7 cosas que hacer en momentos de dificultad y dos armas espirituales muy poderosas para recuperar la esperanza
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Salmo 46
Con esta dolorosa y terrible pandemia
hemos vivido un encierro obligado y momentos muy difíciles.
Muchos han perdido familiares, sus empleos, sus casas, sus
empresas y algunos se encuentran padeciendo la enfermedad.
Aprendimos el valor de las cosas
simples que parecían insignificantes o no les prestábamos atención,
como la buena salud, un fuerte abrazo, un “te quiero”, o el tiempo que se nos
da para vivir en la presencia amorosa de Dios, pues “en Dios vivimos, nos movemos y existimos”
(Hechos 17)
Hace
unos días alguien escribió en las redes sociales: “Me he
quedado sin fuerzas. Ya no puedo seguir”.
Llovieron mensajes de esperanzas para animarlo y días después
escribió agradeciendo tanta solidaridad humana,
las oraciones por
su mejoría y los gestos de bondad que lo ayudaron a
salir adelante y volver a empezar con nuevos ánimos.
¿Te ha pasado
alguna vez?
De pronto quedas extenuado y piensas que no puedes seguir, que no
aguantas más. Sientes cansancio y temor por un futuro incierto, a lo que pueda
ocurrir. Somos personas de carne y hueso, con un alma inmortal. A cualquiera le
puede pasar.
Es un buen momento para “buscar
ayuda”, y acudir a Dios, orar y confiar y abandonarnos en su Amor.
Yo,
por lo general, cuando enfrento un problema muy serio al que no encuentro
salida:
- Hago
actividades que me distraigan la mente y que disfruto.
- Pienso
“todo pasa, esto también pasará, con el tiempo será solo un recuerdo”.
- Me
ayuda pensar en mi familia, los que me aman. No estamos solos.
- Voy
a un parque y paso un rato confortable allí, donde puedo despejar la mente
y apreciar la naturaleza que me recuerda el amor de Dios.
- Consulto
con un sacerdote para que me dé orientación espiritual.
- Visito
a Jesús en el sagrario. Le cuento todo y le pido que me ayude.
- Y
rezo. Le hablo a Dios con la confianza de un hijo.
La fuerza de
la Biblia y del Rosario
Me gusta mucho rezar con los salmos, cuando tengo serias
dificultades, porque te impulsan a recuperar tu confianza en Dios.
Y también llevo conmigo el santo Rosario. Rezarlo me da mucha paz. Siempre
salgo adelante, por la bondad de Dios, fortalecido en mi fe.
Sé porque otros lo han vivido que…
“El Señor es mi fuerza y mi escudo, mi corazón confiaba en él, y
me socorrió, por eso mi corazón se alegra y le canto agradecido»
Salmo 28
Abre tu Biblia, acostúmbrate a leerla cada
día. Dios tiene mucho que decirte.
“No temas, pues yo estoy contigo; no mires con
desconfianza, pues yo soy tu Dios; yo te he dado fuerzas, he sido tu auxilio, y
con mi diestra victoriosa te he sostenido”
Isaías
41, 10
Claudio de Castro
Fuente: Aleteia