Sufrimos y no comprendemos por qué ocurre
![]() |
Shutterstock |
“Y todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús,
sufrirán persecuciones.” (II Timoteo 3, 12)
Ser católico es lo mejor que me ha
pasado. Me siento feliz, acogido en nuestra santa Madre Iglesia. No es
perfecta, pero la amo. Sé también que practicar la fe, perseverar en la
oración, no me librará de las dificultades de la vida diaria, al contrario, en
el camino enfrentaré situaciones de las que solo podré salir con la ayuda de
Dios.
Debo confesarte que hay actitudes que nunca he comprendido, como
el afán de hacer daño al prójimo. ¿En qué momento olvidamos que todos somos
hermanos?
Sufrimos y no comprendemos por qué ocurre.
A mí, en lo personal me cuesta mucho entenderlo. No es primera vez
que escucho a un sacerdote en su homilía decir: “Muchas personas se
acercan a mí preocupadas y me dicen: padre, voy a misa todos los días, rezo el
santo Rosario, me confieso, hago todo el bien que puedo y sin embargo me pasan
cosas malas. ¿Por qué? “
¿Por qué les pasan cosas malas a las
personas buenas?
Es una pregunta recurrente en la que muchos han reflexionado
tratando de comprender y encontrar una solución. Creo que las respuestas
están en las Sagradas Escrituras. Debemos leer la Biblia.
A veces se trata de la pedagogía de Dios. Te está corrigiendo para
que seas compasivo, humilde, perdones a tus enemigos, y eleves la mirada al
cielo. Abre tu Biblia y busquemos en Hebreos 12
“Hijo, no te pongas triste porque el
Señor te corrige, no te desanimes cuando te reprenda; pues el Señor corrige al
que ama y castiga al que recibe como hijo. Ustedes
sufren, pero es para su bien, y Dios los trata como a hijos: ¿a qué hijo no lo
corrige su padre? Si no conocieran la corrección, que ha sido la suerte de
todos, serían bastardos y no hijos. Además, cuando nuestros padres según la
carne nos corregían, los respetábamos. ¿No deberíamos someternos con mayor
razón al Padre de los espíritus para tener vida? Nuestros padres nos corregían
sin ver más allá de la vida presente, tan corta, mientras que El mira a lo que
nos ayudará a alcanzar su propia santidad. Ninguna corrección nos alegra en el
momento, más bien duele; pero con el tiempo, si nos dejamos instruir, traerá
frutos de paz y de santidad.”
La pedagogía de Dios es muy especial y puedes reconocerla, al
final del camino, cuando todo cobra sentido. Tal vez si vives en este momento
una situación difícil que no comprendes, ayudarían la oración fervorosa, que te
abandones en las manos amorosas de Dios y le pidas su consuelo y Misericordia. Dios que es
amor, nunca te abandonará. Te lo garantizo. ¡Ánimo!
Claudio de Castro
Fuente: Aleteia