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El Papa Francisco en la audiencia general desde la biblioteca. Foto: Vatican Media |
“Es necesario acercarse a la Biblia sin segundas
intenciones, sin instrumentalizarla. El creyente no busca en las Sagradas
Escrituras el apoyo para la propia visión filosófica o moral, sino porque
espera en un encuentro; sabe que estas han sido escritas en el Espíritu Santo
y que por tanto en ese mismo Espíritu deben ser acogidas y comprendidas, para
que el encuentro se realice”, dijo el Papa.
Al continuar con su serie de catequesis sobre la
oración, el Pontífice reflexionó en “la oración con las Sagradas Escrituras” y
destacó que las palabras en la Biblia “no han sido escritas para quedarse
atrapadas en el papiro, en el pergamino o en el papel, sino para ser acogidas
por una persona que reza, haciéndolas brotar en su corazón” ya que “la
Palabra de Dios va al corazón”.
De este modo, el Papa advirtió que “la Biblia no
puede leerse como una novela” sino que la lectura de la Sagrada Escritura
“debe ser acompañada por la oración para que se realice el diálogo de Dios
con el hombre” y reiteró: “porque la oración es un diálogo con Dios”.
Luego, el Santo Padre invitó a pensar que “ese
versículo de la Biblia ha sido escrito también para mí, hace siglos, para
traerme una palabra de Dios” y agregó que “ha sido escrito para cada uno de
nosotros”.
“A todos los creyentes les sucede esta experiencia: un
pasaje de la Escritura, escuchado ya muchas veces, un día de repente me habla
e ilumina una situación que estoy viviendo. Pero es necesario que yo, ese
día, esté ahí, en la cita con esa Palabra, esté ahí, escuchando la Palabra”,
dijo.
En este sentido, el Papa recordó que “Dios pasa
todos los días y lanza una semilla en el terreno de nuestra vida. No
sabemos si hoy encontrará suelo árido, zarzas, o tierra buena, que hará
crecer esa semilla. Depende de nosotros, de nuestra oración, del corazón
abierto con el que nos acercamos a las Escrituras para que se conviertan para
nosotros en Palabra viviente de Dios”.
Además, el Santo Padre alentó a leer “las Escrituras
para que estas ‘nos lean a nosotros’” ya que “es una gracia poderse reconocer
en este o aquel personaje, en esta o esa situación” y añadió que “la Palabra
de Dios, impregnada del Espíritu Santo, cuando es acogida con corazón
abierto, no deja las cosas como antes. Cambia algo, y esta es la gracia de la
Palabra de Dios”.
“La Biblia no está escrita para una humanidad
genérica, sino para todos nosotros, para mi, para ti, hombres y mujeres en
carne y hueso, hombres y mujeres que tienen nombre y apellido, como yo, como
tú”, indicó.
Asimismo, el Papa señaló que “a través de la
oración, la Palabra de Dios viene a vivir en nosotros y nosotros vivimos en
ella… Así la Palabra de Dios se hace carne, me permito usar esta
expresión, se hace carne en aquellos que la acogen en la oración”.
Por ello, el Santo Padre recordó una “bella expresión”
que se encuentra en algunos textos antiguos que describen que “los cristianos
se identifican tanto con la Palabra que, incluso si quemaran todas las Biblias
del mundo, se podría salvar su ‘huella’ a través de la huella que ha dejado
en la vida de los santos”.
Protege del maligno
Asimismo, el Papa destacó que la Palabra de Dios
“inspira buenos propósitos y sostiene la acción; nos da fuerza y nos da
serenidad, y también cuando nos pone en crisis, nos da paz” y agregó que “en
los días ‘torcidos’ y confusos, asegura al corazón un núcleo de confianza y
de amor que lo protege de los ataques del maligno”.
En esta línea, el Santo Padre afirmó que “un buen
cristiano debe ser obediente, pero debe ser creativo: obediente porque escucha
la Palabra de Dios y creativo porque tiene el Espíritu Santo dentro que lo
empuja a llevarla hacia adelante”.
Por ello, el Papa reconoció que le molesta un poco
cuando escucha a cristianos “recitar versículos de la Biblia como loros:
‘oh, sí, el Señor dice..., así lo quiere ...’” y preguntó: “¿te has encontrado
con el Señor, con ese versículo?” porque “no es solo un problema de memoria: es
un problema de memoria del corazón, el que te abre al encuentro con el Señor. Y
esa palabra, ese versículo, conduce a un encuentro con el Señor”.
“Las Sagradas Escrituras son un tesoro inagotable. Que
el Señor nos conceda tomar de ahí cada vez más, mediante la oración”,
concluyó el Papa.
Por Mercedes de la Torre
Fuente: ACI Prensa