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El Papa Francisco reza durante la Audiencia General. Foto: Vatican Media |
“Hoy, aniversario de la
liberación del campo de exterminio de Auschwitz, se celebra la Jornada de la
Memoria. Conmemoramos a las víctimas de la Shoah, y a todas las personas
perseguidas y deportadas por el régimen nazi. Recordar es una expresión de
humanidad. Recordar es signo de civilización. Recordar es condición para un
futuro mejor de paz y fraternidad”, fueron las palabras del Pontífice.
Según se explica en el sitio web
del memorial de Auschwitz, 1 millón 300 mil personas fueron deportadas a este
campo de concentración por parte del régimen nazi. De ellas 900.000 personas
fueron asesinadas en cámaras de gas e incineradas en los hornos crematorios
nada más ingresar en el campo.
Aquellos que no eran asesinados
nada más llegar, eran sometidos a un régimen de esclavitud y trabajos forzados.
El 50% de ellos murió de hambre, enfermedades o asesinatos.
El campo de concentración de
Auschwitz se encuentra a unos 70 kilómetros de Cracovia y se divide en dos
instalaciones, Auschwitz I y Auschwitz-Birkenau.
Auschwitz I se construyó en 1940
como centro de detención de prisioneros de guerra polacos ante la saturación de
las cárceles. Tras los prisioneros de guerra, llegaron otros prisioneros:
prisioneros políticos, de conciencia, homosexuales, y miembros de minorías
étnicas y religiosas, principalmente gitanos y judíos.
El campo de Auschwitz-Birkenau se
construyó en 1941 a 3 kilómetros de Auschwitz I y estaba especialmente diseñado
para el exterminio masivo de los prisioneros. Sus cámaras de gas y hornos
crematorios tenían capacidad para asesinar a 2.500 prisioneros de forma
simultánea.
Poco antes del final de la
Segunda Guerra Mundial, las tropas soviéticas llegaron a Auschwitz en 1945.
Ante la inminente entrada de los soviéticos, los nazis evacuaron los campos de
concentración en las conocidas como “marchas de la muerte” en las que murieron
muchos prisioneros.
Finalmente, los soviéticos
entraron en Auschwitz el 27 de enero de 1945. El campo estaba ya prácticamente
vacío, y los prisioneros que lograron esconderse para evitar la evacuación,
fueron liberados.
Según los historiadores, la
maquinaria de exterminio nazi acabó con la vida de unos seis millones de
judíos. Durante los años que duró la Segunda Guerra Mundial también murieron en
los campos de concentración fieles católicos, sacerdotes y creyentes de otras
religiones.
Uno de los prisioneros más
conocidos del campo de concentración de Auschwitz fue San Maximiliano Kolbe,
sacerdote miembro de la orden de los frailes menores conventuales que
murió mártir al ofrecer su vida a cambio de la de un padre de familia condenado
a muerte.
Por Miguel Pérez Pichel
Fuente: ACI Prensa