A veces te dicen que no vales nada y eso te crea un sentimiento de tristeza y nulidad, pero la realidad es muy diferente a eso
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«¿…puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar de querer
al hijo de sus entrañas? Pues bien, aunque alguna lo olvidase, yo nunca me
olvidaría de ti»
Isaías 49
Existen personas a las que les dicen
que no valen nada. Y crecen con este sentimiento de tristeza y
nulidad. “Valgo poco”, se dicen. He conocido algunos casos y no dejo de
extrañarme por tanta mentira.
La verdad es que somos valiosos. Nadie
sobra en este mundo, o está por azar o casualidad, somos producto del amor de
Dios.
Y es tanto este amor que Él sustenta nuestras vidas, dándonos un
propósito, pues “en
Dios vivimos, os movemos y existimos” (Hechos 17).
Dios te ama
Te lo diré con palabras sencillas: “Dios te ama. Así como eres…
Dios te ama”.
Debes empezar a leer la Biblia. En ella encontrarás respuestas a
la mayoría de tus inquietudes.
Si en medio de las dificultades o problemas piensas que eres poca
cosa o alguien te sugiere que no vales nada, pues manos a la obra, abre la
Biblia. Averigüemos quién eres.
Puedes empezar en 1 Juan 3,
1:
«Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos
hijos de Dios, pues ¡lo somos!”
Ahora lo sabes: eres un hijo, una hija, muy amados de Dios. Y como
tal, tienes muchos privilegios. Dios te ha hecho más de 3.000 promesas. Y todas
se cumplen.
Pero para conocerlas debes leer la
Biblia, abre tu Biblia y lee.
Todos sin excepción somos especiales
Creo que te he contado sobre este
amigo mío que un día leyó sobre esta mujer arrepentida que buscó a Jesús:
«Había en la
ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa
del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume, y poniéndose detrás, a
los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con
los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el
perfume»
Lucas 7
Mi amigo preparó paquetes de libros y chocolates, los envolvió y
una noche salió a las calles buscando prostitutas para hablarles del amor de
Dios por ellas.
A cada una la miró con misericordia. Les obsequió un paquete y las
dejaba con un: “Dios te ama”.
La última que encontró rompió a llorar. “Dios no
puede amarme. ¿Acaso no ve lo que hago con mi vida?”.
Él le respondió: “Dios te ama y mucho”. La
habló del amor infinito de Dios por sus hijos y ella no paraba de agradecer y
replicar: “Dios
te bendiga hermano por esas palabras que reconfortan mi alma”.
Tú eres la alegría de Dios
Debes saberlo. Somos especiales para
Dios, tú, yo, todos.
Ignoro lo que te hayan dicho, o lo que estás viviendo para que te
sientas poco valioso.
Debes saber que no es verdad lo que te dijeron, eres una
persona extraordinaria, la alegría de Dios.
Y si no crees mis palabras ve a cualquier oratorio cerca de tu
casa donde tengan a Jesús Sacramentado en el sagrario, acompáñalo una hora
diaria y empezarás a experimentar su amor infinito que cambia vidas y
escucharás su voz cuando te dice:
“Te amo y eres
especial para mí”.
¡Dios te bendiga!
Claudio
de Castro
Fuente:
Aleteia






