Los demonios actúan en la historia, pero no son ellos la que la cambian...
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Vuk Kostic | Shutterstock |
Los
ángeles, esas criaturas espirituales que nos rodean, que circundan al hombre y
a la creación, son protagonistas de la historia.
Ya san Agustin en el siglo V había constatado que la
historia se construye al lado de los santos ángeles, o por el contrario, al
lado de los demonios, los ángeles caídos.
Dios ha llamado a hombres y ángeles a entrar en
una comunión de amor con Él, con los demás y con la creación.
Ha sido Dios quien ha creado a los ángeles, no creó
demonios. Los creó como espíritus puros y les confío la administración sobre
toda la creación.
Estas criaturas espirituales eran llamadas a entrar en
comunión con el hombre, la última de las criaturas de Dios.
Los espíritus rebeldes actúan
Sin embargo, algunos de estos ángeles, no se puede
determinar exactamente el número, quisieron cambiar este plan de amor y de
comunión, rebelándose contra Dios.
La tradición manifiesta que la causa de esta rebelión se
basa en el orgullo de los demonios de querer ser como Dios
y ocupar el lugar de Dios.
A lo largo de toda la historia del hombre, ha estado
presente esta influencia de los demonios buscando destruir el plan de Dios.
Lo vemos desde el inicio con el pecado original, donde hay
una ruptura con Dios, consigo mismo, con los demás y con la creación.
El pueblo de Israel muchas veces sucumbe a la acción del
demonio, y cambia a Dios por el culto a falsos dioses: el becerro de oro que se
construyen en el Éxodo, los ídolos de los pueblos vecinos a los que comienzan a
ofrecer sacrificios y tantas otras páginas del pueblo escogido donde se ve la
acción del demonio.
Esta acción de los ángeles caídos se ve también en la
naturaleza:
“Ella quedó sujeta a la vanidad, no voluntariamente, sino
por causa de quien la sometió…” (Romanos
8,22)
Una acción destructiva, separadora, violenta y mortal: por
el pecado entró la muerte al mundo.
Esta acción de los ángeles caídos continúa a lo largo de la
historia. Precisamente Juan Pablo II, en la gruta de San Miguel Arcángel,
afirmó el 24 de Mayo de 1987:
“Esta lucha contra el demonio… es también actual hoy, porque
el demonio está siempre vivo y operante en el mundo.
En efecto, el mal que existe en él, el desorden que se
presenta en la sociedad, la incoherencia del hombre, la ruptura interior de que
es víctima, no son solamente las consecuencias del pecado original, sino
también efecto de la acción infestada y tenebrosa de Satanás”.
De esta acción del demonio ha hablado también Pablo V, que
en la alocución del 29 de Junio de 1972, denunciaba:
“Por alguna rendija misteriosa – no, no es misteriosa; por
alguna rendija, el humo de Satanás entró en el templo de Dios”.
Pio XII veía en el régimen de Hitler una clara influencia
diabólica, y por ello realizó varios exorcismos a distancia, desde su
capilla privada.
León XIII tuvo la visión de los demonios que merodean el
mundo para la perdición de las almas.
Pablo VI el 15 de Noviembre de 1972 ponía de manifesto la
acción del demonio, que llega a extenderse hasta comunidades y sociedades
enteras; algo similar enseñaba Juan Pablo II el 20 de Agosto de 1986.
El Padre Gabriel Amorth, exorcista de la diócesis de Roma,
mencionaba:
“Es posible que el demonio se sirva de una persona para
golpear a grupos, inclusive numerosísimos, que pueden hasta llegar a tomar en
sus manos el poder de una nación, o influir en muchas naciones.
Creo que en nuestros tiempos, es el caso de hombres como
Carlos Marx, Hitler, Stalin. Las atrocidades cometidas por los nazis, los
horrores del comunismo, los destrozos de Stalin, por ejemplo, alcanzaron una
perfidia verdaderamente diabólica”.
Sin embargo, y a pesar de tanta maldad y daño producidos
por los demonios, estos no han cambiado la historia del hombre. Ya lo
afirma el salmista al decir:
La acción de estos enemigos de los hombres se inserta en la
providencia de Dios, su actuar es permitido por ese Dios que es el Señor de la
historia.
Precisamente los demonios al no tener la gracia de
Dios, no pueden entender que del mal Dios saque algo bueno.
De un campo de concentración sacó una santa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), o un san Maximiliano Maria Kolbe. De la miseria, sacó a una Madre Teresa de Calcuta.
Eso no lo pueden entender los demonios, pues no saben cómo
se realiza la economía de la salvación. Ellos, definitivamente, no cambian
la historia.
Los santos ángeles determinan
Los que sí la han cambiado son los santos ángeles. Ellos conocen
la actuación de Dios, lo ven cara a cara y actúan en su nombre.
San Miguel Arcángel actúa con la fuerza de Dios, y
lleva en su nombre “¿Quién cómo Dios?”.
Mira por ejemplo a San Rafael Arcángel, que cambia la
historia de Tobías y Sara, derrotando al demonio que impedía que Sara se uniera
matrimonialmente con un hombre. San Rafael lo derrota y los une en matrimonio:
cambió la historia de estos jóvenes.
Mira cómo otro arcángel, San Gabriel, hace que san José
“no tema recibir a María por esposa”, y la toma, y forman el más perfecto y
bello matrimonio,
O cómo le anuncia que debe tomar camino para Egipto, pues
Herodes quiere matar al Niño. Y efectivamente salva al Niño. Cambia la
historia.
Cambiando la historia
Más recientemente, Juan XXIII, el Papa bueno, convoca al
Concilio Vaticano II, y dice que fue por la inspiración de un ángel.
El papa Benedicto XV, en su primera encíclica pide para que
llegue el mensaje del ángel que anuncia la paz, y en 1916 aparece el Ángel de
la paz a tres niños en Fátima. Cambian la historia.
San Miguel aparece en Roma, envaina su espada y desaparece
la epidemia de aquella época.
A un sacerdote en una ciudad, antes de preparar su clase de
7 am, oye una voz que le dice: “Vete”; esto lo oye por tres veces.
Llama a un amigo, le pide que lo lleve al hospital. Llega a
la puerta del hospital y, en ese mismo momento, un paro cardiaco instantáneo.
Si no hubiera estado allí, tal vez no se hubiera salvado.
Cambió la historia de este querido y buen sacerdote.
Y esto te pasa a ti y a mí. Continuamente, diariamente,
estos buenos compañeros están a nuestro lado para que tú y yo hagamos historia:
para que tú y yo contáramos la historia para la cual Dios nos ha destinado. La
historia más apasionante y bella que es la historia de la santidad.
Estoy seguro, que muchos de ustedes podrán contar historias
y testimonios con su buen ángel de la guarda (y los invito a que nos escriban
esos testimonios que nos resultan tan valiosos para crecer en nuestra vida de
fe).
Camina con tu buen ángel y cambia tu historia. Permítele a
tu buen ángel participar en tu vida.
Haz historia con él para la mayor gloria de Dios y una
historia eterna, no pasajera; una historia de amor y entrega plena.
Pero es a ti a quien le corresponde responder: ¿de qué lado
de la historia quieres estar?
Fernando Cárdenas Lee, Foyer de Charite
Fuente: Aleteia