27 – Septiembre. Lunes. San Vicente de Paúl, presbítero
Misioneros digitales católicos MDC |
Evangelio según san Lucas 9,
46-50
Se suscitó entre ellos una
discusión sobre quién sería el más importante. Entonces Jesús, conociendo
los pensamientos de sus corazones, tomó de la mano a un niño, lo puso a su
lado y les dijo: «El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y
el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. Pues el más pequeño de
vosotros es el más importante». Entonces Juan tomó la palabra y dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos
prohibido, porque no anda con nosotros». Jesús le respondió: «No se lo
impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro».
Comentario
Encontramos en el relato
evangélico dos enseñanzas de Jesús, que vienen a esclarecer lo que supone su
propuesta del Reino, en lo que se refiere a las actitudes y conceptos con los
que “funcionamos” en la vida.
La primera se repetirá con
frecuencia en los evangelios. Los discípulos no entienden nada de lo que Jesús
les está mostrando, con sus palabras y su vida, sobre el Reino de Dios. Siguen
a Jesús, pero discuten sobre quién es el más importante entre ellos. Entienden
ese Reino en las categorías en las que funcionan los reinos de la tierra. Y es
que este funcionamiento “humano” se adecúa mejor a nuestras pretensiones de
reconocimiento, de éxito, de control, de poder, de realización…
Jesús toma a un niño (de su
época, no de la actual) y nos invita a hacernos como ellos. El niño era el
prototipo de los que no cuentan: ningún poder, ningún control, ninguna
importancia, total dependencia… ¿Mostramos con nuestra vida que hemos entendido
a Jesús mejor que los discípulos?
La segunda enseñanza nos coloca
ante otra de las actitudes habituales entre nosotros: la de definirnos por
contraposición con los otros, la de crearnos identidades cerradas, pertenencias
que nos aíslan y separan… en ámbitos de la vida que pueden ser importantes y en
otros que son absolutamente insignificantes ¿Cuántas filias, fobias, rechazos y
enfrentamientos por cuestiones deportivas…?
En todo caso, Jesús es claro. No
podemos rechazar a nadie por no ser “de los nuestros”. El personaje del
evangelio estaba actuando bien, y eso es lo que cuenta para Dios, cuyo amor
salvador va mucho más allá de nuestras raquíticas concepciones, simplemente
porque es universal y nos acoge a todos.
Fuente: Dominicos