La Iglesia muy sensible a los accidentes de tráfico y las muertes que producen
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Foto: autopista.es |
El responsable de la CEE para
estos temas, monseñor José Sánchez explica: “En la carretera o en la calle, en
el coche o como peatones, no podemos perder los modales y ser jueces
inmisericordes con todos los que se cruzan en nuestro camino y hacen -o dejan
de hacer- una maniobra o adoptan una actitud inadecuada. Todos hemos sido
testigos, o protagonistas, alguna vez, de insultos o discusiones entre
conductores por motivos, que, con un poco de paciencia, comprensión y
educación, habrían quedado en nada”.
Decálogo del conductor:
I. No matarás.
II. Que la carretera sea para ti
un instrumento de comunión entre las personas, y no de daño mortal.
III. Que cortesía, corrección y
prudencia te ayuden a superar los imprevistos.
IV. Sé caritativo y ayuda al
prójimo en la necesidad, especialmente si es víctima de un accidente.
V. Que el automóvil no sea para
ti expresión de poder y dominio, ni ocasión de pecado.
VI. Convence con caridad a los
jóvenes, y a los que ya no lo son, para que no se pongan al volante cuando no
estén en condiciones de hacerlo.
VII. Apoya a las familias de las
víctimas de los accidentes.
VIII. Haz que se encuentre la
víctima con el automovilista agresor en un momento oportuno, para que puedan
vivir la experiencia liberadora del perdón.
IX. En la carretera, protege a la
parte más débil.
X. Siéntete tú mismo responsable
de los demás («Orientaciones para la Pastoral de la Carretera», Pontificio
Consejo para la Pastoral de los Migrantes e Itinerantes, Vaticano 2007).
Álvaro Real
Fuente: Aleteia