No te compliques ni te exijas demasiado, es mejor aceptar la vida en su belleza, con sus nudos y sus límites
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Tiendo a agrandar las desgracias y magnificar las
ofensas recibidas. Me siento ofendido sin que tengan intención de ofenderme.
Mi alma, limpia y sin dobleces al nacer, se va
llenando de heridas y rencores. Y surgen los nudos en mi vida.
Esos nudos que no logro desatar yo solo, y eso que lo
intento. Busco soluciones. Imploro misericordia. Pero no logro desatar mi alma
enredada.
Desatar nudos
Me gusta esa advocación de María que despierta mucha
esperanza: María Desatanudos.
Mi vida llena de nudos pasa entre sus dedos y queda
limpia, lisa, pura. Es curioso. Desenreda los nudos que yo no sabía eliminar.
Creo que el amor es más fuerte. Como
cuando el pelo largo se enreda y sólo un buen cepillo y mucho amor logra
devolverle su aspecto inicial.
Desenredar, desatar, desanudar son verbos llenos
de esperanza. Es lo que hace María en mi vida cuando me descomplica
y hace más sencillo mi camino.
Dejar de complicarse
Tiendo a complicarme en exceso. Veo problemas que tal
vez no existen. Imagino amenazas inexistentes.
No sé cómo se puede volver a tener un alma
sencilla e ingenua como las de los niños. Se llega a donde se llega, y
ya.
Quizás tengo que volver a nacer, o volver a decidir
cómo quiero ser y cómo quiero vivir la vida. Al fin y al cabo tiene razón José
Antonio Fernández cuando dice:
«Las decisiones
que tomes en la vida tómalas con mucha claridad y para ti, porque con quien vas
a estar toda tu vida es contigo».
Voy a ser yo mi compañero de camino. Voy a estar
siempre conmigo. Tengo claro que quiero ser una persona sencilla, con alma pura
y sin nudos.
Quiero tener muchas preguntas, pero sin inquietud.
Quiero tener más paz y alegría que miedos y tristezas.
Por eso elijo lo que me lleva a donde quiero
ir y no en dirección contraria. Tendré que cargar con mis errores y
decisiones equivocadas.
Y sé con certeza que Dios me perdona siempre y María
me abraza y desata mis nudos.
Como un niño
Cuantos menos nudos tenga tendré más paz. Seré más
niño y miraré la vida sin pasarla por el cedazo de la amargura. Sin desear lo
que no tengo.
Sin empeñarme en recuperar lo que he perdido, porque
ya se ha ido y no va a volver. Sin querer cambiar mi pasado porque
es imposible. Sin vivir empeñado en un futuro que tal vez no llegue
nunca.
La capacidad del niño para vivir en presente me
impresiona. ¿Seré yo como ellos algún día? ¿Lograré disfrutar con una sonrisa
el hoy?
Tomo decisiones que parecen eternas sin saber si
estaré siempre donde me encuentro. Pero elijo amar hoy, no cuando se
den las condiciones perfectas.
Dar la vida ahora, no cuando tenga más fuerzas. Ser
pleno en este momento, no cuando resulten bien todos mis proyectos.
El que no vive el presente se pierde lo más importante
de su vida. Y yo quiero entregar mis nudos cada día a María.
Ella sabrá como eliminar las adherencias, acabar con
las durezas y suprimir lo que está enredado dentro de mi alma.
Aceptar y sonreír
Es fácil esconder los nudos y seguir adelante. Pero
siempre vuelven. Me enredo cuando miro a los que tengo a mi lado y les
exijo lo que no pueden darme y les pido que sean lo que no son.
Quiero aceptar mi vida en su belleza,
con sus nudos, con sus miedos y tropiezos, con sus límites.
La vida hoy, anclado en la tierra que piso, no
esperando otros caminos. Vivo mi camino sin pensar si es el correcto. Hago lo
que puedo sin criticarme por no hacer más.
Vivo sonriendo sin pensar que mi sonrisa pueda
molestar. Seré yo mismo una vez más aunque eso me exija esfuerzo y dejar a un
lado mis máscaras y falsas apariencias.
Empiezo de nuevo a vivir con la ilusión del
primer día. No por haber fracasado una vez pienso que siempre será lo mismo.
Es imposible asegurarme un día más en esta vida por
eso agradezco a Dios por las horas con las que cuento.
No me enojo con nadie, no merece la pena. No me
angustio cuando no salen bien las cosas. No me impaciento porque el tiempo es
el que es y no puedo alargarlo.
Llego a lo que llego y eso es suficiente, así me lo enseñó esta pandemia. Me hizo vivir con sencillez, sin tantas
cosas como antes. Y me dibujó un presente compuesto sólo de horas y días. Nada
de meses ni años.
Es bonito vivir así, es un regalo, es volver a
nacer y encontrarme con que vuelvo a ser sencillo y libre como un niño.
Carlos Padilla Esteban
Fuente: Aleteia






