En la primera predicación de Cuaresma, el predicador de la Casa Pontificia ha reflexionado sobre la conversión, que en cada etapa de la vida se presenta de forma diferente
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| Foto: Vatican News |
La doctora de la Iglesia española
es, para el capuchino, «el ejemplo más instructivo» del tercer tipo de
conversión al que se ha referido en su meditación; la que intenta salir «de la
mediocridad y de la tibieza» o, como dice el Apocalipsis al hablar de los
creyentes de Laodicea, de no ser «ni frio ni caliente». La invitación, como
todas las recogidas en esa sección del último libro de la Biblia, se dirige «a
personas y comunidades que, como nosotros, han vivido durante mucho tiempo la
vida cristiana y, más aún, ejercen en ellas un papel de liderazgo».
Creer es convertirse
Antes, el cardenal había
explicado que en el Nuevo Testamento se habla de conversión en tres momentos o
contextos diferentes. «Hay una conversión para cada estación de la vida. Lo
importante es que cada uno de nosotros descubra la adecuada para él» en esta
Cuaresma.
La primera es a la que invitaba
el Evangelio del domingo pasado: «Convertíos y creed en el Evangelio». No son
«dos cosas diferentes y sucesivas, sino la misma acción fundamental», ha
explicado. La fe «requiere una verdadera conversión, un cambio profundo en la
forma de concebir nuestra relación con Dios». Es decir, pasar de la idea de un
Dios que ordena y amenaza a la de uno que «viene con las manos llenas para
dársenos del todo. Es la conversión de la ley a la gracia, que era tan querida
para san Pablo».
El otro momento de conversión es
en el que hay que «hacerse como niños». Significa «volver al momento en que
descubrimos que fuimos llamados, en el momento de la ordenación sacerdotal, de
la profesión religiosa, o del primer verdadero encuentro personal con Jesús.
Cuando dijimos: “¡Solo Dios basta!” y creímos en ello».
La mortificación y el Espíritu
Santo
Cambiando de tercio, el
predicador capuchino ha resaltado también cómo en el Nuevo Testamento y la vida
cristiana hay una «circularidad y simultaneidad» de los estados espirituales.
Así, ha recordado que si bien «la mortificación» a la que se invita en Cuaresma
«es necesaria para alcanzar el fervor del Espíritu Santo», no lo es menos que
«el fervor es necesario para llegar a practicar la mortificación». En este
sentido, ha concluido recomendando la práctica del bautismo en el Espíritu, que
«ha demostrado ser un medio sencillo y poderoso para renovar la vida de
millones de creyentes en todas las iglesias cristianas».
La predicación de este viernes
del cardenal Cantalamessa ha coincidido con el sexto y último día de los
ejercicios espirituales de la Curia, que este año cada uno de sus miembros ha
seguido de forma individual a causa de la pandemia. Habrá otras tres
predicaciones todos los otros viernes de Cuaresma, salvo el 19 de marzo,
solemnidad de san José.
Por otro lado, este viernes se ha
anunciado que el sábado la Congregación para las Iglesias Orientales y el
Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos han
organizado una celebración en honor de san Gregorio de Narek, abad y doctor de
la Iglesia. Este encuentro tiene lugar al ser la primera vez que se celebra su
memoria dentro del calendario romano general, tal como decretó el Papa el 2 de
febrero. Con este motivo, se celebrará la Misa en la basílica de San Pedro a
las 10:30 horas. Después tendrá lugar una oración ecuménica en la estatua del
santo armenio en los jardines del Vaticano.
Fuente: Alfa y Omega






