Quiero invitarte a vivir el evento mas importante de la cristiandad, tomando conciencia de que pertenecemos al pueblo que Dios escogió entre todas las naciones del mundo, para dar a su Hijo y hacerlo a través de Él, un pueblo santo
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Allí, en medio de la
desesperación, dudando de Moisés, el profeta elegido, se hacen testigos del
poder de Dios que, dando orden a Moisés de golpear la roca con su vara, hace
que las aguas del mar retrocedan abriendo camino en tierra seca, para que los
suyos alcancen la tierra prometida.
El Cristo que se esconde en el
tabernáculo
Este pueblo guiado por Dios y
liberado de la esclavitud, de las costumbres ajenas del pecado, separado de
todas las naciones, somos nosotros, quienes nos reconocemos como seguidores de
Cristo, que hemos sabido ver en este hombre que hace 2000 años venia al mundo y
que moriría crucificado; al Hijo de Dios, el Mesías.
Ya no estamos más llamados a
vivir bajo el acompañamiento de aquella columna de nube y de fuego, sino bajo
la presencia de un Dios hecho carne y crucificado, encarnado y entregado a la
humanidad para que lo tengamos como luz de esperanza, camino de santidad y
verdad primera.
Este Cristo que se esconde en el
tabernáculo, que es elevado por las manos de nuestros sacerdotes y que
recibimos en la Eucaristía, es el mismo Cristo nacido en Belén, hijo de María y
de José, el mismo que fue anunciado como El Salvador, el Dios entre los
hombres, el que fue entregado a los judíos, azotado y crucificado en el
Gólgota, es el mismo, que recibo en la lengua y que alimenta mi cuerpo y mi
espíritu con su presencia real para transformarme en un hijo suyo y ciudadano
de su tierra prometida…
No olvidemos que pertenecemos a
este pueblo liberado y llamado a ser santo, no olvidemos que el Dios de Israel
es Nuestro Dios. Tampoco olvidemos que Su Hijo, el Dios hecho carne, pensó en
mi cuando dijo “Salvar”. No dejemos de ponernos de rodillas delante del Cristo
cuando lo veamos crucificado y herido y; finalmente, no olvidemos que es El
quien nos llama a “recordar” sus maravillas, sus portentos y sus
manifestaciones. Que esta Semana Santa, seamos verdaderamente, Su pueblo.
Lorena Moscoso
Fuente: Aleteia