9.10.21

EVANGELIO DEL DÍA

9 – Octubre. Sábado de la XXVII semana del Tiempo Ordinario

Misioneros digitales católicos MDC

Evangelio según san Lucas 11, 27-28.

Mientras él hablaba estas cosas, aconteció que una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo: «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron». Pero él dijo: «Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen». 

Comentario

La liturgia de la misa de hoy nos presenta la conclusión de una larga conversación de Jesús con la multitud, que san Lucas agrupó en el capítulo 11 de su evangelio. Este capítulo empieza con el pedido de los discípulos a Jesús de que les enseñe a rezar, a lo que el Maestro responde con el Padre Nuestro. Continúa luego con algunos ejemplos que subrayan la necesidad de orar confiadamente a nuestro Padre Dios. Luego, las palabras del Señor se hacen más duras ya que encuentra la oposición y la incredulidad de algunos que no terminaban de creer en Él.

En este contexto se debe leer el evangelio de hoy. En el vemos que Jesús no solo encuentra oposición allí donde va, sino también gran entusiasmo, al punto de llevar a una mujer de entre la multitud a levantar la voz y gritar fervorosamente: ¡Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron! Esta mujer había sabido reconocer en el Señor algo extraordinario y estaba quizá alegremente sorprendida por lo que escuchaba y veía en Jesús.

La respuesta del Maestro puede sorprender inicialmente. Parece que responde con palabras duras ante esta muestra de afecto, pero en realidad quiere invitar a esa mujer a perseverar en el seguimiento de sus palabras. Jesús sabe muy bien que hay muchos que empiezan con gran entusiasmo pero que no logran perseverar. Ya lo había dicho antes, en la parábola del sembrador, sobre algunos oyentes de la palabra que “reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; estos creen durante algún tiempo, pero a la hora de la tentación se vuelven atrás” (Lc 8,13).

Es por esto que el Señor la invita a edificar sobre terreno seguro, a poner los cimientos sobre roca (cf. Lc 6, 47-49), no solo escuchando y manifestando con palabras su cariño sino también viviendo y practicando su enseñanza. Esta lección del Maestro es la que san Josemaría nos transmite con tintes autobiográficos en un punto de camino: “Cuentan de un alma que, al decir al Señor en la oración “Jesús, te amo”, oyó esta respuesta del cielo: “Obras son amores y no buenas razones” (n. 933).

Martín Luque

Fuente: Opus Dei


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