El amor es libre, y Él es suficientemente poderoso y bueno para hacer surgir un bien del mismo mal
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| NicoElNino | Shutterstock |
Juan 17, 15
Hace poco una lectora me preguntó por qué Dios permite el mal. Es
una pregunta recurrente que a menudo me hacen.
No comprendía por qué el camino está sembrado con la cizaña del
demonio que tanto daño nos hace.
Su pregunta me hizo recordar la sorprendente historia de José “el
soñador”, vendido como esclavo por sus hermanos, y que
tuvo un final sorprendente, y la bellísima parábola del trigo y
la cizaña.
Están en Génesis 37 y Mateo 13,
24-30. Te recomiendo buscarlos y leerlos.
La Biblia, fuente de
sabiduría
Los católicos debemos acostumbrarnos a abrir nuestras Biblias y
conocer la Palabra de Dios, sus promesas, lo que tiene que decirte.
Te vas a sorprender como lo hice yo, que la tenía en una esquina y
ahora es mi compañera inseparable.
Me encanta lo que cada día descubro en las Escrituras. Veo a Dios
con todo su amor por la humanidad. Es maravilloso.
Ante una pregunta tan interesante, tenemos a nuestra disposición dos fuentes
de conocimiento extraordinarias, la santa Biblia y
el Catecismo
de la Iglesia Católica.
El mal en el Catecismo
Es impresionante. Si buscas en el
Catecismo descubrirás que también aborda el tema y se pregunta:
309. Si
Dios Padre todopoderoso, Creador del mundo ordenado y bueno, tiene cuidado de
todas sus criaturas, ¿por qué existe el mal?
Luego nos da algunas respuestas.
310. Dios quiso libremente crear un mundo “en estado
de vía” hacia su perfección última.
311. Los ángeles y los hombres,
criaturas inteligentes y libres, deben caminar hacia su destino último por
elección libre y amor de preferencia. Por ello pueden desviarse.
De hecho, pecaron.
311.
“Dios todopoderoso por ser soberanamente bueno, no permitiría jamás que en
sus obras existiera algún mal, si Él no fuera suficientemente poderoso y bueno
para hacer surgir un bien del mismo mal”. (San Agustín)
Para qué el mal
Le escribí a un sacerdote amigo y me respondió explicándome. Me
encantó su respuesta y te la comparto:
“Los males existen en nuestras vidas para que podamos
transformarnos en ofrenda amorosa al Padre: recuerda que
nuestro Señor transformó la injusticia de la Pasión en ofrenda.
Una enfermedad
es un mal físico temporal, aceptada amorosamente como permitida por Dios me une
a su voluntad y eso
me mete en las intimidad de Dios que tiene consecuencias de vida eterna.”
Al final, ¿qué nos queda? Pedir al Espíritu Santo que nos ilumine
para poder comprender, orar siempre, confiar en la misericordia de Dios, y
abandonarnos en su Amor infinito pues… «sabemos que Dios dispone todas las cosas
para bien de los que lo aman, a quienes él ha escogido y llamado” (Rom 8 28).
Claudio de Castro
Fuente: Aleteia






