Los cambios no me abruman en exceso, no siento que sólo tenga una posibilidad para ser feliz
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Detrás
de cada paso que doy se esconde Dios tocando mis pasos.Detrás de cada decisión
que tomo está el mismo Dios sosteniendo mi vida. Y yo me creo que depende todo
de mí.
Me siento como un dios tratando de alinear los astros de tal forma
que todo funcione a la perfección.
Pero luego veo que voy cambiando. Y lo que un día pareció enamorar
mi corazón súbitamente no me satisface.
Ese mismo rostro del que me enamoré, o su tranquilidad y su calma.
Súbitamente me molestan formas que antes amaba. Y huyo de hábitos que un día
llenaron mi corazón.
¿Estaré yo mal o es que voy cambiando? Nadie me
dijo que dejaría de gustarme lo que antes me gustaba.
Ignoraba las consecuencias de la decisión que un día tomé
convencido de que era la mejor salida.
¿Nada es para siempre? ¿Todo cambia?
Unas cosas
permanecen y otras cambian
Hay cosas que permanecen en el tiempo,
estables y firmes. Y me siguen enamorando pasados
los años.
Pero hay otras que cambian, o
mejor, soy yo el que cambia y ahora no me despiertan alegría. Otras cosas que
un día odié hoy despiertan mi atención.
Sigo sin poder hacerlo todo bien, menos
aún perfecto. Y no logro sostener el mundo con mis manos débiles. Tan frágil
soy, tan pesado es el mundo.
Me abruma el paso del tiempo que deja
canas en su huida sin darme cuenta. Temo repetir errores del
pasado o de otros. Y puede que mis aciertos no valgan para siempre.
Cambio, todos cambian, no me importa
constatar el paso del tiempo. Y ver que no soy el mismo que empezó a caminar un
día alabando a Dios por el milagro de la vida.
He sufrido y he vivido. Me he alegrado y
he acogido tristezas en el alma. No me importa constatar que soy débil
y pequeño.
Los contratiempos enseñan
Me alegra el amanecer igual que antes. Y
al ponerse el sol me siento tan cansado como siempre, igual de feliz. El día
siempre desgasta con su paso. Me gustaría ser como la persona aquí descrita:
«Era, en mi opinión, la que más cómoda se sentía
consigo misma. Nunca sucumbía al pesimismo; veía los contratiempos como
lecciones vitales positivas de las que salía fortalecida».
Lucinda
Riley, Matilde Fernández, Sheila Espinosa Arribas, Las siete hermanas 1: La historia
de Maia
Quiero sentirme cómodo conmigo mismo. Los cambios no me abruman en exceso. No siento que
sólo tenga una posibilidad para ser feliz.
Quiero aprender de los contratiempos de
cada día. Y sacar algo positivo de cada caída.
No hay mal que dure eternamente. Igual que
las cosas buenas se acaban cuando menos lo deseo.
Soy más que lo que he ido perdiendo
Y los sueños, algunos se hará realidad,
otros morirán antes de nacer. Y la vida es un camino largo que recorro desde
mis límites, aprendiendo cada día.
Incluso cuando el dolor, la cruz, la
enfermedad puedan haberme arrebatado cosas. Comenta Olatz Vázquez lo
que ha perdido en su enfermedad:
«Estabilidad
emocional; un día quieres comerte el mundo y piensas que puedes con todo, y al
siguiente en lo único que piensas es en descansar tirada en la cama. Pelo; en
mi caso dos veces. Personas; he perdido a muchísimas personas. Me he llevado
muchas decepciones. Y control; el cáncer me ha hecho soltar el volante con el
que conducía mi vida y ahora voy sin manos, sin frenos y cuesta abajo».
La vida me da cosas y luego me las quita,
o las pierdo. Una enfermedad es parte de la vida y no es fácil asumirlo. Pero
soy más que todo lo que pierdo con ella, más que todo lo que la suerte me
quita.
Mantengo la paz gracias a quien está a mi lado
Me aferro al amor que tengo guardado en el
alma. Y valoro como un don de Dios todo lo que me sucede.
No dejo de sonreír incluso
cuando pierdo mucho. Y siento la injusticia en la piel como una amenaza, como
una realidad que hiere.
Me da miedo pensar en las cosas que puedan
sucederme. El futuro me espera, inquieto y desafiante.
Me aterran esas posibles desgracias que
imagino en mi fantasía viva y despierta. No me desespero cuando nada resulta
como estaba planeado.
Abrazo sin miedo a abrazar. Espero sin
miedo al futuro. Me alegran las cosas que hay aunque desee las que aún no
llegan. No tiemblo ni pierdo la paz porque Dios sigue a mi lado en
todas mis batallas.
Carlos Padilla Esteban
Fuente: Aleteia