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tommaso79 | Shutterstock |
«Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para
perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia».
1 Juan 1, 9
Recuerdo un tío de mi esposa Vida muy
enfermo. Una noche fuimos a visitarlo y le pregunté: “¿Está
preparado?” Me miró con serenidad y respondió: “Estoy listo
Claudio, con mis maletas preparadas para cuando me llame el Señor”.
Estaba tranquilo, había recibido el Sacramento de la Unción de
los Enfermos.
Pero, en caso de una tragedia, lejos de toda posibilidad de
conseguir un sacerdote, ¿cómo hacemos?
Morir sin asistencia
espiritual
La guerra espiritual que se desarrolla ante nosotros y nuestra
salvación eterna son temas que siempre me han inquietado.
No me canso de hablarte de ello. Lo haré una y otra vez hasta que
este tesoro llegue
a todos.
Piénsalo, con esta dolorosa pandemia, miles personas
han muerto sin poder tener un sacerdote que los asista, en su
paso a la eternidad.
Muchos contagiados del Covid-19 morían solos. Según los
medios noticiosos, han muerto más de un millón de personas, solo en Brasil
son 514.000.
¿Cuántos pudieron tener acceso a un sacerdote y recibir los
sacramentos? Hablamos de la eternidad, no es cualquier
cosa. Pero casi no pensamos en ella.
Un medio
eficaz para casos extremos
La Iglesia que es Madre y maestra nos brinda un
medio eficaz para salvar nuestras almas de la condenación en casos extremos -como
accidentes y ahora esta pandemia-, o cuando estamos en momentos críticos y no
podemos acceder a un sacerdote para confesarnos.
Es tan sencillo que sorprende.
Primero la pregunta: “¿Puedo salvar mi alma si muero sin tener a
un sacerdote que me confiese en mi último momento?”
La respuesta es “Sí”.
Es una noticia tan importante, y
maravillosa que no puede pasar desapercibida.
Hablamos de nuestra eternidad
Te ruego la compartas con cuantos puedas.
Pero, ¿dónde encuentras esa buena noticia? Está
en el Catecismo de
nuestra Iglesia. Te copiaré textualmente lo que dice.
1451 Entre los actos del penitente, la contrición
aparece en primer lugar. Es «un dolor del alma y una
detestación del pecado cometido con la resolución de no volver a pecar».
1452 Cuando brota del amor de Dios amado sobre
todas las cosas, la contrición se llama «contrición perfecta«(contrición
de caridad). Semejante contrición perdona las faltas veniales; obtiene
también el perdón de los pecados mortales, si comprende la
firme resolución de recurrir tan pronto sea posible a la confesión sacramental.
El papa Francisco lo ha recordado por esta pandemia:
“¿Qué puedo hacer si no encuentro sacerdotes? Haces lo que dice el
Catecismo. Si no encuentras un sacerdote para confesar, habla con Dios, él es
tu Padre, y pídele perdón con todo el corazón, con el acto de dolor. Y
prométele: Más tarde confesaré, pero perdóname ahora”.
Amable lector, ahora lo sabes, la Misericordia de Dios es infinita
y está al alcance de todos.
Comparte esta noticia, habla de esto,
ayudemos a salvar almas, la tuya, la mía, la de millones de personas en el
mundo.
¡Dios te bendiga!
Claudio de Castro
Fuente: Aleteia