El observatorio astronómico construido por él mismo tenía fama internacional
![]() |
| Ramón Aller, un cráter lunar lleva su nombre y era aficionado a la arquitectura |
Construyó un observatorio astronómico de fama internacional con sus propias manos. Descubrió cuatro estrellas. Su nombre llegó a la Luna y diseñó dos retablos para la iglesia de
Lajas en su Pontevedra natal. Nacido en Lalín (Pontevedra) en febrero de
1878, Ramón María Aller es una de esas numerosas mentes polifacéticas
que surgen en la Iglesia.
Teólogo y matemático
con 26 años
Nada más concluir el
bachillerato en el Colegio jesuita de La Guarda, Ramón ingresó al
seminario. A los veinte años, obtuvo la licenciatura y el doctorado en
teología. Después de su ordenación, se prometió a sí mismo que no ocuparía
ningún cargo religioso ni recibiría retribuciones económicas por su labor
sacerdotal.
Aquel
propósito le permitió compaginar el sacerdocio con la que sería su profesión y
su otra pasión: la astronomía y las matemáticas. Era 1899 y tenía tan solo veintiún años cuando comenzó su segunda licenciatura en
Ciencias Exactas, licenciándose en 1904.
Al comenzar sus estudios
de ciencias, el sacerdote ya disponía de algunos sistemas de
observación, como un anteojo que le regaló su abuela
materna. Más adelante, con la ayuda de un amigo de su familia, consiguió
un teodolito, un instrumento de medición de ángulos necesario para
profundizar en la observación de las estrellas.
Construyó dos
observatorios astronómicos con sus manos
Con estas herramientas,
por rudimentarias que parezcan, construyó en 1911 un primer
observatorio astronómico en Lalín, que sería el primero de Galicia. El
sacerdote comenzó a realizar observaciones astronómicas de gran calidad, pero
no fueron suficientes para frenar su curiosidad. En 1917 edificó un
nuevo observatorio con dos casetas de madera que levantó en el jardín
de su casa y adquirió fama internacional.
“El rigor de su trabajo
era tan extraordinario que se le abrieron las puertas de las revistas
astronómicas más importantes del mundo”, destaca Iván Fernández
Amil en El Español. Algunas de ellas fueron la alemana Astronomische
Nachrichten y la francesa L´astronomie. Sus estudios sobre
las estrellas dobles fueron pioneros en España.
Referente
internacional en astronomía
Fuera de España se
llegó a creer que en este pequeño observatorio trabajaba un amplio equipo de
astrónomos. Su carrera internacional se consolidó al ser nombrado miembro de la
Comisión 26 de la Unión Astronómica Internacional (IAU), y miembro de
la Comisión Nacional de Astronomía, que representa a España en la IAU.
Un año después, añadió a
las estrellas un nuevo campo de investigación y publicó un extenso
tratado, Algoritmia, reflejo de sus amplios conocimientos
matemáticos y una gran capacidad didáctica.
En 1943 presentó en la
Universidad de Madrid su tesis doctoral, Algunas experiencias que
conviene realizar en observaciones de pasos por verticales.
El primer canónigo
honorario de Santiago en 800 años
Desde entonces, la
carrera científica del sacerdote fue meteórica. En 1944, recoge el historiador
Vicente Carcel Ortí, se creó la cátedra de Astronomía en la Facultad de
Ciencias e inmediatamente se le encomendó al sacerdote, que la mantuvo hasta
1965.
Entre otros títulos, su
labor y dedicación le mereció ser nombrado por el Papa Juan XXIII
canónigo honorario de la catedral de Santiago, título que no se concedía
desde el siglo XII. También fue académico de la Real Academia de Ciencias
Exactas, Físicas y Naturales y de la Real Academia Gallega, y dirigió el
Observatorio Astronómico de la Universidad de Santiago.
Su nombre llegó a la
luna
Entre otros
descubrimientos, destaca el de cuatro estrellas en 1948. Su contribución a la
astronomía fue tan destacada que hoy sigue siendo considerado una de las
principales autoridades astronómicas españolas y mundiales.
En su honor, el
astrónomo inglés Percy Wilkins le dio un nombre tan poco británico como Aller a
un cráter de la Luna, también conocido como el Atwood o Langrenus
K.
Y por si fuera poco,
arquitecto
Junto con su pasión por
la teología, las matemáticas o la astronomía, el sacerdote gallego exploró
con éxito otros campos de la ciencia, tan alejados de la astronomía como es
la arquitectura, la construcción y el arte.
En 1907, el mal estado
del retablo de la iglesia de San Juan de Lajas en Lalín (Pontevedra) obligó a
las autoridades a sustituirlo por un retablo moderno, que mantuviese un estilo
acorde a la iglesia que lo acogería.
El mismo párroco de la
iglesia no dudó a la hora de
proponer al joven Ramón María Aller para el diseño del nuevo proyecto.
Entonces comenzaba sus investigaciones astronómicas y no tenía más de 30 años.
“Un ilustrado sacerdote licenciado en ciencias y teología de la villa de Lalín,
obispado de Lugo”, sería el encargado de llevarlo a cabo. Diseñó dos proyectos,
uno neoclásico y otro neogótico, decidiéndose las autoridades por el segundo de
ellos.
El sacerdote falleció el
28 de marzo de 1966, legando a la ciencia y la astronomía más de 80
libros, publicaciones y tratados. Los Principios fundamentales de
la ciencia de los números, Astronomía a simple vista, Introducción
a la astronomía o Os ensaios en galego son solo
algunos de ellos.
J. M. Carrera
Fuente: ReL






