Llevar una vida santa se reduce a esta simple regla
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Llevar una vida santa suena
difícil. A veces podemos pensar que la clave para la santidad consiste en rezar
la devoción adecuada o un cierto número de rosarios.
El camino a la santidad de hecho
es mucho más sencillo que eso, aunque puede ser difícil practicarlo de forma
regular.
El sacerdote jesuita Jean Pierre
de Caussade escribió en su clásico espiritual, Abandonment
to Divine Providence (Abandono a la Divina Providencia), que la clave
para la santidad es de hecho bastante sencilla.
Él escribe, “para alcanzar la
máxima perfección, la forma más prudente y segura es aceptar las cruces
enviadas por la Providencia en cada momento”. En otras palabras, “la verdadera
piedra filosofal es la sumisión a la voluntad de Dios que transforma en oro
divino todas sus ocupaciones, angustias y sufrimientos.”
Esencialmente, está tratando de
transmitir al lector que la santidad no consiste tanto en hacer «grandes
cosas», sino simplemente en hacer la voluntad de Dios. Esto quiere decir
aceptar todas las cruces o tribulaciones que Dios permita, así como todo el
bien que mande.
Este tipo de abandono a la
voluntad de Dios es lo que ha marcado a cada santo canonizado a lo largo de la
historia. Se vuelven humildes alineando su voluntad con la voluntad de Dios,
buscando hacer su voluntad por encima de todas las cosas.
Esto implica una cierta confianza
en Dios, la certeza de que Dios tiene un plan para tu vida y que te guiará a
través de cada momento de sufrimiento y alegría. Significa ver a Dios en todas
las cosas, guardando su voluntad en tu corazón.
Como siempre, la Virgen María es
nuestro modelo para este tipo de abandono a la voluntad de Dios. Que ella nos
ayude a aceptar la voluntad de Dios y a confiar en que él nos llevará a una
recompensa eterna y habrán valido la pena nuestros sufrimientos y sacrificios
en esta tierra.
Philip
Kosloski
Fuente: Aleteia