9 – Octubre. Sábado de la XXVII semana del Tiempo Ordinario
Misioneros digitales católicos MDC |
Evangelio según san Lucas 11,
27-28.
Mientras él hablaba estas cosas,
aconteció que una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo:
«Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». Pero
él dijo: «Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la
cumplen».
Comentario
La liturgia de la misa de hoy nos
presenta la conclusión de una larga conversación de Jesús con la multitud, que
san Lucas agrupó en el capítulo 11 de su evangelio. Este capítulo empieza con
el pedido de los discípulos a Jesús de que les enseñe a rezar, a lo que el
Maestro responde con el Padre Nuestro. Continúa luego con algunos ejemplos
que subrayan la necesidad de orar confiadamente a nuestro Padre Dios. Luego,
las palabras del Señor se hacen más duras ya que encuentra la oposición y la
incredulidad de algunos que no terminaban de creer en Él.
La respuesta del Maestro puede
sorprender inicialmente. Parece que responde con palabras duras ante esta
muestra de afecto, pero en realidad quiere invitar a esa mujer a perseverar en
el seguimiento de sus palabras. Jesús sabe muy bien que hay muchos que empiezan
con gran entusiasmo pero que no logran perseverar. Ya lo había dicho antes, en
la parábola del sembrador, sobre algunos oyentes de la palabra que “reciben la
palabra con alegría, pero no tienen raíz; estos creen durante algún tiempo,
pero a la hora de la tentación se vuelven atrás” (Lc 8,13).
Es por esto que el Señor la
invita a edificar sobre terreno seguro, a poner los cimientos sobre roca (cf.
Lc 6, 47-49), no solo escuchando y manifestando con palabras su
cariño sino también viviendo y practicando su enseñanza. Esta
lección del Maestro es la que san Josemaría nos transmite con tintes
autobiográficos en un punto de camino: “Cuentan de un alma que, al decir al Señor
en la oración “Jesús, te amo”, oyó esta respuesta del cielo: “Obras son amores
y no buenas razones” (n. 933).
Martín Luque
Fuente: Opus Dei