En medio de muertes, enfermedad, cubrebocas,
distancias sociales, conflictos, crisis y miedos. ¿Es posible agradecer por lo bueno mientras estoy llorando por lo malo que ha sucedido?
Creo que sí, aunque no es tan fácil.
Mi tentación es echarle en cara a Dios, o a los
hombres, las maldades que padezco. Como si fueran otros los culpables y no yo.
Por eso no es tan evidente que al acabar el año pueda
agradecer.
Mirar las cosas
como María
Hoy me detengo y miro a María en Belén, al empezar el
año y de rodillas le doy gracias. ¿Acaso no ha estado Ella presente en medio de
todos mis días? ¿No sujetaba Ella el timón de la barca en medio de la tormenta?
Sí, mire donde mire la veo caminar al ritmo de mis
pasos. ¿Por qué voy a tener miedo si Ella no ha dejado de abrazarme? Ella
siempre está ahí, ha estado durante este año y estará conmigo el que empieza.
Y me enseña una forma diferente de vivir la vida,
agradeciendo, meditándolo todo en el corazón:
«María, por su
parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón».
Quiero aprender a meditar sobre mi vida como lo hizo
Ella. ¿Qué he vivido este año? ¿Cuáles son los regalos que me
han caído del cielo? ¿Y las cruces y dificultades que me han hecho sufrir? ¿Qué
impresiones guardo como un tesoro dentro del alma?
Año 2020
La resonancia de los acontecimientos ha dejado una
huella. Ha sido el año de la pandemia, de la enfermedad, de la soledad,
de los límites, de los planes imposibles, de los proyectos truncados, de las
injusticias y las crisis. Un año tan difícil para todos…
En medio de los dolores compartidos, medito en
silencio, dejo que pasen las horas por mi alma meditando en el silencio de mi corazón.
No tengo miedo a los sentimientos que afloran. Sé que
no me voy a encontrar con nada malo. Simplemente necesito tiempo y fuerza para
ponerme en presencia de Dios, sólo eso.
Y miro hacia atrás conmovido. ¡Cuántos recuerdos corren
por mi alma queriendo dejar su impronta y no ser olvidados! Tantas cosas han
pasado. Tanta vida como ríos desbordados.
Corro el riesgo de olvidar lo importante y quedarme
sólo con un regusto amargo en los labios al pensar en todo lo que no ha sido
posible.
¿Qué cosas
pasaron y qué mensaje llevan?
No quiero acordarme solo de lo doloroso. Pongo la
mirada en lo vivido, en todo lo bueno que se me ha regalado. No ha sido un año
vacío. Han pasado muchas cosas en mis días.
Quizás menos viajes, menos movimiento, menos estar
fuera de casa. Tal vez más angustias, más ansiedades, más preocupaciones y más
miedos. Y mucha vida honda, callada,
calmada.
Quiero mirar a María que me ayuda a meditarlo todo en
mi corazón. ¿Qué me querrá decir Dios con todo lo que ha pasado?
Quizás Él quiere que no le dé tanta importancia como
antes a lo superfluo. Que me fije en lo realmente valioso y fundamental de
mi vida.
Que comprenda que es un lujo tener libertad y hacer lo
que quiero, un lujo abrazar a los que amo sin barreras prudentes. Un
lujo levantarme cada mañana con salud, pudiendo respirar, estando sano y
con unas mínimas seguridades. Un lujo tener un lugar donde vivir y personas que
me quieren.
Es un lujo poder amar a los míos y saberme amado por
ellos. Un amor incondicional, limitado, pero que trasparenta el amor de Dios en
mi vida.
Entresaco con paciencia todo lo bueno de estos meses.
Todo lo que he aprendido.
He tenido más tiempo para conocer mi alma, saber mejor
cómo soy, quién soy y cómo reacciono ante las dificultades.
Agradecimiento
por ayer, confianza para mañana
Aprender de la vida es mi tarea cada año. Por eso miro
agradecido hacia atrás. Y muy confiado hacia delante. Dios bendice mis pasos
con su paz:
El Señor te
bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El
Señor te muestre tu rostro y te conceda la paz».
Una mirada de Dios sobre mi vida me calma. Me ama y eso que sabe perfectamente cómo soy. Ha visto mi pecado y mi
debilidad. Ha contemplado mis pensamientos llenos de rencor o maldad.
No se sorprende al ver mis límites y conocer mis
impurezas. Me sonríe y me hace creer que puedo ser mejor de lo que yo creo.
Miro este nuevo año con un corazón alegre. Dios puede
hacer muchos milagros en mi vida si me dejo hacer por Él. No tengo miedo.
Él sabe que soy de barro y eso me gusta. El barro en
sus manos puede llegar a ser una obra de arte.
Me dejaré hacer al comenzar este año. Soñaré con el
que puedo llegar a ser. Y sonreiré a la vida feliz por lo que me ha dado. Los
sueños se harán realidad en medio de tantas dificultades. No importa,
nada es imposible para Dios.
Carlos Padilla Esteban
Fuente: Aleteia