La Iglesia siempre condenará la violencia, cualquiera que sea, y defenderá la necesidad de mantener la paz y la concordia en nuestras calles
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| RTVE.es |
El cantante tiene además en su mochila otra condena
por el mismo motivo en 2015 y por otros altercados con agresión a periodistas
en Lleida. Sin embargo, más allá del debate sobre la libertad de expresión,
impactan las imágenes de decenas de personas rompiendo cristales, entrando en
tiendas y huyendo hasta con maniquís sin ser capaces de argumentar un discurso
que pueda justificar sus actos violentos. Para el sociólogo Juan
González-Anleo, este estallido de violencia es fruto del descontento de una
generación marcada por la crisis del año 2008 y la nueva provocada por la
pandemia.
El examen de conciencia no es solo para los jóvenes sino para todos los sectores de la sociedad, desde la clase política y sus actuaciones públicas, hasta los medios de comunicación que amplifican el desaliento en aras de la noticiabilidad. Es el tiempo de la honestidad, ineludible en la Cuaresma, y de confrontar nuestra vida con la llamada de Dios a encarnar su Evangelio.
La Iglesia siempre condenará la violencia, cualquiera que sea, y
defenderá la necesidad de mantener la paz y la concordia en nuestras calles
(cardenal Juan José Omella). Ante la situación que vivimos,
adquieren más sentido las preguntas retóricas del delegado de Apostolado Seglar
de Toledo, el laico Isaac Martín, durante el encuentro virtual
organizado para celebrar el primer aniversario del Congreso de Laicos «Pueblo de Dios en Salida»:
«¿No es más necesario que nunca anunciar a Jesucristo en este momento de
incertidumbre a las personas que necesitan de ese apoyo? ¿No es preciso
acompañar a los hombres y mujeres en estos momentos para transmitirles el
testimonio de fe? ¿No es necesario a través de la formación vincularnos más
fuertemente a Jesucristo? Y en el contexto de crisis social y económica que
estamos viviendo, ¿no es necesario que nuestra presencia en la vida pública sea
aún mayor?».
Es la hora del
compromiso real, del debate sereno de argumentos contrarios, sin llegar a la crispación
sino al consenso, donde cada uno pierde de lo suyo para ganar todos en bien
común. Los católicos tenemos la oportunidad de testimoniar a Jesucristo en la
vida concreta del siglo XXI que necesita una luz que propague esperanza.
Fuente: Revista Ecclesia






