El papa Francisco emprende su 33.er viaje apostólico fuera de Italia. Será el primer sucesor de Pedro en pisar suelo iraquí, del 5 de marzo al 8 de marzo
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AED Interior de la catedral sirio-católica Al-Tahira de Qaraqosh. |
El papa Francisco está a punto de realizar uno de los sueños que
Juan Pablo II no pudo cumplir. Para el Jubileo del año 2000, el Pontífice
polaco tenía previsto dirigirse a Ur, a 300 kilómetros al sur de Bagdad, para
meditar en los lugares donde vivió Abraham, el Padre de los creyentes. Por
motivos políticos y de seguridad, su anhelo no pudo realizarse. Una espina que
el papa Francisco tiene bien presente. A comienzos de febrero, ante periodistas
estadounidenses, el Papa confesó que su predecesor había “llorado” por no poder
pisar el suelo de Mesopotamia. Añadió que no quería decepcionar una segunda vez
al pueblo iraquí.
2. El primer viaje papal en la era de la COVID-19
27 de noviembre de 2019. El Papa baja de su avión que lo trae de
Japón y de Tailandia. Nadie sospecha entonces que el Pontífice argentino no
volverá a desplazarse al extranjero durante más de un año. En efecto, la crisis
de la COVID-19, surgida algunas semanas después, conllevó reevaluar todos los
proyectos de visitas apostólicas del Soberano Pontífice; los viajes a Papúa
Nueva Guinea y a Indonesia, por ejemplo, tuvieron que ser anulados.
Para el líder de la Iglesia católica, el mayor temor es que su
presencia entraña el desplazamiento de una multitud de personas, lo cual
favorece la propagación de la epidemia. “En conciencia, yo no puedo provocar
aglomeraciones”, aseguraba en una entrevista televisada el pasado enero.
Mencionó también la posibilidad de aplazar su visita a Irak, si la situación
sanitaria lo requería.
3. Quince horas en el cielo, nueve vuelos programados
A sus 84 años, el papa Francisco se dispone a hacer un agotador 33.er viaje fuera de Italia. Debilitado
recientemente por una dolorosa ciática, el Pontífice deberá subir y bajar nueve
veces de un avión o de un helicóptero. Además de los 3000 kilómetros que deberá
recorrer para cubrir el trayecto de Roma a Bagdad (6000 kilómetros, ida y
vuelta), el Pontífice argentino hará casi 1500 kilómetros de desplazamientos en
el interior de Irak, siempre por aire.
Viajará en dos ocasiones en un helicóptero militar, para dirigirse
a Mosul y a Qaraqosh. En Irak, el vuelo más largo durará poco más de una hora
(Bagdad – Erbil); el más rápido, entre Mosul y Qaraqosh, sólo durará veinte
minutos. En tan sólo cuatro días, el obispo de Roma pasará unas quince horas en
el cielo.
4. Condiciones sanitarias y de seguridad (muy) inciertas
Una epidemia de COVID-19 que empeora de nuevo y graves incidentes
de seguridad… La visita del Papa a Irak se inscribe en un contexto delicado,
cuanto menos. “Está lejos de ser el mejor de los escenarios”, comenta un buen
conocedor del país. En el aspecto sanitario, primero, ya que, aunque el número
de contagiados había llegado a una meseta muy baja a mediados de enero, la
curva se ha invertido claramente e inquieta a las autoridades, que han tomado
medidas drásticas (toque de queda y confinamiento los viernes, sábados y
domingos hasta el fin de la visita del Papa, el 8 de marzo).
Luego, en el ámbito de seguridad, el atentado suicida en pleno
corazón de Bagdad el pasado 21 de enero o los ataques con misiles de mediados
de febrero en la región de Erbil –donde debe celebrarse una misa papal en un
estadio–, ilustran la inestabilidad de un país familiarizado con el ruido de
las armas desde hace muchos años.
“El contexto es particular, sin duda, pero recordemos que si el
Papa viene a Irak es porque el país sufre”, comparte el hermano Olivier
Poquillon, dominico de Mosul. “En Oriente, cuando queremos honrar a las
personas, no las invitamos a nuestra casa, sino que vamos a su encuentro. Es
exactamente eso lo que el Papa quiere hacer: venir a visitar a los miembros que
sufren de su familia”, continúa el religioso, que define este viaje como “una
visita de compasión”.
5. Un encuentro histórico en el programa
La reunión entre el papa Francisco y una de las máximas
autoridades chiíes del mundo será sin duda uno de los grandes momentos de la
visita papal. El 6 de marzo, al día siguiente de su llegada a Irak, el
Pontífice argentino conversará con el gran ayatolá Al Sistani, de 90 años, en
su modesta vivienda de Nayaf, ciudad santa del islam chií, que alberga el
mausoleo del imam Alí.
Aunque no hay que esperar una declaración común después de la reunión
–como fue el caso con el Papa y el suní Al Tayeb en 2019–, este encuentro tiene
una importancia enorme. “Para el islam chií, que es minoritario hoy día, esta
reunión con el papa Francisco es fundamental porque significa que toda la
familia del islam es tenida en cuenta”, explica el padre Christopher Clohessy,
doctor en el Pontificio Instituto de Estudios Árabes e Islámicos (PISAI). Este
eminente especialista del islam chií considera que el Papa, a través de este
gesto, “envía un mensaje a los chiíes para decirles que no han sido olvidados y
asegurarles que forman parte integral del proceso de diálogo y de paz en el
mundo”.
Por Hugues Lefèvre
Fuente: Aleteia






