosotros mismos ni
imponerlo. Sólo así puede florecer el milagro de la gratuidad, el don gratuito
de sí”
Después de aludir a los tiempos difíciles que atravesaron los primeros cristianos cuando comenzaron su vida de fe en un ambiente hostil y complicado, el Obispo de Roma recuerda que “los límites e impedimentos se volvieron también un lugar privilegiado para ungir todo y a todos con el Espíritu del Señor”.
“Nada ni nadie podía quedar ajeno a ese anuncio liberador”
Refiriéndose al libro de los Hechos de los Apóstoles el Papa
escribe que “nos enseña a vivir las pruebas abrazándonos a Cristo, para madurar
la convicción de que Dios puede actuar en cualquier circunstancia, también en
medio de aparentes fracasos”.
Difícil momento
actual de nuestra historia
“Así también nosotros
– prosigue el Papa en su mensaje – tampoco es fácil el momento actual de
nuestra historia. La situación de la pandemia evidenció y amplificó el dolor,
la soledad, la pobreza y las injusticias que ya tantos padecían y puso al
descubierto nuestras falsas seguridades y las fragmentaciones y polarizaciones
que silenciosamente nos laceran.
“Los
más frágiles y vulnerables experimentaron aún más su vulnerabilidad y
fragilidad. Hemos experimentado el desánimo, el desencanto, el cansancio, y
hasta la amargura conformista y desesperanzadora pudo apoderarse de nuestras
miradas”
Y ante la pregunta
de: “¿Para qué me voy a privar de mis seguridades, comodidades y placeres si no
voy a ver ningún resultado importante?”, la respuesta – escribe Francisco –
permanece siempre la misma:
“Jesucristo
ha triunfado sobre el pecado y la muerte y está lleno de poder. Jesucristo
verdaderamente vive y nos quiere también vivos, fraternos y capaces de hospedar
y compartir esta esperanza. En el contexto actual urgen misioneros de esperanza
que, ungidos por el Señor, sean capaces de recordar proféticamente que nadie se
salva por sí solo”
Implicación total y
pública en la transformación del mundo
También escribe que
“los cristianos no podemos reservar al Señor para nosotros mismos: la misión
evangelizadora de la Iglesia expresa su implicación total y pública en la
transformación del mundo y en la custodia de la creación”.
Una invitación a cada
uno de nosotros
Al recordar el lema
de la Jornada Mundial de las Misiones de este año, “No podemos dejar de hablar
de lo que hemos visto y oído”, el Papa afirma que “es una invitación a cada uno
de nosotros a `hacernos cargo’ y dar a conocer aquello que tenemos en el
corazón. Y escribe que “en la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra
cada año el penúltimo domingo de octubre, recordamos agradecidamente a
todas esas personas que, con su testimonio de vida, nos ayudan a renovar
nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del
Evangelio”.
“Recordamos
especialmente a quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su tierra y
sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin miedos esos
rincones de pueblos y ciudades donde tantas vidas se encuentran sedientas de
bendición”
“Vivir la misión es
aventurarse a desarrollar los mismos sentimientos de Cristo Jesús y creer con
Él que quien está a mi lado es también mi hermano y mi hermana”. “Que su amor
de compasión – escribe el Papa al final de su mensaje – despierte también
nuestro corazón y nos vuelva a todos discípulos misioneros”. Y concluye
invocando a la Madre de Dios:
“Que
María, la primera discípula misionera, haga crecer en todos los bautizados el
deseo de ser sal y luz en nuestras tierras”
Vatican News